lunes, noviembre 25, 2024
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De rufianes y emociones

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Rosa, 81 años, mujer, ha muerto. Esta vez no ha sido la violencia machista sino la maldita pobreza que también mata mujeres. Un incendio provocado por unas velas que paliaban la ausencia de luz ha acabado con su vida.

En medio de la emoción, el Sr. Rufián, todo aprovecha para el convento, buscó el oportuno aplauso de los amiguetes, recordando con fruncido ceño a Rosa. Bien está la emoción por la muerte injusta; lamentablemente, el Sr. Rufián olvidó un par de detalles: su partido forma parte del gobierno que tiene competencia exclusiva en bienestar social en Cataluña y, también, forma parte del gobierno municipal de Reus. Bien está la indignación; mal el escaqueo de la responsabilidad.

Es cierto, por decirlo todo, que el Constitucional anuló la parte de la legislación catalana sobre pobreza energética que obligaba a las empresas a no cortar la luz a personas sin recursos. También, que el Gobierno del PP se ha negado durante toda le legislatura a afrontar la pobreza energética, cubriéndola con el bono social que no resuelve los problemas.

Pero no es menos verdad que los servicios sociales corresponden a la Generalitat y a los Ayuntamientos. Es también cierto que los servicios sociales catalanes han reducido dramáticamente su calidad.

Que un ayuntamiento carezca de antenas para conocer la situación de sus vecinos y vecinas es una responsabilidad intraspasable. Exigir una declaración previa de Gas Natural, cuando Rosa llevaba desde 2013 siendo atendida por los servicios sociales locales, es una tomadura de pelo.

Que la empresa tiene notable culpa en el asunto es evidente. Pero, precisamente, los servicios sociales locales fueron construidos, por la vieja izquierda en la deleznable transición, dicho sea de paso, para eso: para que la detección de necesidades sociales no dependa del mercado ni de ninguna corporación económica.

Una, que es ingenua, esperaría una dimisión en Reus y una disculpa en la Plaza de Sant Jaume. Pero en lugar de ello, pasaremos días en que Ayuntamiento, Generalitat y Gas Natural dedicaran tiempo no a construir señales de alerta sino a acusaciones mutuas.

Madrid esta viviendo una situación parecida con los niños de la calle, abandonados en el Parque Isabel Clara Eugenia. Comunidad y Ayuntamiento evaden sus responsabilidades. Una pancarta municipal invita a refugiados y se recoge una mención como ciudad infantil mientras unos adolescentes árabes esnifan pegamento para dormir al raso. La Comunidad presume de Centro de Acogida, que esta chavalería abandona con no poco susto.

Doble lenguaje moral y político al que se nos tiene acostumbrados y acostumbradas, sea nueva o vieja política. Las emociones no se transmiten con rufianes que escurren el bulto.

Fue en el año 2013, antes de que el Sr. Rufián o la nueva política llegaran a las instituciones o al Gobierno de Reus o la Generalitat, cuando tuve el honor de defender en la Comunidad de Madrid, un Plan contra la pobreza energética. Han pasado tres años y seguimos en las mismas, con un bono social que no llega a todos y todas los que lo necesitan – los que nada pueden pagar- y una realidad social, en vísperas del invierno que, por mucho que las cifras mejoren, no soslaya el problema.

En Reus los protocolos han fallado. Sin duda, la empresa deberá ser sancionada. Pero Rosa ya recibía una ayuda para pagar el agua, por lo que los servicios sociales de Reus sabían que la mujer atravesaba una situación extremadamente difícil. Es evidente que quien debe garantizar, con notificación corporativa o no, que no hayan cortes de suministro son las Administraciones, y tienen instrumento legales para ello en Cataluña. La Generalitat financia un coste que el Ayuntamiento de Reus no fue capaz de administrar.

Según la encuesta de condiciones de vida del 2015 realizada por el Institut de Estadística de Cataluña, la pobreza energética ha afectado un 7% de los catalanes y catalanas durante el último año, por enciuma de la media española (6,3% de la población). Probablemente las instituciones catalanas andan muy ocupadas en sus procesos como para atender las necesidades de la ciudadanía.

La empatía se demuestra andando; la doble moral y el doble discursos ya cansa.

Libertad Martínez

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