jueves, noviembre 28, 2024
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Imperio de intolerancia

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Dice el refranero que el hábito no hace al monje. También dice que debajo de buen sayo, a veces hay un hombre malo…

Es cierto que la llegada de Jorge María Bergoglio ha traído nuevos aires a la iglesia, un intento de cambiar las cosas, en fondo y forma: no hay más que recordar la autocrítica realizada por el Papa sobre el papel de la iglesia en la sociedad, su entendimiento hacia la laicidad del Estado, su defensa de una presencia “más incisiva” de la mujer en la iglesia o su comprensión hacia los homosexuales: “Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, quién soy yo para juzgarla”.

Sin embargo, parece que la mano de Bergoglio no alcanza a toda su prelatura. No al menos a cardenales como Antonio Cañizares. Sólo hay que ver el mundo que media entre las palabras del Papa hacia mujeres y homosexuales y las del cardenal valenciano al arremeter contra “el imperio gay y ciertas ideologías feministas”. Todo eso, dicho en una misa celebrada en víspera del Día Internacional contra la Lesbofobia, la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia y en una comunidad que es la tercera de España en número de delitos de odio por razón de orientación sexual.

Pueda que las palabras de Antonio Cañizares no sorprendan. A fin de cuentas, vivimos en un país en que gobierna, si bien ahora en funciones, un partido, el Partido Popular, que ha hecho bandera de la lucha contra el reconocimiento de los derechos de colectivos como el LGTBI –he ahí su recurso ante el Tribunal Constitucional contra el matrimonio igualitario, aunque Mariano Rajoy y la plana mayor del PP se permitieran acudir a la boda del vicesecretario Javier Maroto– o como el de las mujeres: solo hay que recordar la ofensiva lanzada esta legislatura contra la ley del aborto o los recortes presupuestarios en materia de lucha contra la violencia de género o en materia de igualdad entre mujeres y hombres.

El Partido Popular ha hecho bandera de la lucha contra el reconocimiento de los derechos de colectivos como el LGTB o el de las mujeres

El problema, sin embargo, es que llueve sobre mojado en el mar de la intolerancia hacia las mujeres –terrible recordar las palabras del arzobispo de Granada diciendo que “si la mujer aborta, el varón puede abusar de ella”– o hacia el colectivo LGTBI, con las invectivas lanzadas por obispos como el de Córdoba –“La Unesco tiene programado para los próximos 20 años hacer que la mitad de la población mundial sea homosexual”– o el de Segorbe, contra la educación sexual impartida en las aulas porque, en su opinión, se reducía “al reparto de preservativos y a la movilización y exaltación de la homosexualidad y el lesbianismo” .

Quizás baste recordar, sin embargo, que según los últimos estudios de la OMS, una de cada tres (35%) mujeres en el mundo han sufrido violencia física y/o sexual de pareja o violencia sexual por terceros en algún momento de su vida o que un 38% de los asesinatos de mujeres que se producen en el mundo son cometidos por su pareja. En España, son ya 21 las mujeres asesinadas este año.

O quizás baste recordar que más de 25 años después de su retirada de la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud, la homosexualidad continúa siendo perseguida en 78 países, acarreando incluso pena de muerte en muchos de ellos, y que una reciente encuesta a nivel europeo ha puesto de manifiesto que el 80% de quienes respondieron denunciaron haber sido objeto de comentarios negativos o acoso en la escuela, algo que evidencia que el respeto a la diversidad es una tarea en la que hay que perseverar y en la que no se puede bajar la guardia. De hecho, la consciencia de esta situación es la que nos ha llevado en la Delegación Socialista Española en el Parlamento Europeo a promover una declaración de la Eurocámara para instar a la Comisión a que adopte medidas para combatir la homofobia, la transfobia y la bifobia tanto dentro como fuera de la UE, para promover la igualdad de trato y la no discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género; para contribuir a la prevención y erradicación del acoso y para promover servicios que proporcionen apoyo a la población LGTBI víctima de discriminación en cumplimiento de lo mandatado por el Tratado de la Unión Europea y la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea.

Ante el auge de la intolerancia, el racismo y la xenofobia a lo largo y ancho de Europa, conviene no bajar la guardia dentro de nuestro propio país para no dar pasos atrás hacia tiempos en los que se pretendía imponer unas muy determinadas formas de vida y gobernar las conciencias. Si hay un imperio que temer es el de la intolerancia.

José Blanco

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