Dos Proposiciones No de Ley deberían, entre otras, de atraer nuestra atención. Por una parte, el grupo parlamentario de Esquerra Republicana de Cataluña presentó el 21 de febrero pasado una en la que se aboga por la retirada de la cruz de San Andrés en los aviones militares. Se trata de una muy visible «X» negra sobre fondo blanco.
Ardua pretensión que tendrá dificultades en prosperar tanto por la desidia de unos como por la mala voluntad de otros a lo que probablemente se puede añadir bastante falta de información pública. Esta «X» fue pintada en agosto de 1936 en los aviones franquistas para distinguirlos de los aviones republicanos prohibiéndose, asimismo, que figurase bandera española alguna.
Dicen que se trataba de una cruz de San Andrés. Ciertamente, se puede pretender que cualquier “x”, incluso cuando se rellena una quiniela, es una cruz de San Andrés. En este caso, sin embargo, se pintó para distinguirse de los aviones republicanos y no para honrar al santo.
Además, esa «X» negra pintada sobre fondo blanco tenía una familiaridad útil con la cruz gamada, también negra sobre fondo blanco, algo conveniente ideológicamente en ese momento cuando los franquistas se identificaban fácilmente con el nazismo hitleriano y el fascismo mussoliniano.
La aviación militar española ofrece una interpretación histórica argumentando la introducción de la cruz de Borgoña, cuyo patrón es San Andrés, en el ejército español en tiempos de Juana la Loca y de Felipe el Hermoso cuando, en realidad, el empleo actual de esta aspa o equis en sus aviones se remonta a la guerra civil.
Desde entonces se convirtió en una simbología franquista que ha resistido la redemocratización de España tras la muerte del dictador. Con la misma representan internacionalmente a España nuestros aviones militares y se traslada a cualquier parte del mundo a nuestras más altas autoridades, incluido el Rey.
Hubiera hecho mejor el Ejercito del Aire en haberla dejado de lado de “motu proprio” tras el retorno de la democracia. Tiempo ha tenido para ello y ocasiones ha habido de hacerlo por los gobiernos de la UCD, del PSOE y del PP. Se cruzaron de brazos. Por ello debieran ahora apoyar todos los partidos esta PNL. Los dos viejos para enmendar una desidia pasada y los dos nuevos para simbolizar nuevamente su compromiso con la democracia, como otros partidos.
Sin embargo, los de ERC probablemente fracasen. Sorprende, sin duda, su interés en limpiar los aviones y helicópteros militares españoles de marcas empleadas arteramente por el franquismo, ellos que solo sueñan con marcharse de nuestro país. También lo denunció CiU, hoy PDCat, ante la UE en 2013. Asimismo, Izquierda Unida recabó su supresión en 2005.
Malos abogados, aparentemente, para la gente de bien de otras convicciones. Quizás sea así, pero tienen razón. Los demás partidos debieran reaccionar sensata y racionalmente ante esta iniciativa. De lo contrario, esta «X» impuesta por el franquismo al inicio de la guerra civil seguirá “in saecula seculorum” en nuestros aviones militares.
Por otra parte, en el Congreso de los Diputados se aprobó el 2 de noviembre de 2016 una PNL presentada por el PSOE reclamando el establecimiento de un marco institucional consensuado para conseguir una estrategia de Estado sobre Gibraltar, evitando acciones unilaterales que podrían condicionar el futuro de la posición negociadora española, utilizando para ello necesariamente al Congreso de los Diputados. Hasta ahora, y sin perjuicio de que se trata de una reclamación nacional, los gobiernos de UCD, PSOE y PP gestionaron esta cuestión esencialmente según su buen entender, lo que no significa que lo hicieran siempre mal.
Lo que estaba mal, en cambio, es que nuestra política de reclamación de Gibraltar careciese de un verdadero apoyo político parlamentario concertado entre quien gobernase y los partidos de la oposición, como en el Reino Unido, haciendo, en la práctica, de esta parte de nuestra política exterior una tentación partidista. Lo vimos, pe, con Margallo cuando redujo unilateral y temerariamente a cenizas los esfuerzos de su predecesor nada más llegar a Exteriores.
El Brexit ofrece una nueva oportunidad para un consenso respecto del Peñón. Oportuna es, pues, esta PNL para que el gobierno de turno y la oposición se esfuercen por una política verdaderamente de Estado.
Algo siempre difícil. Por ejemplo, ERC, la de más arriba, se apartó de este consenso tras intentar infructuosamente amarrar el ascua a su sardina con una referencia innecesaria en este texto sobre la autodeterminación de los gibraltareños con el probable objetivo de poder decir más adelante que Cataluña es una colonia española legítimamente necesitada de un referéndum de autodeterminación.
¿Lo ven? Si Dios no lo remedia, seguirá la «X» negra sobre fondo blanco, a imagen y casi semejanza de la cruz gamada, en nuestros aviones militares, pero esperemos que en la cuestión del Peñón podamos tener una verdadera política de Estado.
Carlos Miranda es Embajador de España
Carlos Miranda