martes, octubre 1, 2024
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Crónica de una muerte tele-anunciada

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«Mi padre está igual que hace tres semanas». ¿Llevaba muerto tres semanas el padre de Bárbara? Por una vez, y sin que sirva de precedente, la muerte de una persona va a tener más relevancia en Gran Hermano que los edredoning habituales, los insultos de todos los días, las patadas al diccionario y las muestras de incultura general de todos sus concursantes. 

La frase de la concursante más polémica de esta edición, con la que venía a decirles a la organización que no tenían que haberla dicho nada de la salud de su padre y que ella tendría que haber seguido en el mismo, da para mil y una suposiciones, y ninguna de ellas favorable hacia su persona. 

Primero, si tu padre seguía igual ahora que antes de entrar ella en el concurso, ¿qué demonios hacía participando en el mismo, sabiendo que en cualquier momento podía irse al otro barrio, que no ibas ni a despedirte de él? NO, lo de «mi padre quería que yo concursara» no me vale ni a mí, una simple mosca, ni a ningún mortal. Padre no hay más que uno, por mucho que Pajares y Esteso cantaran que dos, y realitys de estos los hay a patadas, y si no era en esa edición lo podría haber intentado en otra. Que se lo digan a los aspirantes a cantantes que repiten el proceso cada año para intentar entrar en La Voz. 

Segundo, cuando Bárbara salió de la casa tampoco podía estar su padre igual que cuando entró, porque desde ese instante apenas ha durado una semana vivo. Tercero, ¿qué es eso de «no puedo hacer nada fuera de la casa, porque mi padre está en la UCI»? Es inconcebible, salvo para alguien que pertenezca al 'universo Gran Hermano', afirmar algo así, como si estar al lado de su progenitor fuera poco más o menos que perder el tiempo. ¿Acaso no lo perdía, durante las 24 horas del día, dentro de la casa de Guadalix?

Cuarto, ¿qué es eso de proponerle que entrara de nuevo en la casa en el estado de su padre? ¿Es que no hay una persona que tenga sensibilidad en la producción de ese espacio? La propuesta no se la hubieran hecho, sin duda, a ninguno de los otros 'muertos vivientes' que son el resto de los concursantes de esta edición, que no aportan nada ni despiertos ni dormidos. A ella sí porque las audiencias en esta edición, comparadas con las de otras, dejan mucho que desear. 

Y quinto, lo único que hay que aplaudir a Bárbara es que, pese a todas esas ganas que decía por seguir en el programa, rechazara la invitación de éste de volver a entrar en el mismo. De haberlo hecho habría que haberla sacado un minuto después para ingresarla en un centro psiquiátrico o de dexintosicación, para curarla esa 'adicción a Gran Hermano'. Lo de su padre ha sido una lástima, pero habría sido un pecado de haber aceptado la propuesta. 

Pocas veces se ha dado tan claro la 'Crónica de una muerte anunciada' de García Márquez, por mucho que aquí fuera televisada y no tuviera nada que ver con la reconstrucción de la historia de un asesinato. Bueno, quizás sí, en el caso en que Bárbara se hubiera quedado en la casa, donde nunca debió entrar, o hubiera vuelto a la misma con su padre con pie y medio en la tumba. 

La mosca

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