viernes, noviembre 29, 2024
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¿Un electorado agradecido?

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El electorado español podría sentirse agradecido con los políticos por la oportunidad de votar anticipadamente. Hay quien discute que el mandato dado por los electores el pasado 20 de diciembre fuese uno de entendimiento entre los diferentes partidos. Los votantes tenían entonces pocas referencias para una situación novedosa. De cara al 26 de junio el panorama ofrece ahora, en cambio, tres datos claramente fidedignos: el voto está repartido; hacen falta pactos entre la derecha y la izquierda para gobernar establemente el país; unos lo han intentado más que otros.

Tendrán, pues, los votantes la oportunidad de poder trasladar su papeleta a otra formación política. Probablemente un sector lo hará aunque presumiblemente la mayoría de los electores se mantendrá en sus opciones del 20-D. También es posible que unos trasvases se equilibren frente a otros lo que también favorecería un resultado semejante al de las pasadas elecciones. Salvo que flujos cambiantes de votos fortalezcan alguna opción para liderar claramente un gobierno de derecha o de izquierda, la necesidad de pactar entre partidos de todo el espectro político será aún más evidente.

Puede que aquellos electores dispuestos a calibrar su voto juzguen a quienes intentaron una gobernabilidad y a quienes apostaron desde el 21 de diciembre por la repetición de las elecciones que no son una «segunda vuelta» como pretende alguno para justificar el penoso objetivo, compartido, de volver a las urnas sin haberse esforzado por acomodarse al resultado del 20-D. Repetición no es segunda parte.

La necesidad de pactar será aún más evidente

Al respecto, es objetivable señalar que dos partidos negociaron y acordaron un acuerdo de gobernación que era claramente «transversal» como gusta decir ahora: satisfactorio para un amplio espectro de centro derecha y de centro izquierda. Tanto desde la derecha más clásica como de la nueva extrema izquierda esta sensatez les pareció inaceptable porque solo querían imponer su forma de pensar.

Desde un lado se ha aspirado solo a una continuidad de lo realizado durante los últimos cuatro años. Muchos españoles, incluso fuera de la órbita del PP, consideran que el gobierno popular ha gestionado correctamente la situación económica teniendo en cuenta la intensidad de una crisis aterrizada desde fuera, pero, también, muchos españoles, incluso en esa órbita del PP, estiman que el ajuste económico ha sido socialmente pernicioso y que ahora toca otra gestión económica. A ello respondía el acuerdo PSOE-Ciudadanos.

Rajoy solo ofreció un pacto formal para un gobierno, constituido por tres partidos, sin detallar un contenido que pudiera ser compatible con el mencionado acuerdo. Ciertamente, el PSOE lo puso difícil expresando una negativa a gobernar con el PP, pero desde Génova no solo no se hizo una oferta concreta para negociar con PSOE y Ciudadanos sino que dijeron que había que partir de una hoja en blanco demostrando así su ausencia de interés por acomodar las sensibilidades de los electorados del PSOE y de Ciudadanos.

En Podemos fue más evidente la pretensión de políticas inasumibles para la gobernación general del país porque respondían solo a su bolsa de votos. Sus políticas chocan demasiado con lo que comparten los otros tres partidos porque éstos entienden, dentro de sus diferencias, a veces importantes, que hay que operar en el marco constitucional existente, aunque sea mejorable, y en uno económicamente realista mientras Iglesias y los suyos piensan en términos antisistema, aspirando a otro marco constitucional, rompedor del actual, tras un anhelado “sorpasso” al PSOE, mediante una filosofía post marxista y objetivos políticos, económicos y sociales generalmente irrealistas. Las lecciones del hundimiento de la Rusia comunista y del fracaso del chavismo venezolano se analizan incorrectamente. Lo de trabajar solo dos días por semana, como ha dispuesto Maduro por escasez de electricidad, debe parecerles una meta interesante.

Es hora de aceptar y corregir errores

Los actores de cara al 26 de junio son los mismos y sus discursos políticos serán semejantes a los de la pasada campaña electoral. Solo se añadirá el lógico de culpabilizar a los demás del fracaso general. Lo que debiera interesar ahora a un electorado malhumorado por la repetición electoral y la persistente corrupción será percibir quien está dispuesto a pactar, con quien y qué se puede pactar, eliminando líneas rojas. Desde esta perspectiva, el pacto PSOE-Ciudadanos es un telón de fondo real aunque no vigente.

Es, asimismo, hora de aceptar y corregir errores. Pedro Sánchez ha admitido, acertadamente, que se equivocó en la forma, no en el fondo, al decir a Rajoy que no era decente (políticamente) por los mensajes a un Bárcenas encarcelado. Queda que Rajoy acepte la consecuencia de su propio error de animar al tesorero enjaulado. El pecado de la forma fue, en este caso, venial y el del fondo mortal por impropio de un Presidente del Gobierno. Su reconocimiento implicaría su retirada de la política. Pero Rajoy juega al continuismo así como los que le votan.

 

Carlos Miranda

Embajador de España

 

 

Carlos Miranda

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