martes, noviembre 26, 2024
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Argentina, a la espera de inversiones

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Así podría indicarse el actual momento que atraviesa la Argentina, al cabo de los ocho primeros meses del gobierno de centro reformista Mauricio Macri. Los coletazos de las profundas medidas económicas, se reflejan con una elevada inflación, una situación permanente en el país desde tiempos que se pierden en la memoria, con un optimismo por parte de una gran proporción del país que considera que la nueva administración avanza en el sentido correcto. No obstante, dos Argentinas se mantienen vivitas y coleando, la grieta está lejos de cerrarse, la herida sigue abierta, profundizada con los gobiernos precedentes de Ernesto Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, es preciso que pasen un par de generaciones y que la educación, la cultura, y el avance tecnológico llegue a todos los ciudadanos para superar los tiempos del pasado y con la integración total, se den cuenta de que el futuro pasa por el respeto y el conocimiento. La situación es compleja, se apuesta por una nueva concienciación cívico tributaria con el régimen de sinceramiento fiscal, para que aflore toda la economía sumergida, las rentas no declaradas, y una repatriación de fondos, con la apertura de la economía, y la declaración de bienes y derechos de contenido económico radicados en el exterior. Así la Administración tendrá más recursos para financiar el gasto público. Cada argentino defiende su posición y maneja la crisis como puede.

En este sentido, entre el alza de precios, la presión fiscal, el coste de los suministros, la tarifa eléctrica afectando a los ciudadanos y colectivos más vulnerables, en un país que es una república con 23 provincias, que con la excepción de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires –CABA- no se mantienen desde el punto de vista presupuestario de forma autosuficiente. En Argentina hay que invertir en infraestructuras, el ferrocarril, las carreteras, son inversiones a tener en cuenta, que España a través de su experiencia puede ofrecerles soluciones a corto, medio y largo plazo. Se viven tiempos convulsos, de manifestaciones continuas, dientes apretados y corazones con la esperanza de salir con orden y progresando adecuadamente, con respeto, tolerancia, todo ello será posible si llegan las inversiones, con la expansión del turismo y del comercio, creando puestos de trabajo, así llegará la paz social, y el sustento del estado de bienestar que todos desean y deseamos. 

Otro factor a tener en cuenta es la seguridad, que ha ido evolucionando al ritmo de la inseguridad, es preciso tomar conciencia de ello, campañas de prevención, desde la violencia intrafamiliar, de género, salud, adicciones, ante la actual pérdida de valores éticos y morales, integración, inclusión, fortaleciendo la cultura del esfuerzo a través de la formación, con la educación, el respeto mutuo, la honestidad, solidaridad, cuidarse y velar los unos por los otros, en un momento en que el derecho a la integración y de integración es esencial, en una sociedad en que prima el mérito y la capacidad, en condiciones de total igualdad de oportunidades. Teniendo en cuenta que la economía política y las políticas económicas son esenciales para el control de la inflación, que atenta a corto plazo el trabajo bien hecho, de forma que progresen los ciudadanos, en disponibilidad de renta, que afecta a la seguridad pública entre otros aspectos a tener en consideración.     

Primero: La política monetaria en Argentina no da más de sí, la inflación que vive el país es la más clara aplicación nacional de las consecuencias monetarias, provocando desajustes en la realidad monetaria –devaluación de la moneda-, crediticia –altos tipos de interés-, y financiera –existe un gran número de entidades de crédito que no conduce a un servicio eficiente, recomendando desde estas líneas el llevar a cabo un proceso de fusiones y adquisiciones- tenemos por ejemplo el Banco Ciudad, Banco Provincia, Banco Nación, etc. 

