Es la palabra de moda, la que más se pronuncia estos días en los círculos de poder y la que provoca más especulaciones.
Se cruzan apuestas en torno a la abstención, se intenta leer entre líneas el artículo de Felipe González para tratar de adivinar si el ex presidente intenta decirle a Sánchez que sería conveniente que se abstuviera, aunque Sánchez debe saber lo que piensa porque bien que le llamó en cuanto se conocieron los resultados electorales y se fue a hablar largo y tendido con él. Y aún hay quien dice que Felipe González no pinta nada en el PSOE y pasó a la historia… Va a ser que no. Al menos el secretario general del partido debe creer que su opinión importa. Y es evidente que importa, aunque no sea más que por la mucha experiencia acumulada y porque no ambiciona nada y por tanto sus análisis y sugerencias no son interesados. No como ocurre con tantos otros que lanzan recaditos al oído, en el PSOE y en lo que no es el PSOE, tratando que el recadito les permita continuar en el machito o alcanzar un lugar en el machito.
Cualquier político o periodista que siga la cosa pública advierte a la legua el mucho teatro que se vive estos días
Cualquier político o periodista que siga la cosa pública advierte a la legua el mucho teatro que se vive estos días. Pregunté a un barón socialista si la abstención a Rajoy se produciría en la segunda votación de la primera investidura y me respondió que a lo mejor llegaba en la segunda votación de la segunda investidura. Pregunté a otro barón y respondió abiertamente que creía que sí, que en la segunda de la primera. Ninguno de los dos se llevó las manos a la cabeza y negó tajantemente que se fuera a producir esa locura, permitir con su abstención que Rajoy siguiera siendo presidente. Porque la locura sería ir a unas terceras elecciones, y como se pongan tontos los socialistas podrían provocarlas. Entonces sí que ya podrían ir pensando en qué hacer con su vida, porque el castigo en votos sería monumental.
Más todavía que el del 26-J, que intentan presentar como algo que tiene un pasar porque no se produjo el anunciado 'sorpasso'. Fue una espléndida noticia, pero cualquiera con dos dedos de frente advierte que el PSOE lleva cuatro elecciones en las que empeora los resultados anteriores… y todos ellos eran los peores de su historia en ese momento. Así que, con ese panorama, más le vale al PSOE hacer caso a Felipe González, Vara, Emiliano y tantos otros que dicen que lo que toca es dejar que el PP gobierne.
Un PP con nervios. Se deben producir importantes nombramientos, gobierne o no gobierne –que va a gobernar, se admiten apuestas-, entre ellos el portavoz parlamentario, cargo absolutamente clave porque será quien lleve el peso de las importantísimas negociaciones que debe hacer todo partido que gobierna en minoría.
Rafael Hernando, que se ha dejado la piel negociando en la legislatura corta y se la sigue dejando en ésta que se acaba de iniciar, (aunque esta periodista debe confesar que no daba un duro por él cuando fue elegido) parece que va a ser sustituido. Pero Rajoy no le va a dejar en la estacada, suele premiar a los que demuestran lealtad absoluta al partido. Se rumorea que podría relevarle quien fue su antecesor, Alfonso Alonso, pero también suena el nombre de Pablo Casado. Como se rumorea que en los próximos años se producirá un salto hacia a arriba de dos de los vicesecretarios, Maíllo y Maroto. No de Arenas, que sigue teniendo un peso que pocos sospechan… pero en la sombra.
Rivera dice ahora que está dispuesto a negociar con Rajoy, y que nunca puso veto a que fuera presidente. Hombre… que hay declaraciones interpretables, pero otras que son de imposible interpretación porque son absolutamente tajantes, incuestionables. Aunque en política, o al menos en la política española, se da mucho el donde dije digo, digo Diego, pero en lugar de admitir que se cambia de criterio, se echa la culpa al mensajero.
El 19 se inicia el primer pleno de la legislatura que elegirá el nuevo presidente del Congreso, y se harán toda clase de quinielas. Pocos sin embargo estarán pendientes del Senado, y sin embargo en los próximos años va a ser una Cámara fundamental.
El PP cuenta con mayoría absolutísima, y con algunas atribuciones importantes. Por ejemplo, que el Senado tiene la última palabra sobre el techo de gasto, elemento básico para elaborar los presupuestos generales del Estado. Asunto que deben tener en cuenta los que aún dan vueltas a la idea del llamado “gobierno de progreso”. Con el PP mandando en el Senado y bloqueando las iniciativas “del cambio”, ese supuesto gobierno no duraría más de un año. Porque es el tiempo que la Constitución marca como periodo en el que no se pueden presentar mociones de censura, cuestiones de confianza ni disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones.
Pilar Cernuda