domingo, septiembre 29, 2024
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Se acabó el penúltimo momento histórico

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Finalmente, como veníamos analizando semana a semana, nos han llevado a donde querían casi todos: a unas nuevas elecciones. Mientras, por ejemplo, siguen aumentando las mujeres asesinadas.

Un fracaso político en toda la regla del cambio, la nueva situación política, los periodos constituyentes, las transiciones y todas esas cosas que hemos oído, una y otra vez, desde el 20 de Diciembre. O sea, otro momento histórico a la papelera.

Se dirá lo que cada cual deba decir, de acuerdo con el manual electoral que ha ido construyendo cada fuerza política. Pero parece cierto, que la fuerza más votada ha sido abandonada por su liderazgo y no ha intervenido en el proceso; también ha sido evidente que Podemos ha estado más inquieto por los autonombramientos y el viejo “sorpasso” que por sumar mayorías.

Los dos polos menos interesados por el cambio, el liderazgo del PP y Podemos, no han parecido muy interesados en sumar.

La propuesta de gobierno de izquierda, la llamada vía valenciana, tenía un pequeño problema: exigía la participación, de algún modo, de las fuerzas independentistas. Ese requisito ha atrapado a buena parte del arco parlamentario del cambio en una propuesta de agenda política que le hacía incompatible con la suma que la nueva pluralidad política exigía.

Este país tenía una doble oportunidad: cambio y renovación política. Ambas se han ido al traste. Una oportunidad que exigía una doble lectura: la ciudadanía votó cambio, desde luego, pero también pluralidad.

Este país tenía una doble oportunidad: cambio y renovación política. Ambas se han ido al traste

Las distintas líneas de veto que han aparecido han dejado en el centro la propuesta socialista, pero también nos plantean algunas alertas de cara al futuro: las sumas que supongan cambio solo interesan si son compatibles.

Se hace evidente, por ejemplo, que si se aceptan escenarios en que lo relevante es la primacía en la izquierda es bastante probable que el cambio no se produzca. No es cierto, ni social ni electoralmente, que el cambio de liderazgo en la izquierda constituya una alternativa a la derecha. De hecho, que sesenta y nueve diputados se hayan revelado irrelevantes constituye un auténtico fracaso democrático y político.

La segunda alerta se refiere al tipo de debates sobre los que se ha querido construir alternativas. Es muy fuerte, en buena parte de la sociedad española, la impresión de que quienes debían sumarse al cambio se han ido alejando de lo que interesaba a la ciudadanía para enredarse en sillones, nombramientos y agendas de otros.

Una tercera cuestión ha perturbado el debate político. La sensación de que muchas formaciones estaban arreglando asuntos internos mientras debatían el modelo de gobierno.

Lo que empezó siendo transversal acabó siendo radical; lo que se inicio como una cultura de izquierda autónoma ha acabado siendo una renuncia a la autonomía y al programa. Lo que era grito por el cambio se transforma ahora en alianzas para ser socialdemócratas en lugar de los socialdemócratas.

Cuestiones que no son menores de cara a las elecciones de Junio. Debemos saber si se le quiere ganar al PP o a Sánchez para saber que perspectivas de cambio real existen. La ciudadanía ha demostrado no estar muy entusiasmada con debates sobre sillones, con sobreactuaciones parlamentarias o con debates sobre incompatibilidades mutuas.

Mientras nos convocan de nuevo a otro momento histórico, convendría que nos detuviéramos en las señales de alerta que el mapa político nos trajo en Diciembre. Me temo que había menos de nuevo de lo que se decía.

Libertad Martínez

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