Los pronósticos han fallado, de momento. Desde bastante antes de las elecciones generales celebradas el 20-D, la mayoría de los economistas preveía que la incertidumbre política que primero pronosticaban las encuestas y la que resultó de los resultados reales obtenidos, iba a tener consecuencias en la marcha de la economía. Y siendo cierto que muchas de las inversiones previstas se han frenado, no es menos cierto que tanto la actividad como el empleo se han comportado bastante mejor de lo esperado. El PIB creció en el primer trimestre del año un 0,8 por ciento, es decir lo mismo que lo hizo en trimestres anteriores, y el mercado laboral sigue evolucionando favorablemente. Por ejemplo, la subida del paro es la menor desde el mismo periodo de 2005 y se destruyeron casi la mitad de puestos de trabajo que en ese mismo periodo. Además, se ha creado más empleo a tiempo a completo y entre las personas adultas y que llevaban más tiempo en paro.
La incertidumbre política no ha ralentizado la economía
Tanto para el ministro De Guindos como para el responsable del servicio de estudios del BBVA quizás hay que hablar de que la incertidumbre política no ha ralentizado la economía, pero quizás podría habernos ido aún mejor si hubiéramos tenido hace ya meses un gobierno estable y reformista. Ciertamente, eso no lo sabremos. Pero lo que sí sabemos son las previsiones que el gobierno en funciones ha enviado a Bruselas. El Programa de Estabilidad para los próximos cuatro años prevé un crecimiento medio en el periodo del 2,5 por ciento y una tasa de paro al final del periodo próxima al 13 por ciento. Eso supone volver a contar con 20 millones de ocupados. En cuanto a la previsión de déficit público, el gobierno lo eleva en un punto frente a la anterior previsión, en la confianza de que Bruselas concederá a España un año más para cumplir con los objetivos. De momento, el pasado viernes se aprobó un recorte adicional de gasto de 3.000 millones de euros que hay que sumar a los 2.000 millones, que ya había aprobado en un anterior consejo de ministros.
A la vista de los datos que se van conociendo, parece que de momento la incertidumbre política no ha hecho mella este primer trimestre, excepto en algunos proyectos de inversión que se han parado o ralentizado. Veremos a partir de ahora. Faltan dos meses para las nuevas elecciones y de nuevo en el camino casi las mismas incógnitas. Las aguas bajan aún más revueltas en el Partido Socialista y no se sabe cómo acabarán las conversaciones de Podemos con IU y si, de llegar a buen puerto, lograrían dar el «sorpasso» al PSOE. Unos meses para la economía no es mucho, pero si al final 2016 es un año perdido para las reformas, ya veremos cómo eso sí podría afectar a la evolución económica.
Carmen Tomás