A mediados del pasado mes de noviembre, es decir, ayer, nos desayunábamos con unas imágenes en Bruselas del nuevo ministro de asuntos exteriores del Reino Unido, el archiconocido Boris Johnson, uno de los principales impulsores del Brexit, en las que exaltaba la capacidad para llegar acuerdos del presidente electo norteamericano Donald Trump. No sé si todos pensamos de la misma manera. Lo iremos viendo tras el 20 de enero, fecha en la que el “magnate”, como le llamará su servicio de seguridad, tomará posesión de su cargo como Presidente de los Estados Unidos (EEUU) para los próximos cuatro años. Quizás subyace la idea en el peculiar ministro británico de exteriores que el Reino Unido, tras su próxima salida de la Unión Europea, necesita comenzar a construir nuevos acuerdos habida cuenta el aislamiento en el que se ha metido él solo.
Asimismo, y gracias a un medio de prensa británico, se nos confiesa que el gobierno conservador británico presidido por la Sra. Theresa May, no sabe cómo “hincar el diente” al expediente del Brexit. Aunque seguramente ella no lo pueda reconocer ya que es rehén de sus propias palabras, “brexit is brexit”, la primera ministra británica empieza a sentir los rigores de la soledad en el invierno londinense y su ministro de exteriores intenta hacer ver a los EEUU que siguen siendo ellos el aliado clave para los intereses americanos en Europa. ¡Craso error!
La elección de Donald Trump tiene en estado de nervios a todo el continente americano. Si ya, por desgracia, América Latina estaba en situación de estancamiento tras unos años de bonanza económica gracias a los buenos precios de los mercados de materias primas, la irrupción del mensaje anti latino del “magnate” americano ha generado una sensación de duda cara al futuro cercano en el conjunto de la América luso española.
En relación a los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), ninguno de ellos se caracteriza por representar un proyecto sólido en clave de democracia, valores y derechos humanos. Estas últimas semanas hemos escuchado hablar del “corralito” en la India, de la corrupción que campa por Brasil, China y Rusia, y Sudáfrica no es todavía un proyecto lo suficientemente cimentado a pesar sus importantes logros y esfuerzos.
Si ponemos nuestros ojos en el continente africano, a pesar de sus grandes bondades y extraordinarias posibilidades, la democracia no es una de sus principales virtudes. Y además, aquellas zonas del norte que hasta hace pocos meses pensábamos que eran áreas pacíficas, con la irrupción de nuevo de los grupos extremistas talibanes, se han convertido en territorios de escasa estabilidad política, social y económica.
En lo que hace referencia a Oriente, si nos atenemos a las noticias e imágenes de los últimos meses, nos preguntamos todos qué ha hecho la población de todo ese espacio geográfico tan importante para merecerse un infierno como el que llevan padeciendo desde hace tanto y tanto tiempo. Y qué poco acertadas están siendo las llamadas “súper potencias” para ser incapaces de dar una buena solución diplomática a todos estos seres humanos.
Asia con un crecimiento exponencial de su población está adquiriendo una gran importancia en el contexto global y, casi con seguridad, el mundo comienza a pivotar sobre este eje siempre y cuando se mantenga como zona estable y segura. Tienen un gran reto por delante.
El quinto continente, Oceanía, desde la perspectiva europea parece un remanso de paz y paraíso con grandes dosis de estabilidad y progreso. Y algunos de los países que forman parte de este pequeño pero hermoso continente, están catalogados como lugares idílicos para vivir, trabajar e invertir. ¡Ojalá este continente fuera más grande y pudiera exportar sus protocoles de acción!
Y por fin volvemos a Europa, a la Europa del proceso de integración europea. A la Europa de la paz, estabilidad y bienestar. A la Europa del éxito como espacio geográfico mundial referente en el progreso social, democrático y económico. A la Europa que dentro de poco cumplirá sesenta años de paz tras los “pecados” de las dos grandes guerras. A la Europa que es referente para otras zonas geográficas mundiales y que, sin embargo, algunos de sus ciudadanos no saben ver. Y contrariamente a los BRICS, Europa sí es un referente en clave de democracia, valores y derechos humanos.
Gran parte del mundo en el que vivimos está atónita. Quizás tengamos la percepción, no sé si acertada o no, de que en el Planeta Tierra las cosas están más revueltas que nunca. Quizás sea una sensación derivada de la presencia máxima y a todas horas de los medios de comunicación. Pero yo estoy encantado de ser y sentirme europeo y de ostentar la ciudadanía europea. Lamento la, a mi juicio, errónea decisión adoptada por la ciudadanía del Reino Unido de salir del proceso de integración europeo. Y exijo a los líderes mundiales que adopten las decisiones necesarias en los foros oportunos para terminar con tanta barbarie e inestabilidad. Y que el año 2017 sea para todos mucho mejor que el 2016.
Iñaki Rica