jueves, octubre 3, 2024
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Pedro Sánchez en el horizonte

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Las mal llamadas primarias del PSOE, que Borrell llama internas, y que no son producto de la reflexión ni del intento inteligente de mejora del sistema ni del consenso dialogado, sino de un deseo imitativo de la gran arquitectura institucional de Estados Unidos, de quien se copia la cáscara y se tira la yema y la clara, están llegando a un caos en el que incluso podría ganar Pedro Sánchez. El desorden se produce por querer dar apariencia de reforma de un sistema a base de chapucitas para dejarlo igual y que los resultados sean los mismos. Se puede destruir lo que hay sin conseguir ningún objetivo.

El PSOE ha asumido que el sistema cooptativo que gobernó ese partido en sus mejores momentos electorales tiene que cambiar sus formas en la superficie para que todo siga igual. Esa era la intención. La realidad es que, aunque esas reformas sean insuficientes al ser la reforma ajena al propio sistema, solo sirve para crear anticuerpos que conducen a un nuevo escenario de conflicto grave sin solucionar lo que se pretende.

Esas son las novedades de forma. Y ahora quieren atacar las cuestiones de fondo. Y Sánchez alumbra un documento ideológico. Te lo juro, lector. Sánchez y documento ideológico en la misma frase es una necesaria barbaridad. Incluso Sánchez y documento. Pero así es. Las reformas del modo de elección y alguna otra minucia son deseos de vender un producto más y mejor, un objetivo estrictamente comercial de baja intensidad. Hay que vestirlo. Y van corriendo a las rebajas a comprar un discurso. Con cuatro cositas este señor se saca unas páginas de la manga que resultan una copia descarada y descafeinada de lo que pide Podemos. Así les va. Más impuestos y cesión ante el independentismo y odio, disimulado o menos, a la religión. Vaya tres patas para un banco.

Lo curioso es que Sánchez podría ganar. Vaya follón.

Las reformas en la selección de los candidatos y cargos públicos no se está haciendo posible con este tipo de cambios entre voluntariosos y cosméticos, aunque parece muy necesaria. Solo será posible si se cambia la ley electoral de forma radical y se pasa de un sistema proporcional, cuyas consecuencias oscuras están universalmente contestadas a uno mayoritario y uninominal mucho más transparente y menos manipulable donde el elector y el elegido estén en contacto directo y permanente. Como en Estados Unidos, como el Reino Unido, como Francia. Esto es lo que me gustaría. Soy consciente que no está en la agenda. Hacer reformitas de sistema mayoritario incrustándola en uno proporcional no soluciona problemas, sino que crea otros nuevos.

¿Y si gana Sánchez? No es imposible. Susana Díaz, a pesar de ser de lejos la mejor, ha salido muy erosionada del conflicto interno. Patxi López solo es refugio de traidores y su ridícula solemnidad le transforma en candidato caricatura. Y solo queda Sánchez.

Siempre he pensado que el aparato en los partidos tiene unas enormes ventajas y condiciona cualquier proceso interno. Pero hay muchos peros. Cuando se ha perdido el poder, se encuentran acosados por la derecha y por la izquierda perdiendo votos a chorros por todos lados y el malestar ha crecido y durado, las primarias pueden transformarse en el vehículo del celtíbero cejijunto y anarquista que todo español lleva dentro para hacer saltar todo por los aires.

Imaginemos que gana este señor. Haría una masacre dentro del partido socialista sin compasión, serviría de cobertura a las más disparatadas iniciativas de Podemos sin pensar en las consecuencias y formaría un frente antiPP que llevaría a otra convocatoria electoral adelantada sin dudarlo. Una vorágine destructiva. Eso es lo que se atisba, eso es lo que se intuye, eso es lo que se teme. Pedro Sánchez en el horizonte.

Juan Soler

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