Con los horarios más absurdos de Europa y los festivos más desparramados del mundo, los españoles nos preparamos de nuevo para perder el tiempo hasta después de Reyes. En pleno viaducto de la Constitución Concepción, las agencias de viajes proponen escapadas para escaparnos de la rutina cotidiana. Dicen que ha habido once millones de vehículos en las carreteras, a pesar de haber subido el precio de los carburantes. Las oficinas públicas están a medio gas y si mandó un paquete por correo el lunes 6 no salió, como pronto, hasta el viernes, y luego llega el fin de semana, con otro parón. Las administraciones públicas con turnos y así sucesivamente.
El mismo término ‘puente’ es muy significativo, sirve para saltarse el trabajo, para hacer ‘pellas’ o ‘novillos’. Aceptemos que el ocio es el estado natural del hombre y el trabajo es una obligación, que cuanto más se recorte mejor. Los españoles tenemos un problema cultural con el trabajo y seguramente ahí está una de las razones ocultas del paro endémico, estructural, que padecemos (o disfrutamos). Pero a lo mejor es hasta positivo que todo se aplace para después de Reyes. Los estudiosos del «management» sabrán.
A nadie, ni sindicatos ni Iglesia, se le ha ocurrido suprimir los ‘puentes’, acercando a los lunes o los sábados los días festivos. Y al gobierno, de imaginación nula, menos. Al revés, cada Comunidad Autónoma se ha inventado fiestas adicionales, generalmente dedicadas a recordar la lucha contra el ogro castellano, como en Andalucía, Euskadi o Cataluña. En Madrid, como es Castilla, nos hemos tenido que inventar otro pretexto, el necrófilo dos de mayo contra el francés. Y, gran estreno de este año aciago para la unidad de España, muchos encima no celebran la Constitución del ocupante, es decir de España. Pero viaducto sigue habiendo.
Lo de poner y quitar festivos es muy serio y delicado; no hay que ver más que el empeño que los césares romanos ponían en añadir fiestas en su propio honor, organizar espectáculos y demás alivios para los súbditos. Lean la ‘Vida de los Doce Césares’, de Suetonio, en la magnífica edición de Alma Mater, para comprobar la importancia de las fiestas y efemérides para mantener al pueblo romano contento y confiado.
Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye