miércoles, octubre 2, 2024
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Unos que vienen y otros que se van

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La historia reciente de populares y socialistas está plagada de idas y venidas, de huidas y regresos, de ángeles y demonios que nunca parecen abandonar del todo el escenario político. Unos se asoman en cada oportunidad y otros se agazapan discretamente entre la multitud. Pero no es precisamente el caso de los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero y José María Aznar. El primero reaparece más conectado que nunca al PSOE y con la clara intención de reavivar su patrimonio político como tapón para cerrar el hueco profundo de poder en Ferraz. El segundo desaparece agotado por la flema hierática, casi post-mortem, de Mariano Rajoy, defendiendo ante la militancia la indiscutible fortaleza de aquella derecha posicionada de los 90 del siglo pasado. 

Los de Génova interpretan la renuncia del hasta ahora presidente honorífico del PP como el necesario aliviadero de críticas internas de cara al congreso nacional, aunque conscientes de que seguirán padeciendo “sine die” el estomagante desprecio del que elevó el centro derecha al cielo. No hay duda. Le prefieren como “outsider”. Aznar, 13 años después de abandonar el poder, sobrevive resguardado en FAES, encapsulado en sus triunfos de antaño, en su narcisismo enfermizo, con el único objetivo de supervisar al sucesor para mantener la ruta que en su día fijó. No duerme tranquilo, no asume el olvido. No descansa. 

El estigmatizado Rodríguez Zapatero, por el contrario, ha sanado una parte importante de sus heridas (recordemos que ha sido el presidente español más reprobado de la historia) gracias a la autodefenestración de Pedro Sánchez (con la inestimable ayuda de Felipe González) y el posicionamiento fulgurante de la flamante Susana Díaz como futura nueva cabeza visible del partido. Zapatero y Díaz se quieren, se apoyan y hablan con mucha frecuencia. Los dos saben que cuánto más tiempo pase, mayor será su capacidad de acabar con el enemigo que está dentro. 

Ambos, junto a la gestora de Javier Fernández y Mario Jiménez, apuestan por el cambio tranquilo y sosegado del PSOE, con cierto talante (les suena) como única fórmula para finiquitar a la derecha conservadora y ultraliberal que, a su juicio, tanto daño está provocando a este país. Y a Zapatero le interesa esta mecánica, la misma que reconoce ahora sus políticas sociales, aquellas que se basaron en el consenso y el acuerdo con los adversarios. Así las cosas, no quiere morir en el recuerdo como José María Aznar, ni convertirse en el jarrón chino, sino aportar desde dentro con carácter vinculante. ¿quién sabe si en este intento llegará a ser el próximo presidente del PSOE?   

Aquí, en España, los expresidentes funcionan así, ni más ni menos, rompiendo la baraja para ordenar o desordenar el patio político. En Estados Unidos, son asesores útiles, intermediarios necesarios y consejeros imprescindibles por su entidad política y reconocimiento internacional. Acceden al poder con más edad y lo dejan a las puertas de la jubilación. Apoyan y no critican. Por eso fueron y son “Mr. President”. 

Fernando Arnaiz

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