Segundo: El tipo de cambio, los ciudadanos viven más preocupados por el cambio del peso argentino frente al dólar que por el resultado de la selección argentina. Continuamente planteado en el marco de una economía nacional compitiendo en importaciones, en el periódico El Ciudadano, se podía leer Importaciones a mansalva, domingo 7 de agosto de 2016, p. 32, Contraportada: “El informe en esta segunda entrega reveló aumentos de 35% interanual de importación de calzado, entre 16 y 98% en golosinas, 67% en muebles para armar, 270% en colchones y somieres, 77% en carne de cerdo, 127 en pollos enteros y 1.332 en pollo trozado, entre otros.” Dando idea de cómo ha caído la productividad de la industria argentina, dedicándose en las últimas décadas los recursos más a la especulación, que al incentivo de la producción de bienes y servicios en el interior del país. De tal forma que la depresión económica es profunda, el gobierno anterior bajo el amparo de los Kirchner han auspiciado con sus políticas el próspero negocio de la economía canalla, frente al que de verdad crea seguridad, estabilidad, progreso y desarrollo social, desarrollo de la producción, aumento de los salarios, creación de puestos de trabajo, todo ello bajo el mandato actual del presidente Macri se pretende llegar con el intenso desarrollo legislativo con medidas como la ley de sinceramiento fiscal.

Tercero: La inversión en infraestructuras necesita mejorar, la actividad ferroviaria no está a la altura del siglo XXI ni para los ciudadanos ni para el transporte de mercancías. Es preciso invertir en la red de alta velocidad para conectar el país en menor tiempo y de forma más correcta para que se incremente la productividad en el transporte con efectos directo en el auge de las exportaciones, siendo más competitivo al ser más atractivo para la inversión.

Cuarto: El nacionalismo económico argentino, los problemas puntuales del sector minero, con el cambio de gobierno se está impulsando la atracción de inversión hasta tal punto que empresas del Japón desean invertir en la Argentina, desde la minería, infraestructuras, energías renovables, e industria automotriz. Además del gran papel financiero que lleva a cabo China a través de la expansión de su banco de cabecera ICBC.

Con motivo de la celebración del bicentenario de la declaración de independencia de Argentina 1816 – 2016, se han celebrado diversas exposiciones de notable interés en el Museo de la Casa Rosada, y debates conferencias en Tucumán, y en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, la conclusión a la que he llegado es que tras las informaciones recibidas de que España es invadida por el ejército de Napoleón Bonaparte, emperador francés, en 1808, ante tales hechos, en mayo de 1810, simultáneamente en varios países latinoamericanos se produjeron movimientos emancipadores del dominio español. El pueblo argentino, en la ciudad de Tucumán en 1816, lleva a cabo la declaración de independencia de forma unilateral. Desde mayo de 1810, tienen gobiernos propios en cada provincia, la guerra en Argentina se empieza a perder, un territorio inmenso, despoblado, de gran mayoría analfabeta, sin industria, sin comercio, sin armas de guerra, la guerra se perdía, además se origina la guerra civil en Argentina. La independencia de la Argentina era una realidad de hecho ya en 1810, no obstante, fue un desafío a nivel internacional, contra España, y contra otras potencias del mundo en la época. Dando un impulso a la unión nacional a las provincias más disidentes que estaban en contra de la empresa común. Entre unas provincias y otras eran reticentes a la unión, esas reticencias perduran hoy al tener cada provincia su propia constitución, y tener una República Argentina.

