A la edad de siete años, John Lydon(1956) contrajo un terrible brote de meningitis, dejándolo en coma durante tres largos meses. Como consecuencia, perdió la memoria, sus capacidades psicomotrices, el habla y acabó teniendo que confiar en “extraños”. Y lo que es más importante, lo dejó en búsqueda de explicaciones, un proceso que aún a día de hoy continúa. Fueron cuatro los años necesarios para recuperar algo cercano a la normalidad: “No busco autocompasión, busco respuestas”, subraya.
En su última autobiografía, ‘La ira es energía’ (Malpaso 2015), y el último disco (‘What the World Needs Now’) de su grupo Public Image Ltd, también conocido como PiL, aborda el tema de la lucha de Lydon por encontrarse a sí mismo.
-¿Se siente mejor al escribir ahora sobre el tema?
-Sí, claro. El problema era… el sentimiento de culpa.”
-¿Qué es lo que le hacía sentirse culpable?
-Olvidé quiénes eran mis padres. Sientes una profundísima tristeza y culpabilidad cuando te olvidas de aquellos cercanos a ti.
El estilo único de Lydon a la hora de cantar no fue una loca invención del manager de los Sex Pistols (grupo emblemático del punk de los años 70) en una sala de ensayos. La postura inclinada y la mirada fulminante que desprendía el líder de esta banda, era todo retazo de la enfermedad. Además, tenía que exagerar la pronunciación para hacerse entender.
-Las palabras son mi arma, está en mi naturaleza. Me encanta Led Zeppelin, pero las letras de Robert Plant se pierden a veces totalmente en las canciones.
Los sentimientos de culpabilidad se reflejan de una manera clara en los temas 'Whole Life Time' y 'I'm Not Satisfied'.
-Era como si nada hubiera pasado, pero algo pasó de verdad.
Dada la reticencia de Lydon a la hora de hablar del tema hasta hace muy poco, los prejuicios e ideas preconcebidas estaban a la orden del día y eran fáciles de creer. La imagen pública caricaturesca, la parodia, el postureo, se confundía con una artimaña publicitaria. Lydon nunca se ha negado a actuar para las masas, especialmente con micrófono y cámara delante.
Bajo el pseudónimo de Johnny Rotten en su época con los Sex Pistols, atemorizó a la clase conservadora británica con sus miradas burlonas, sus escupitajos y su crítica hostil. Los Pistols se convirtieron en los líderes de un movimiento que reaccionaba ante la mundanidad de la rutina del día a día, rechazando al máximo los dogmas; sin normas y sin reglas. Por supuesto, a los medios les encantaba odiarles.
Durante nuestra conversación, salta a la vista que Lydon ha pasado página y está en una nueva fase de su vida y su música. Eso sí, no ha perdido el deseo de crear.
PiL por fin llegará a España esta semana (San Sebastián el día 4, Valencia el 6, Santander el 7 y Madrid el 8 de mayo) para comenzar su gira europea.
-En los últimos 15 años hemos tenido bastantes dificultades para actuar en España… ahora, con nuestro propio sello discográfico hemos encontrado la forma de abrir puertas. Espero que vuestra paciencia se vea premiada.
Por primera vez, los integrantes de la banda se mantienen con respecto a su anterior álbum en 2012 (‘This is PiL’). Lu Edmonds (guitarra) y Bruce Smith (batería) han estado junto a Lydon desde 1986, pero se conocen desde finales de los 70. La indiscutible condición de punk de Edmonds y Smith se estableció cuando formaban parte de los grupos ‘The Damned’ (Edmonds) y ‘The Pop Group’ (Smith). “La Santísima Trinidad de la experiencia punk” en las propias palabras típicas del londinense Lydon.
La incorporación del bajo Scrott Firth al grupo hace cinco años generó un atisbo de sorpresa y duda entre los fans, admite Lydon.
-Todo lo que hicimos fue responder a un anuncio de internet en el que decía que había tocado con todo el mundo, desde Stevie Winwood hasta las Spice Girls… y ese es concretamente el tipo de persona que me interesa… siempre he querido un grupo con una base fuerte de bajo, pero cuando das con un tío que de verdad sabe tocar… hay una diferencia muy notable.
Al escuchar temas nuevos como ‘Corporate’ y ‘Double Trouble’ comprobamos la predominancia del bajo y la batería. ‘Double Trouble’, tema que Lydon escribió sobre las ridículas discusiones con su mujer por nimiedades, es una vuelta atrás a sus días más punk; a pesar de que la angustia de adolescente se ve reemplazada por las frustraciones de disputas domésticas. Disputas, por cierto, que Lydon promueve como parte de la fórmula de la felicidad.
-Mi mujer, Nora, se parte de risa con esa canción porque nos enzarzamos en una discusión muy subida de tono por una reparación del retrete de casa… no puedes hacer más que reírte de lo ridículo de la situación… Nos dijimos una cantidad incontable de barbaridades el uno al otro, y acabamos rompiendo a llorar de la risa. Pero tienes que dejarlo salir. A todas las parejas les recomiendo que, de vez en cuando, tengan una buena puta sesión de gritos.
Pero la música de PiL no se basa tan solo en el enfado. Los sonidos van variando sin vacilar entre canciones. ‘Betty Page’ empieza con un Lydon entristecido, para terminar rompiendo en un estribillo al más puro estilo Bowie. El propio Lydon cree que esta variedad de sonidos y estilos es un reflejo de su naturaleza, más que una contradicción; moviéndose continuadamente de un tema a otro, se encuentra básicamente en un flujo constante dado su interés por seguir aprendiendo en todo momento. Es casi como si la enfermedad que lo hizo tener que aprender de nuevo todo lo hubiese condicionado de por vida. Como en sus canciones (véase ‘Rise’) Lydon vuela desde lo amable y lo alegre a lo profundamente serio y filosófico en un abrir y cerrar de ojos. El cantante hace una comparativa con el cómico Robin Williams, resumiéndose con ella a si mismo también:
-Le vi hace años, y me impresionó por completo. Podía despotricar y desvariar y farfullar y pasar de un tema a otro, y ser ingenioso, inteligente y perspicaz al mismo tiempo.
Al pedirle una definición de su propia música, Lydon la describe como “opera en su sentido más puro, considerada en sus comienzos como la música folklórica para gente de la calle en Italia, antes de convertirse en música elitista y para privilegiados”
La enfermedad y escasa salud traen con frecuencia consigo la muerte. La gran paradoja del dolor y el sufrimiento de Lydon cuando tan sólo era un niño, es que ha recibido el regalo de la vida siendo adulto. En un año que ha visto a grandes iconos dejarnos para no volver, John Lydon es uno de los últimos bastiones del rock.
-Naces, sufres, mueres, pero… sufre todo lo que puedas.
Matthew Kennington