domingo, noviembre 24, 2024
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Por ese mundo que anhelaban los Abogados de Atocha

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La semana que ha concluido ha sido extremadamente intensa. Una semana fría, de dolor, recuerdo y conmemoración. Pero también una semana de homenaje y acompañamiento a los familiares y amigos de los abogados de Atocha, asesinados hace ya cuarenta años, en pleno proceso -que no régimen- de transición a la democracia.

Existen muchos intereses en manipular y silenciar la historia, pero desde hace ya tiempo, desde las Comisiones Obreras de Madrid, y posteriormente junto a la Fundación Abogados de Atocha, estamos empeñados en que nadie olvide qué ocurrió y por qué ocurrió aquella terrible noche del 24 de enero de 1977. En aquellos días fue el pueblo español, el movimiento estudiantil, el movimiento vecinal, el mundo de la cultura…, quienes, empujados por las ilegales Comisiones Obreras y el PCE, con responsabilidad y mucha audacia, trajeron la democracia a este país.

Estamos empeñados en que ni viejos ni jóvenes tergiversen la historia de la llegada de la democracia a este país y, afortunadamente, hay muchas personas vivas que protagonizaron esos días: los procesados del 1001, pero también abogadas y abogados como el propio Alejandro Ruiz-Huerta, último “sobreviviente”, como a él le gusta decir, del atentado de Atocha 55. Y Alejandro nos recordaba en la plaza de Antón Martín, junto a la escultura de El Abrazo de Juan Genovés, que él nunca fue un rupturista. Que, eso sí, es partidario y necesitado de que el sistema político español se profundice más y que vayamos a una democracia mucho más amplia que ésta. Alejandro nos contó en primera persona que en el proceso de transición se hizo lo que se pudo. Ni más, ni menos. Y encima, miles de personas se jugaron la vida por la democracia que tenemos.

Sí. Ha sido esta semana que ha finalizado una semana dura porque muchos recuerdos duelen. Pero también han sido unos días de reafirmación en lo que es el ADN de las Comisiones Obreras.

Desde determinados sectores pueden repetir mil veces el mantra “los sindicatos no sirven para nada” o “los sindicatos están anticuados”, pero lo cierto es que los sindicatos son la última barricada pacífica y pacifista para defender esos derechos –incluso fundamentales- que nos arrebatan.

Eso nos enseñaron los abogados de Atocha: a movilizarnos y a negociar; a defender derechos de trabajadores; a defender a aquellos inmigrantes que llegaban a Madrid, Barcelona o Bilbao desde Extremadura, las Castillas o Andalucía, igual que hoy llegan marroquíes, cameruneses o senegaleses. Los abogados de Atocha defendían sindicalistas y elaboraban estatutos de asociaciones de vecinos; un día defendían, acogían y asesoraban a mujeres maltratadas y otro a actores o actrices que reclamaban un día de descanso.

Los abogados de Atocha eran defensores pacíficos y pacifistas todoterreno. Eran humildes y apasionados y, a pesar de los miedos, las amenazas y ausencia de libertad, eran felices porque eran un enorme equipo, plural pero con objetivos claros y comunes.

Hoy, los abogados de Atocha siguen vivos cuando los trabajadores de Coca Cola en Fuenlabrada son capaces de vencer en los tribunales a la gran multinacional; siguen vivos cuando los ocho sindicalistas de Airbus son absueltos por ejercer el derecho de huelga. Los abogados de CCOO llevan impregnado el espíritu de los de Atocha en una sociedad que se quiere anestesiada.

Y claro que no, las Comisiones Obreras no están pasadas de moda cuando se ponen a la cabeza en defensa de los refugiados sirios o cuando enarbolan la bandera de la paz frente al terrorismo, venga de donde venga, incluido ese terrorismo machista que en este país siguen alimentando desde las instituciones personajes como David Pérez, alcalde de Alcorcón. Las Comisiones Obreras no están anticuadas cuando reclama justicia para el pueblo saharaui víctima, a día de hoy, de una descolonización franquista.

Vivimos en un mundo, no ya con fronteras, sino cada vez con más muros. Vivimos en un mundo que camina hacia atrás en el que sus líderes políticos mienten sin pudor. Y también en ese escenario los sindicatos son tan imprescindibles como actuales. Sinceramente, ¿no es el recién elegido presidente del EEUU, o sea del Mundo, una auténtica antigualla con cierto hedor fascistoide?

 

Es importante invertir unos momentos en echar un ojo al retrovisor y observar nuestra historia para poder mirar al futuro con optimismo, sin perder la esperanza en que es posible un mundo en paz y sin muros; un mundo como el que buscaban los abogados de Atocha.

Jaime Cedrún

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