martes, septiembre 24, 2024
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Trueba, muy español, mucho español

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“Antonio Resines denuncia que España se ha cargado a Trueba”. No les exagero, esta noticia publicada en Estrella Digital, ha sido leída por unas 300.000 personas. Si esas 300.000 almas que leen Estrella hubieran ido al cine a ver La Reina de España, la última película de Fernando Trueba, nadie diría que “ha pinchado en taquilla”, como es el caso, habría recaudado 2,5 millones de euros de lectores de Estrella. Pedro Amodóvar –el de las cuentas en Panamá– se ha mostrado este fin de semana “horrorizado” porque “por un tuit” se haya boicoteado a su colega Trueba. El caso es que Trueba, esto ya se sabe, no tuiteó, sino que cuando recibía el Premio Nacional de Cinematografía dijo alegremente que “no me he sentido español ni cinco minutos”, lo que ilustró con su repulsión por los equipos españoles y su deseo de que España perdiera todas sus guerras. Seguramente en ese desamor a la patria en la que nació y en la que vive se pueden enmarcar sus habituales tomas de postura publicas sobre política, o sea, que deseaba lo peor para España. No escarbemos. ¿Acaso Trueba ha matado a Manolete?

Trueba y sus empleados aseguran que su película ha sido objeto de un “boicot” en represalia a su demostración pública de desafecto a España. Boicot, ha de saberse, es la “acción que se dirige contra una persona para obstaculizar el desarrollo o funcionamiento de una actividad social o comercial”, según el diccionario de la lengua española, si es que España tiene siquiera derecho a tener una lengua propia. La verdad es que pocas campañas publicitarias se me ocurren de mayor envergadura que la que se ha montado con la película de Trueba, y no se ha visto salas de cine encadenadas para que la gente no vaya a ver sus pelis, o con escraches contra los espectadores.

Una película sin más historia, por otra parte, a decir de la crítica. Y de los espectadores, presumiblemente españoles, eso sí. La producción desde luego no cuenta con los mimbres más simpáticos del panorama, con Trueba y su “ni cinco minutos” y Penélope Cruz, otra intelectual comprometida, en sus puestos de cabeza. Y mira, si algo se puede decir de la película –mediocre en opinión de aquí un espectador– es que es una españolada de libro. No faltan ni Torrente ni Franco en ella.

Veo absolutamente injusto tachar a Trueba de poco español. Es un español de libro, arquetípico. Vamos a las pruebas.

Dejemos de lado insidias del tipo personalidades cainitas –Caín mató a Abel, su hermano, en el novelón que es la Biblia– , y vayamos a la sustancia. El victimismo, por ejemplo. Ésa selección que nunca gozó del apoyo de Trueba, vamos al tema, eternamente eliminada en cuartos de cada competición por…. Pues por los árbitros, por la maldad italiana, de la pérfida Albión, o incluso por el infortunio de Julio Salinas, que se puso un día –bueno, uno…– las botas al revés.

Otra, la épica contra poderosos elementos. Qué les voy a contar, la Armada Invencible –ese engendro odioso a ojos de Trueba– y la honra, los yanquis enemigos en el 98 son una broma comparados con la conjura judeo-masónica que ha hecho naufragar –eso sí, con honra– la peli de nuestro intelectual.

Y, por último para no aburrir, la más clara y conmovedora de todas. Se llama a rebato a favor de Fernando Trueba con el siguiente argumento: “Hay que apoyar al cine español”. Eso siempre ha sonado a un “¡A mi la Legión!”. Ay, esas estrofas del credo legionario: “A la voz de ¡a mi la Legión!, sea donde sea, acudirán todos y, con razón o sin ella, defenderán al cineasta”. El cine español es mucho decir: en el lote va desde Villaviciosa a Ocho Apellidos Vascos, o Torrente, pasando por truños como El Baile de la Victoria o maravillas como aquella La Buena Estrella (en la que también sale Resines, pero sin la manía de decir dos veces la misma frase todo el rato).

Decir hay que apoyar el cine español es como decir, “hay que estar con los zapateros de este país”, o “defendamos a los columnistas de la prensa digital”. Oiga, muy buena gente todos, pero algún columnista remendón hemos salido.

Fernando Trueba, supongo que el mismo que recogió el premio aquel bien dotado económicamente, se ha manifestado políticamente mucho. Pese a su rechazo a España no ha parado de opinar sobre ella: Aquel No a la guerra, boicoteos a Coca-cola, o ha pedido que gobernara el PSOE en coalición con Podemos, la última de entre otras muchas. Él pasa por un intelectual comprometido, ahora que hemos convenido que el cine es cultura y no espectáculo, ya ven. El problema es cuando el compromiso trae consecuencias. Poner a Carlos Areces ridiculizando a Franco solo 41 años después de su muerte –la de Franco– es valiente, desde luego, pero digamos que tiene más buena prensa que mala. Son los suyos manifiestos intelectuales a favor de viento. Pues mira, en San Sebastián, en aquella entrega de premios, Trueba fue valiente. Si alguien le pasa factura, son los riesgos del compromiso. Es más divertido burlarse de Esperanza Aguirre y de Aznar, pero eso suele salir gratis y nadie habla de boicot.

Yo lamento profundamente que La Reina de España no vaya bien, más que nada porque en ella trabaja mi primer amigo del cole, allá en la tierna infancia, Jorge Sanz. Ahora ni nos reconoceríamos. Que se recauden 500.000 euros en una producción de 14 millones es un drama para las familias que viven de esto. Eso sí, si a Estrella Digital le va mal, no se hará ningún drama, por más que de este diario vivan también unas cuantas almas. Será cosa de gritar ¡A mi la Legión!

Es una pena que Trueba no se haya hecho sueco para decir con transparencia cuántas ayudas públicas ha recibido para esta película. En esto es también bastante español.

Del mismo modo que es tan español echar la culpa de tus fracasos a los demás.

Demostrado: Trueba es muy español, mucho español

Joaquín Vidal

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