miércoles, noviembre 27, 2024
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Batallas

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Hace unos años, cuando la crisis empezaba a asomar, pero no había mutado aún en la hidra de mil cabezas que ha acabado siendo, un analista demoscópico tomó la decisión de ligar su recomendación sobre la convocatoria de unas elecciones a la valoración del candidato a quien asesoraba. ¿La razón? La alta valoración del candidato hacía prever, a su buen entender, un gran respaldo en las urnas. Craso error. Lo único que atestiguaba aquella alta valoración era que el candidato en cuestión no generaba rechazo en el electorado de las otras fuerzas en liza. Pero de no generar rechazo a generar atracción dista un abismo.

Algo parecido estamos viendo estos días. Según algunas encuestas, el Partido Socialista sería la fuerza sobre la que se está cargando la mayor responsabilidad por la repetición de elecciones. Esto, según múltiples firmas de las que vierten sus opiniones día sí y día también en nuestro firmamento mediático, sería la prueba irrefutable de un distanciamiento del electorado. Nuevamente, error: ni que te valore quien no te va a votar te garantiza un buen resultado electoral, ni que te culpe quien no te vota –en este caso, votantes de Partido Popular y Podemos, una vez más en confluencia– te penaliza. Ahora bien, es fuente de titulares y de letras gruesas, muy gruesas…

Desde luego, el Partido Socialista tiene responsabilidad en la convocatoria de estas elecciones: si no hubiera sido por su paso adelante, es probable que aún siguiéramos rehenes de la parálisis a que Mariano Rajoy quería someter a nuestras instituciones democráticas. Igualmente, del Partido Socialista es la responsabilidad de haber intentado dar un gobierno de cambio a España, oportunidad frustrada porque una fuerza que se reclamaba de cambio decidió que el único cambio a que aspiraba era al de su puesto por el del Partido Socialista y, mientras eso no fuera posible, que continuara Mariano Rajoy como gestor de sus ambiciones.

Ahora, en una repetición de la estrategia de las pasadas elecciones, el Partido Popular y el magma de Podemos pretenden hacernos creer que en esta campaña solo compiten dos opciones: las suyas.

Por un lado, un PP con una propuesta de más de lo mismo, salvo alguna cosa: concretamente, la tomadura de pelo de que pretendan convencer a la ciudadanía de que en la próxima legislatura van a bajar los impuestos, ellos, que han decretado la mayor subida de impuestos de la democracia, que han elevado la deuda pública a techos históricos, que han colocado a la Seguridad Social en la senda de la quiebra por un modelo laboral que ha devuelto a España una figura olvidada: la del trabajador pobre.

Por otro lado, un Podemos que trata de ocultar su rechazo a Europa o la inconsistencia de su programa de gasto público bajo la sonrisa de la Arcadia feliz, de ahí los sudores fríos que genera a sus estrategas tanta bandera comunista de los últimos en subsumirse en el caldo electoral de Pablo Iglesias. No deja de ser llamativo que los discípulos de Julio Anguita hayan pasado del “programa, programa, programa” al “sonrisa, sonrisa, sonrisa”, como si de un anuncio de clínica dental se tratara…

Sí, el Partido Socialista tiene responsabilidad, mucha responsabilidad en la España que vivimos: en haber integrado a España en Europa; en haber edificado los sistemas públicos de educación, sanidad y pensiones; en haber equiparado a España en derechos de ciudadanía con, y no en pocos ámbitos situado a la vanguardia de, el resto de Europa.

Ese es la socialdemocracia española, la que no necesita etiquetas, ni disfraces ni travestismos. La que ha protagonizado todos los grandes cambios de este país, la que ha hecho causa y bandera de la protección contra la enfermedad, de la extensión de la educación, del cuidado frente a la dependencia, de la lucha contra toda discriminación, de la defensa de los derechos de ciudadanía, de la justicia social. La que no ha dado una sola batalla por perdida. En política, no hay batalla más perdida que aquella que no se da. Y nunca he visto al Partido Socialista renunciar a dar una batalla. Por eso es el Partido Socialista.

Visto el objetivo único de Podemos está claro que solo hay una posibilidad de cambio: o el Partido Socialista gana las elecciones o Mariano Rajoy repetirá como inquilino de La Moncloa otros cuatro años.

José Blanco

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