miércoles, noviembre 27, 2024
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Regale un »gracias» a un policía en la noche de Reyes

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Siempre me ha gustado la conspiración de gran parte de nuestra sociedad para que los niños no sepan que los Reyes Magos son los padres. Es una tradición que se cuece en el interior de las familias-tan denostada y poco apoyada en nuestros tiempos-, que prosigue en la prensa y continúa en los medios audiovisuales. Todo el mundo oculta la verdad para que los pequeños de la casa vivan una noche mágica. Para que se levanten de sus camitas, nerviosos y corran hasta el comedor familiar para ver cuáles son sus regalos, por supuesto si se han portado bien y no han roto jugando el jarrón que compró mama en el chino de la esquina o hayan sacado buenas notas en el colegio.

Tan solo hay que ver sus ojos llenos de felicidad y sus manitas ansiosas desenvolviendo los paquetes para darse cuenta de que la felicidad inunda sus almas núbiles. Por todo ello merece la pena continuar con esa maravillosa tradición.

Pero resulta que acudir a una cabalgata de Reyes se ha convertido en una actividad de alto riesgo. Aunque el gobierno se empeñe a tranquilizarnos-lo cual supongo es su deber-, el riesgo de atentado yihadista está ahí, pendiendo sobre nosotros como una enorme espada de Damocles. Y todo ello es por la situación a la que nos ha llevado la ceguera de políticos y personas bienintencionadas-supongo-, que han propiciado y alentado la llegada de millones de inmigrantes de religión y costumbres medievales, sin control entre los que se encuentran cientos de terroristas-de primera o segunda generación, da lo mismo-, sin decirnos que esa mismas personas a las que dábamos cobijo, ayudas y una oportunidad para vivir mejor, en realidad odian nuestra forma de vivir, nuestras costumbres y jamás se adaptaran  a la democracia y los valores que defendemos como son los derechos humanos.

Y en esas estamos, con miedo de llevar a nuestros hijos a la cabalgata de Reyes del barrio o de la ciudad.

Mientras tanto, las fuerzas de Seguridad, realizan un esfuerzo ingente para garantizar que esa noche ilusionante transcurra sin problemas. Sus miembros no han librado en toda la Navidad, permanecen horas y horas en los lugares más concurridos a pesar del frio y los servicios de inteligencia trabajan afanosamente en la sombra para detectar cualquier amenaza que pueda concluirse en un ataque. Algunos dirán que para eso les pagan. Es cierto, pero  justo  es percatarse de que, el que ellos estén dispuestos a defendernos con sus propias vidas, no está pagado.

Y por ello hay que reconocer a sus miembros la verdadera dimensión de su trabajo y agradecérselo esa noche repartiéndoles un apretón de manos y un simple “gracias”.

Seguro que se lo agradecen con una sonrisa y la satisfacción del deber cumplido.

 

José Romero

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