No lo digo yo. Ni tan siquiera el más cuerdo de los telespectadores. Ha sido ella misma, doña Mila Ximénez, la que ha dicho que «soy una mierda». Ha tenido que ir a Honduras para darse cuenta pero al menos para algo ha servido ya Supervivientes.
«Os he engañado a todos, pensé que podía pero no puedo. Me da pavor que llegue la noche, soy una mierda pero no puedo continuar con un equipo que lo está dando absolutamente todo, y yo los he mandado al infierno«. Si ese momento se lo pasan a la Academia hollywoodense le dan el Oscar del próximo año a la Mejor Interpretación Femenina. Y el del siguiente. Por cierto, ¿qué pasará al caer la noche en esa isla? ¿Hasta ahí llega Fredy Kruger? ¿Son vampiros los cámaras? Qué gran misterio.
Lo que está claro es que es otra que quiere largarse de ahí cuanto antes. La duda de cuánto aguantaría ha quedado resuelta. Hasta aquí hemos llegado. La mujer que ponía a caer de un burro desde Sálvame a todos los que iban a la isla, a los que se rajaban a las primeras de cambio, es la que está a punto de dar la espantada.
Vamos, al estilo Yurema, que pidió que la nominaran sus compañeros, suplicó a la audiencia que la echara y ahora está en Playa Itinerante con un moreno hondureño que, supuestamente, le tiene que enseñar técnicas de superviviencia.
A la ¿cantante? al verle parece que se le han quitado ya las penas por no ver a su madre enferma, «no me puedo quejar de compañero». A lo mejor hasta encuentra antes el amor que los protagonistas de esas 'First Dates' de Sobera que parecen de cachondeo.
Parecía tan feliz con su 'compañero' que hasta ni se dio por enterada de que Jorge Javier se hubiera cachondeado de ella, de su coeficiente intelectual, cuando al llegar a su nueva residencia le dijo que estaba en Madrid y que Podemos ahora estaba en el Gobierno, de ahí que la capital tuviera ahora playa.
Una no sabe si es más difícil que 'el coletas' llegue algún día a La Moncloa o que Madrid pueda tener una Malvarrosa en propiedad, pero sí estoy convencida de que si a Mila la dijeran que la van a poner a un 'morenazo' a su disposición si llega a Playa Itinerante cambiaría de inmediato su discurso de abandonar por el de que necesita que la audiencia la eche.
Eso sí que sería ganar el 'premio gordo' del concurso para ella, por mucho que tenga fama de 'pesetera' (¿se han dado cuenta de lo mal que suena lo de 'eurera'? Lo dejaría todo al grito de «más vale hondureño saludable en mano que cientos de Santanas volando«.
La mosca