Es doctor en economía, pero a Pedro Sánchez se le can regular las matemáticas.
A ver. Ha dado un golpe de mano a los críticos al convocar el federal antes de que se lo convocaran, lo que demuestra que no se arruga ante la adversidad sino que, al contrario de lo que hacen los críticos, intenta sacar cabeza en las circunstancias más adversas. Al poco de convocar el comité, desde su entorno han filtrado dos puntos clave de lo que podría proponer en esa reunión del federal: uno, pedirá el respaldo del partido para intentar formar gobierno; dos, que está dispuesto a consultar a los militantes para ver si quieren o no que el PSOE apoye un gobierno de Rajoy.
Empecemos por lo segundo. La consulta a la militancia la hizo a principios de años y no sentó nada bien a miembros destacados del partido, que consideraron que Sánchez intentaba algo contrario a los estatutos, anteponer el criterio de la militancia al criterio del Comité Federal, el máximo órgano de poder del partido. Sánchez probablemente sabía de ese malestar, por eso en el comité federal de julio en el que rindió cuentas de su nuevo fiasco electoral, anunció que no pensaba hacer nuevas consultas. Parece que se va a contradecir a sí mismo, aunque habrá que esperar al resultado de las elecciones del domingo y a la reunión del federal del día 1 para ver si efectivamente decide la consulta a la militancia. Que es hoy su principal fuerza, junto al núcleo duro de la ejecutiva, que está con él a muerte. Por eso lo reúne el lunes, no a la ejecutiva al completo.
Segundo punto, el que demuestra que Sánchez flojea en la cuestión matemática.
Para salvar su investidura tendría que conseguir milagros que hoy parecen inimaginables, como que Ciudadanos aceptara pactar con Podemos o con los partidos independentistas, o que el comité federal permitiera que su secretario general se saltara las decisiones superiores, las del federal, donde se le dijo muy clarito que nunca y en ningún caso podría llegar a pactos con los independentistas.
Cree Sánchez que puede salvar ese obstáculo presentando una oferta de los independentistas catalanes en las que renunciarían a la celebración del referéndum, pero si eso fuera así, y en ERC lo niegan de forma rotunda, también de forma rotunda dicen dirigentes socialistas que no dan absolutamente ninguna credibilidad a ese tipo de promesa si se produjera, pues ERC no la mantendría en cuanto Sánchez fuera elegido presidente.
Más matemáticas: si Sánchez consigue ser investido porque sortea todos esos obstáculos con cartas que hasta ahora no se conocen y que parece difícil que pueda tener, llega el momento de gobernar. Y ahí, de nuevo hay que hacer las cuentas.
Como bien dice Rivera en público, y en privado algunos socialistas, es imposible gobernar con 85 escaños. Pero si Sánchez se empeña, desde el primer minuto se va a encontrar en una situación imposible de superar: la mayoría cualificada que exige la aprobación de las leyes más importantes. Ya no sirven los 176 votos que haya podido alcanzar en la investidura, si los alcanza, sino que sin la ayuda del PP queda atado de pies y manos para aprobar en el Congreso cualquier ley relevante del gobierno. Y no digamos si encima el principal partido de la oposición tiene mayoría absoluta en el Senado, como tiene el PP…
Soñar no cuesta dinero, y el objetivo de Sánchez es hoy una quimera. En su piel, cualquiera con menos ambición personal y más visión política se iría a la oposición. Y pondría a Rajoy todos los días contra las cuerdas, se haría un nombre como líder de la oposición y, a lo mejor, hasta conseguiría rehacer su imagen, hoy tan deteriorada, y colocar a su partido en mejor situación para unas nuevas elecciones, porque Rajoy difícilmente completaría su legislatura.
Pero Sánchez quiere ser presidente ya. Ya de ya. Y está metiendo la pata hasta el punto de destrozar su partido, su biografía … y demostrar que a pesar de su título de doctor en Económicas de matemáticas anda flojo.
Pilar Cernuda