miércoles, noviembre 27, 2024
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Rajoy se quema por Soria

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El Partido Popular sigue sin reconocer la gravedad del caso Soria, que es como se conoce al rocambolesco nombramiento y posterior renuncia del exministro de Industria y Energía como candidato a director ejecutivo del Banco Mundial. Una designación hecha pública por el Gobierno en funciones el pasado viernes con nocturnidad y fino cálculo político pocos minutos después de que Mariano Rajoy perdiera la segunda votación de investidura, a fin de minimizar su impacto mediático y que pasara desapercibida para la opinión pública.

Ese afán del Gobierno en funciones por desviar la atención de los ciudadanos del asunto ya supone una prueba fehaciente de la mala conciencia de quien decidió promover a Soria para el puesto. Mala conciencia que tiene su origen en las feas circunstancias que motivaron su dimisión tras aparecer su nombre en los papeles de Panamá vinculado a sociedades ubicadas en paraísos fiscales. Y también por la seguridad consciente de que compensar al exministro con un retiro dorado en Washington, con el jugoso sueldo y las prebendas que lleva aparejadas, cosecharía el rechazo mayoritario de la sociedad. Incluso de muchos cargos, militantes y votantes del PP empeñados de buena fe en desterrar la imagen de partido corrupto que persigue a su formación, que asistieron atónitos a la maniobra.

El último episodio de este bochornoso caso se vivió este jueves en el Congreso de los Diputados. La Junta de Portavoces acordó con el apoyo de todos los grupos salvo el PP llamar a Luis de Guindos para que explique en un Pleno monográfico extraordinario cómo se fraguó la designación de Soria, pero una decisión posterior de la presidenta de la Cámara Baja, la ‘popular’ Ana Pastor, dejó en el aire la celebración de ese Pleno, que probablemente se retrase más allá de las elecciones gallegas y vascas. El PP retoma así la vieja estrategia de Rajoy de retardar, dilatar y torpedear hasta el absurdo la resolución de sus propios problemas, a la espera de que con el tiempo queden sepultados bajo otras cuestiones urgentes de la actualidad y se olviden.

La forma en que los 'populares' han conducido el caso Soria rezuma la misma prepotencia con que dirigieron el país en tiempos de su última mayoría absoluta

Lo peor del caso no es lo que vaya a pasar con Soria, que a fin de cuentas ni está ya en el Gobierno ni va a volver ni tampoco se irá a Washington a ocupar el puesto de jefazo del Banco Mundial que le habían buscado. Lo más triste es la forma en que los ‘populares’ han conducido este asunto, porque rezuma la misma prepotencia, mentalidad de capataz, menosprecio por la oposición política y por la opinión pública con que dirigieron el país en tiempos de su última mayoría absoluta.

Rajoy ha puesto mucho empeño en las dos últimas campañas electorales por explicar las iniciativas que su Gobierno ha adoptado para combatir la corrupción y promover las buenas prácticas en la política. Sin embargo, con el caso Soria su partido vuelve a regodearse en los vicios y errores tácticos que más lo han desprestigiado. El PP intenta convencer al electorado de que la corrupción y los comportamientos moralmente reprobables no son cosa de partidos sino de personas concretas, pero activa su maquinaria de partido e incluso a un poder del Estado como es el Legislativo para proteger la figura de un exministro de conducta dudosa. Y se presenta en las negociaciones para formar gobierno como un partido abierto al diálogo y a los pactos, para luego invalidar con el rodillo de su mayoría cualquier iniciativa de sus oponentes encaminada a ejercer el control parlamentario al Ejecutivo.

Soria renunció a su cartera tras mentir al país y manchado por los papeles de Panamá, pero con los méritos y la experiencia que atesora seguro que no le faltarán oportunidades de empleo. Podría, por ejemplo, enviar su currículum a alguna empresa energética. Siendo eso así, es un misterio qué tipo de lealtades quería premiar Rajoy con un puesto en el Banco Mundial que compensen el daño político infligido por este caso a la ya maltrecha imagen del PP. Rajoy, siempre propenso a poner la mano en el fuego por otros, vuelve a quemarse como le pasó con Camps, Bárcenas, y Rato.

César Calvar

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