miércoles, septiembre 25, 2024
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Una visión estratégica de nuestro futuro como país

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Hace dos años la OCDE, en su informe sobre la gobernanza pública en España, señalaba: “La buena gobernanza, requiere gobiernos con una perspectiva de futuro y una visión estratégica clara, que vaya más allá de las acciones inmediatas y del contexto actual”.

Leyendo los programas electorales de los principales partidos podemos tratar de comprobar si estos tienen tal visión estratégica, o solo contemplan el corto plazo de una legislatura.

En el corto plazo, lo que somos condiciona lo que se puede hacer, mientras que en el medio plazo, la dirección estratégica de una organización es la que debe indicar que estructura y recursos son deseables para alcanzar los objetivos.

Mirar el futuro que queremos como sociedad en el contexto de un mundo globalizado es ir más allá de una legislatura, para establecer los criterios con los que abordar el momento actual. Es necesario gestionar conjuntamente el hoy y el mañana, lo urgente y lo importante.

Reindustrialización, creación de empleo, digitalización, cambio de modelo productivo… aparecen en casi todos los programas. ¿Qué hay más allá de su enunciado?

Reindustrialización. País Vasco, una  tasa de paro 6 puntos por debajo de la media de España, con el empleo industrial casi diez puntos por encima del resto del país. El sector del automóvil, que exporta el 83% de su producción, con su flexibilidad y su potente industria auxiliar, han resistido mejor la crisis y sus efectos sobre el empleo. La conclusión parece evidente. Pero la sobreproducción de acero chino inunda los mercados y genera una crisis en la industria siderometalúrgica europea y española. Entonces, ¿reindustrializamos? ¿A qué tipo de industria nos queremos referir cuando usamos ese concepto?

Algunas tendencias ya presentes. “La industria regresa de la mano de los robots” (El País, 10 de junio); el “SpeedFactory” de Adidas en Alemania será una planta piloto automatizada para la producción de zapatos deportivo, con su “tecnología robótica inteligente”,  en base a más de 120 sistemas de impresión 3 D. Hoy, los call center de atención al cliente son atendidos por autómatas, cuando hace poco tiempo eran atendidos por trabajadores de países de América Latina, India o Filipinas, de salarios mucho menores que lo equivalentes españoles o británicos. Por el contrario, los call center para la venta, están ahora en países europeos.

No cabe obviar los efectos que estos cambios tendrán en el mercado de trabajo, tanto en su aspecto cuantitativo como cualitativo. Según la OCDE, el 12% de los empleos en España están en riesgo por la automatización. Somos junto a Alemania y Austria los más afectados de los 21 que ha estudiado la organización.

Digitalización. El nuevo mantra al referirnos a la industria que queremos. ¿Qué dicen los expertos? Los de Accenture, al referirse a la digitalización creciente del coche, sugieren que sus fabricantes, deberían entrar a ofrecer servicios de mayor valor añadido que la mera fabricación, de escaso margen, como los llamados infotainment (información y entretenimiento), que surgirán en breve con la conexión del coche a internet.

Este “coche conectado”, junto a nuevos modelos de negocio, la economía colaborativa, el coche sin conductor, hacen que directivos de esta industria, como el Consejero Delegado de Ford, o el Presidente de Volkswagen, declaren que sus empresas deben transformarse y convertirse más en empresas de servicios de movilidad, en la perspectiva de que la fabricación de coches podría subcontratarse a terceros.

Pero la digitalización, en cuya ola nos encontramos, es solo una estación de paso. Hace unos meses la Academia de Ciencia e Ingeniería  de Alemania alertaba de que la capacidad de competir de muchas de sus industrias vendría dada por la capacidad de ofrecer servicios desarrollados a partir de los datos y la información generada por los sensores insertos en sus productos y conectados permanentemente a Internet. Es “la Internet de las cosas” (IoT).

Pensemos en un aficionado al tenis. Al terminar su partido su raqueta, que lleva un sensor incorporado, conectado a internet, le señala como ha dado sus golpes, y con ello las áreas de mejora que deberá trabajar con su profesor, pues la información se almacena y permite medir los progresos. Ya existe, hace dos años la introdujo Bobacat.

La consultora tecnológica Gartner predecía en 2014 que para el 2020 habría 35.000 millones de dispositivos conectados a Internet. Hoy posiblemente esa cifra se haya quedado pequeña.

El dilema no es si queremos basar nuestro desarrollo en la  industria o en los servicios, sino como impulsar actividades de alto valor añadido, de una forma cada más eficiente y sostenible.

Como ya avanzaba Jeremy Rifkin en “La Sociedad de Coste Marginal cero”,  la producción bajo demanda y personalizada (impresión 3-D), la conexión permanente de bienes  y servicios (Internet de las cosas, IoT), y la disminución de los costes de la energía, con las energías renovables, supondrán un cambio en el modelo económico y social actual. ¿Qué hacemos, y con qué ritmo, para protagonizar ese cambio que ya está anunciado?

Cambio del modelo de productivo. Solo es posible hacerlo en el medio plazo, y para ello deben definirse,  desde ahora, los objetivos, las herramientas y las acciones concretas, para desarrollar el proceso de cambio necesario, que es necesariamente un proceso realimentado.

La situación de partida. Junto a empresas líderes mundiales en diversas actividades, y buenas infraestructuras en Tecnologías de la Información (TIC), España, la 13 economía del mundo por tamaño, es la 34 en el Índice de Innovación Global de 2015, o la 37 por la facilidad para desarrollar negocios.

¿Cabe hacer algo más que mejorar nuestros factores de producción (educación, costes energéticos, facilidad para el emprendimiento, trabas burocráticas, infraestructuras…) para escalar posiciones en esos ranking?

Sí. Convertir nuestras ciudades en la plataforma de cambio desde la que impulsar nuestro protagonismo como país.

Las ciudades son diversas en sus necesidades: movilidad, eliminación de residuos, sostenibilidad y medioambiente  (consumen el 75% de la energía mundial y generan el 80% de la emisión de CO2), eliminación de la pobreza, seguridad, ocio y cultura…

Pero también reúnen los recursos y capacidades con los que abordarlas y donde se da, sobre todo, tanto la acumulación de talento como su diversidad. Esa capacidad, como decía Steve Jobs, de “conectar los puntos”, que está en la base de la creatividad y la innovación, que surge en la interacción social, en el dialogo con la sociedad.

Hagamos de nuestras ciudades, ciudades inteligentes, conectadas y sostenibles, una palanca que impulse el desarrollo de actividades de gran valor añadido que al tiempo que mejoran la calidad de vida de sus ciudadanos, sirvan también, a modo de círculo virtuoso, para atraer  talento de otros países, y reforzar así su protagonismo.

Ciudades donde  la innovación de carácter económico debe de ir de la mano de la innovación social, para garantizar una gobernanza de las mismas que haga posible tanto su sostenibilidad y cohesión social, como su proyección internacional en un mundo globalizado.

Esta visión y su correspondiente impulso, es una de las grandes tareas que debería abordar el próximo gobierno que salga de estas próximas elecciones. No vale dejar a la sola iniciativa municipal una tarea que debería ser abordada a nivel nacional, en un acuerdo entre los tres niveles de la Administración Publica, para potenciar nuestras posibilidades de tener un papel protagonista en lo que algunos llaman la tercera Revolución Industrial.

Francisco Martínez

Profesor Asociado de Estrategia del Instituto de Empresa/Vicepresidente de ADEX sl

Francisco Martínez

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