Pronto se cumplirán trescientos años desde que el genial Daniel Defoe convirtiera a Robinson Crusoe en el náufrago más famoso de la historia de la literatura (1719). Veintiocho años condenado a la más profunda soledad, bajo el sol abrasador de aquella isla de arenas blancas, palmeras y cocoteros, que no resultó hallarse tan desierta sino poblada por una tribu de caníbales que pretendían fagocitar a aquel rehén que Crusoe pudo liberar y al que decidió llamar Viernes. Recordará el lector que el náufrago Robinson, condenado a un obligado ostracismo vital, realizaba muescas en los árboles para contabilizar los días que iban transcurriendo y, así, evitar perder la noción del tiempo.
Aquí y ahora, se cumple ya un mes y tres días desde la celebración de las segundas elecciones llevadas a cabo en un periodo de seis meses. Toda una condena de desgobierno para nuestro país en la que podríamos contabilizar los días, a base de palitroques realizados con muescas, al más puro estilo “Crusoe”. Una “condena” que los españoles no merecen y por la que habría que pedir responsabilidades a algunos políticos, a los que no estaría de más recordarles que los verdaderamente perjudicados por esta falta de entendimiento político son España y todos los españoles.
Esta misma semana escuchaba una intervención de Pedro Sánchez durante una rueda de prensa en el Congreso de los Diputados en la que afirmaba alegremente que “éste es el momento de Rajoy”. Pues yo le digo al señor Sánchez que se equivoca rotundamente. No es el turno de Mariano Rajoy, ni de Albert Rivera, ni de Pablo Iglesias, ni siquiera del mismo Pedro Sánchez; al contrario, es el tiempo de España y de los españoles. Es el tiempo de esos “invisibles” con quienes parece no ir todo este asunto de los pactos y de la formación de gobierno, y que son los verdaderos protagonistas a pesar de que su presencia se vea diluida en paisaje político por quienes pretenden erigirse, una y otra vez, como epicentro de toda esta historia. En estos momentos (y ya llegamos tarde) lo verdaderamente importante es lograr la formación de un gobierno constitucionalista y estable, liderado por el partido político con mayor respaldo electoral por parte de los ciudadanos en los últimos comicios.
En este sentido, Mariano Rajoy ha manifestado su voluntad de liderar un gobierno de consenso entre los tres grandes partidos constitucionalistas, abriendo la puerta al diálogo, desde el minuto uno, con los líderes de las demás formaciones políticas. Su actitud de aperturismo en la que ha expresado su intención de hablar, debatir y consensuar medidas con el objetivo de alcanzar pactos de gobernabilidad, asentados sobre los pilares de todos aquellos principios y valores comunes, ha encontrado, por el contrario, posturas de bloqueo y rechazo por parte de los restantes partidos democráticos.
Tras ese primer rechazo en bloque que le impidió presentarse como candidato a la investidura tras las elecciones del 20D, Rajoy no ha cejado en su empeño de dialogar para lograr la formación de gobierno. Ya hay fecha para su encuentro con Pedro Sánchez, será el próximo martes 2 de agosto y el miércoles 3, se reunirá con Albert Rivera. Desde el PSOE dicen que sería una «irresponsabilidad» facilitar la investidura de Rajoy y luego «no permitir su gobernabilidad» y en eso, estoy completamente de acuerdo. Si el PSOE o Ciudadanos facilitan la investidura de Rajoy, deben permitir su gobernabilidad.
Hoy, la oferta que hay sobre la mesa por parte del Partido Popular es la de intentar conformar una mayoría suficiente para poner en marcha el país. Resulta fundamental formar gobierno lo antes posible porque España lo necesita. No debemos conformarnos con hacer muescas en los árboles para contabilizar de forma anodina el transcurrir de los días de un gobierno en funciones bloqueado en su esfuerzo por conformar un nuevo gobierno. No debemos perder la noción del tiempo, sino afianzar la responsabilidad de dotar a “los invisibles” del protagonismo que merecen, brindándoles la formación de un gobierno estable al que le sea permitida la gobernabilidad. Lo grave de las muescas no es que dejen su huella sobre la corteza de los árboles, sino la repercusión que la profundidad de su relieve está provocando en el desarrollo, el crecimiento, la credibilidad y la confianza en nuestro país.
Borja Gutiérrez