miércoles, noviembre 27, 2024
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Campanas

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A estas alturas, ya habrán leído y escuchado mil titulares, mil análisis, mil cábalas sobre los resultados arrojados por las urnas. Lo más significativo para mí, sin embargo, y visto lo sucedido tres días antes en el Reino Unido y su eco en todos los movimientos eurófobos que tratan de socavar el proyecto europeo, es que la ciudadanía española ha frenado en seco el crecimiento del populismo en nuestro país y, con ello, ha ayudado a hacerle frente en una Europa que atraviesa una crisis existencial de resolución incierta.

Como primera reflexión, cabe resaltar que las grandes derrotadas de la noche electoral han sido las empresas demoscópicas. Llevadas por el efecto redil, todas ellas, sin discusión, apostaron por un estancamiento del PP y el sorpasso de Unidos Podemos al PSOE y todas ellas se equivocaron. En estas elecciones, cabría preguntarse si no han actuado más como casas de apuestas que como casas de encuestas, condicionando con sus previsiones tanto el resultado electoral como el análisis del mismo.

En cuanto al Partido Popular, es probable que el terremoto causado por el referéndum británico haya jugado a su favor, otorgándole el empujón final para cosechar una victoria más amplia que hace seis meses: ante la incertidumbre y los negros nubarrones que se ciernen sobre Europa, el electorado ha apostado por un viejo conocido para romper el bloqueo nacido del 20-D.

Mariano Rajoy tiene razones para sentirse satisfecho en esta vida extra que disfruta gracias a la respiración asistida de Pablo Iglesias y la coalición multipartita que lidera, pues su partido se ha alzado con una victoria mayor de lo vaticinado a pesar de todos los pesares. Sin duda, nadie como Rajoy conjuga el verbo resistir. Veremos si Albert Rivera mantiene el veto anunciado sobre su figura habida cuenta de lo mermado que ha salido Ciudadanos de estas elecciones.

Por lo que respecta al Partido Socialista, su paso al frente en la pasada legislatura para intentar liderar un gobierno sin haber ganado las elecciones le ha reportado la pérdida de otros cinco escaños. Pese a la magra cosecha, el PSOE ha logrado mantener su posición como fuerza hegemónica de la izquierda cuando todas las encuestas le daban por muerto y enterrado. Una buena noticia para el PSOE y para España. Quizás es que las encuestas no consiguen captar la fibra sentimental que sigue uniendo a millones de personas en toda España con este partido. Quizás es que la ciudadanía le sigue percibiendo como la gran referencia de la izquierda y dique contra soluciones populistas de imposible cumplimiento. No obstante, nada de eso puede ocultar que el Partido Socialista, un partido de gobierno, sigue escarbando su suelo: no solo es que se agrande aún más la brecha con el Partido Popular, sino que además este partido, con todo lo que ha llovido, ha logrado hacer calar su imagen de puerto seguro ante la incertidumbre, incrementando sus apoyos en más de 4 puntos.

Podemos ha vuelto a ser tercera fuerza y no ha conseguido ninguno de los objetivos que se había trazado. No es que no haya habido sorpasso al Partido Socialista en escaños –se ha quedado en los mismos que tenía y lejos del PSOE, el único rival a batir para esta hidra de mil cabezas–; es que ha registrado un retroceso muy significativo en votos: ha perdido 1 de cada 5 votos, 3,3 puntos, la mayor caída de las cuatro grandes fuerzas, y ha pasado de recabar 580.000 votos más que el PSOE a quedar más de 400.000 por debajo. Si por separado Izquierda Unida y Podemos lograron hace seis meses el 24,4%, unidos no han podido revalidarlo, cayendo al 21,1. Quizás aún más preocupante para la organización de Pablo Iglesias es que ha empeorado resultados en todas las comunidades autónomas, salvo en dos, y en su batalla con el PSOE se ha visto sobrepasado por los socialistas en 11 comunidades autónomas, además de en el resultado global. Es la diferencia entre ganar en las encuestas o ganar a las encuestas. Es el coste de haber frustrado las ansias de cambio de la sociedad española. Es el coste de pretender ser todo y nada a la vez y travestirse en lo que haga falta.

¿Y el sudoku de la gobernabilidad?

Del 26-J sale un bloque de centro-derecha muy reforzado, que hace inviable cualquier alternativa de gobierno al Partido Popular. Juntos, PP y Ciudadanos suman 169 escaños, a siete de los 176 que otorgan la mayoría absoluta. Sumadas otras fuerzas como PNV (5) y Coalición Canaria (1), se quedarían a uno de esa cifra. Y ello sin tener en cuenta a la derecha independentista de Convergència, que ha mantenido su representación.

Por el contrario, el peso de la izquierda en el Congreso se ha visto reducido debido a la jugada de Pablo Iglesias. De la pinza de Anguita con Aznar hemos pasado al trampolín de Iglesias con Rajoy. Tanto ansiaba emular a Syriza y superar al Partido Socialista que no le importó sacrificar la única posibilidad de gobierno de progreso viable con tal de tentar a la suerte para sustituirle como partido hegemónico de la izquierda. Ahora, el egoísmo, la arrogancia, el travestismo exhibidos han traído como consecuencia un refuerzo de la derecha que acabarán pagando los ciudadanos con su bienestar.

Demasiado echar las campanas al vuelo, para acabar preguntándose por quién doblan…

José Blanco

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