miércoles, noviembre 27, 2024
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«¡Pues vaya castaña de campaña!»

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Con la afluencia de los políticos, este 2 de mayo, a salvar la patria que algunos de ellos pusieron en peligro, comenzará oficialmente el conteo hacia las elecciones generales. Y, aunque aún no oficialmente -no ocurrirá hasta el 10 de junio-, se iniciará, como si no estuviese ya más que iniciada, la campaña electoral, de la que ahora hablaremos. Y, ante esta campaña, teniendo en la mano los sondeos aparecidos este domingo, se comprueban algunas cosas: por ejemplo, el riesgo del PSOE de Pedro Sánchez de quedar emparedado entre un posible -no sé si probable- acuerdo entre el Partido Popular y Ciudadanos, y un definitivamente probable pacto entre Podemos y la Izquierda Unida que comanda Alberto Garzón. O sea: que estamos nada menos que ante una redefinición de lo que es, o debería ser, la derecha y lo que es, o en lo que habría de convertirse, la izquierda. Cosa que debería haber suscitado la reflexión al menos teórica de quienes llevan desde el pasado 20 de diciembre, que se dice pronto, frustrando la posibilidad de que España tuviese un Gobierno estable, y no en funciones y sin funcionar.

Este 2 de mayo, día significativo donde los haya, contemplaremos la aglomeración de muchos de 'ellos' en la Puerta del Sol (pero dentro del palacio de Correos, no fuera, como los del 15M), con los periodistas correteando por los corrillos, teniendo a Mariano Rajoy nuevamente como principal protagonista, que para eso su partido encabeza las quinielas ganadoras el 26 de junio, aunque él, su presidente, figure a la cola de las preferencias de los votantes. Y esas mismas encuestas, para lo que valgan dentro de menos de dos meses, cuando acudamos a la realidad tangible de las urnas, dicen que la suma de PP y Ciudadanos, quién sabe si con Mariano Rajoy aún en cabeza, podría gobernar el país. Teniendo como principal oposición a una suma de Podemos e Izquierda Unida, con el PSOE (que entonces ya no tendría, claro, a Pedro Sánchez a la cabeza) como tercera fuerza en discordia.

Bienvenidos a la campaña, que, por lo visto, va a ser una castaña. Pilonga

Y todo esto, tras una campaña que algunos quieren meteórica, de diez días -bueno, oficialmente son quince; tampoco es para tanto la propuesta 'reduccionista'-, sin vallas, ni banderolas, ni 'mailings', ni Bertín Osborne en tu casa o en la mía. Es decir, se quiere una campaña sin que casi se note que es una campaña, institución -o casi- tradicional que teóricamente sirve para alentar y esclarecer el voto, y en la práctica se utiliza para mentir, atacar sin piedad al otro y, sobre todo, enaltecer el ego del candidato, que aparece en los reportajes de las teles en locales siempre a rebosar, aplaudido y con globos y confeti, besando niños y haciéndose 'selfies' con atractivas/os jóvenes. ¿Y a todo esto es a lo que se quiere poner sordina? «Pues vaya castaña de campaña que nos preparan«, me dijo este sábado, en broma pero no tanto, el actual y futuro cabeza de lista de una candidatura provincial, que no se cree nada: «la campaña ha comenzado hace tiempo, todos sabíamos que se iban a repetir las elecciones y que seguiríamos en los puestos en los que estábamos; no nos hemos despedido del escaño, sino que le hemos dicho 'hasta luego'». Y lo que es peor, aunque no lo dijese mi amigo el candidato: con los mismos mensajes, idénticos 'tics', con los vetos de siempre para captar los votos de siempre.

Uno comprueba, en efecto, un afán regeneracionista meramente formal en lo que las campañas vayan a significar. No acaba uno de encontrar ideas nuevas para el fondo de esta necesaria regeneración democrática. Ni un atisbo de ese debate, que vendrá impuesto por la realidad, al que antes me refería, acerca de hacia dónde deben encaminar sus pasos la 'nueva' izquierda -esa que va mucho más allá de las proclamas sindicales del 1 de mayo- y la 'nueva' derecha -esa que ha de pensar mucho más lejos del inmovilismo del 'para qué cambiar si todo va bien'-. Eso, suponiendo que todavía existan esas dos orillas, esas dos clasificaciones clásicas de las dos españas. Y ahí, sospecho que tanto Mariano Rajoy como Pedro Sánchez -casi anulado en los medios por Susana Díaz en el comité federal del pasado sábado- tienen todavía mucho que decir y más aún que pensar si no quieren ser sobrepasados por los 'emergentes'. O sea: que estamos como antes del 20 de diciembre, sin haber avanzado un solo paso en otra cosa que no sea el escepticismo del hombre de la calle ante la conducta de quienes pretenden ser sus representantes. Bienvenidos a la campaña, que, por lo visto, va a ser una castaña. Pilonga.

Fernando Jáuregui

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