Siguiendo a Lucas Rebecchi: “Entre los numerosos temas que ocupan la agenda económica hay dos que se reiteran sin que se los vincule explícitamente. En efecto, la caída del nivel de actividad en general y la industrial en particular y por otra la cuestión fiscal. Desde el punto de vista fiscal, el gobierno nacional ha priorizado la eliminación de gran parte de las retenciones, la modificación de la carga tributaria sobre las Pymes e individuos, al tiempo que, con la exteriorización de capitales, procura mejorar la base tributaria de largo plazo. Sin embargo, poco o nada se ha tratado sobre el cruce de lo fiscal e industria y fundamentalmente del rol del sistema tributario provincial y su impacto sobre la competitividad. Pareciera que todo es una cuestión macro, donde las provincias mucho no pueden aportar. La principal fuente de ingresos tributarios propios de las provincias es el impuesto a los Ingresos Brutos. Este se aplica a las actividades económicas y se calcula sobre las ventas en todas las etapas. Las alícuotas varían por provincias, con gran dispersión, y en general para la industria están en el orden del 3%/3,5% en la mayoría de los casos aplicándose valores diferentes si las industrias están radicadas o no. Su esquema implica que tenga efecto en cascada (tiene impacto en todas las etapas y se repite la base imponible sobre sobre la que se aplica) y por lo tanto un efecto sustancial sobre la competitividad de la industria, sobre todo porque las provincias aplican una fuerte diferencia en las alícuotas, según las empresas tengan o no plantas radicadas. Esta suerte de discriminación tiene efectos sustanciales sobre competitividad de los productos exportados de una a otra provincia y en consecuencia sobre las decisiones de localización y de modelos de producción. Lo anterior está potenciado por la administración de los fiscos provinciales que dejan, en muchos casos, a los contribuyentes con saldos acreedores irrecuperables o generan una inmensa carga de gestión producto de diferentes sistemas recaudatorios y normativos en cada una de las provincias. Mucho de esta situación se ha generado como una respuesta de corto plazo a la estrechez fiscal, pero el impacto de largo plazo sobre la competitividad es tan importante como la infraestructura, el transporte o la dotación de factores, porque está afectando la capacidad de desarrollo de las provincias y sesgando las decisiones de inversión hacia actividades que no condicen con las capacidades potenciales y las mejores prácticas productivas. La estructura impositiva descripta tiende a estimular la verticalización de las empresas (producir internamente en lugar de comprar a proveedores), promueve la producción para el mercado interno provincial, es decir, privilegia la producción donde está el consumo. Esto, que a su vez es potenciado por las leyes de promoción industrial que desgravan los ingresos sobre impuestos brutos, condena a las provincias con menor desarrollo industrial y con mercados pequeños a profundizar su menor desarrollo relativo frente a las provincias más grandes.

Lo anterior contradice las mejores prácticas en política industrial y desarrollo regional. Éstas promueven la desverticalización, buscando ganancias de productividad sobre la base de las economías de escala y especialización, la generación de entornos de red, la promoción de emprendedores y el nacimiento de empresas. El desarrollo regional implica promover canales que permitan que lo anterior se distribuya de una manera más homogénea, reduciendo la concentración geográfica y tratando de que los distritos menos industrializados con mercados pequeños puedan insertarse en los flujos productivos de los otros distritos. Es comprensible que para las provincias éste no parezca ser el mejor momento para discutir una reforma fiscal, pero, desde los intentos de establecer algún orden hace algunas décadas, nunca parece ser el mejor momento para enfrentar el tema. Y para este caso, no se aplica lo del whisky: el tiempo no mejora el producto; lo empeora. Si tomamos en cuenta las demandas para que se modifique el sistema impositivo y se reduzca y equilibre la presión fiscal, parece conveniente que dentro de esta discusión se incluya el análisis de un nuevo esquema de financiamiento de las provincias, que no reduzca sus ingresos, pero que elimine los sesgos negativos del sistema tributario vigente. Existe consenso entre tributaristas y especialistas fiscales en que están disponibles respuestas técnicas al problema, desde un IVA provincial a un impuesto al consumo, pero lo que parece no haber son respuestas políticas que entiendan que es mejor dejar de jugar un juego de suma negativa, para establecer nuevas reglas que permitan que todos ganen.”

No cabe duda, cada provincia no es capaz de recaudar los suficiente para poder sacar sus presupuestos adelante sin el apoyo de la deuda pública, la recomendación pasa por pasar a ser un Estado fuertemente centralizado. 

Por último, y no por ello menos importante, desde aquí hago una invitación a empresas como Mercadona, que pueden tener una gran acogida en la República Argentina por su modelo de negocio.

Dr. Ramón Bonell participante de la VIII Convocatoria de Ayudas a la Movilidad Científica Santander Universidad Alfonso X El Sabio ha impartido clases en la Universidad Nacional de Rosario, en la Universidad Del Salvador de Buenos Aires sobre “Negocios e inversiones en el siglo XXI: reflexiones jurídicas”. Asimismo, ha asistido a las IX Jornadas Internacionales de Derecho aduanero de la Asociación Argentina de Estudios Fiscales, y a las Jornadas Nacionales sobre transformaciones en la justicia en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

Ramón Bonell Colmenero

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