Era hacia 1973 y yo venía de Granada con un Seat 850, prestado, repleto de propaganda ilegal. Al salir de una de las curvas cerca de Alcalá la Real, una pareja de la Guardia Civil me hizo parar. Había traspasado la línea continua. Amablemente me pusieron una multa que pagué gustoso con lo único que llevaba, ansioso por despedirme de la Benemérita. Si me hubieran registrado el maletero -que en los 850 era delantero-, me hubieran caído seis años y un día por propaganda ilegal.
Todos mis otros encuentros con la Guardia Civil han sido más sosegados. Alguna multa que otra y pedir algún servicio al Seprona. Mis cuitas y detenciones fueron obra de la infame Brigada Político Social.
Un día, en Siles, provincia de Jaén, vi un hombre que iba gritando por la calle sin ton ni son. Comenté a unos vecinos, «vaya curda que lleva el tío». No es eso, me contestaron, es un antiguo guardia civil que sufrió un atentado con bomba en el País Vasco y se quedó así. Más de doscientos cincuenta guardias civiles fueron asesinados por ETA, y muchos más heridos, incluidos niños y familiares. Por ahí, perdidos en pueblos y barrios, están las víctimas, sus familiares, viudas y huérfanos. Aun así, los que en Alsasua han casi linchado a dos guardias y sus novias son considerados víctimas por Podemos (y yo, que tonto, les voté una vez…).
Y aun así, del lado del Estado y de los partidos, no hay apenas apoyo ni sostén a los guardias civiles que se juegan el tipo, la salud y la vida a diario y no ganan ni mil quinientos euros al mes.. Y los ricos, esos ni caso, pues contratan su seguridad privada, con pingües beneficios para las empresas. Cuanta menos guardia civil, más empresas de seguridad y, por tanto, más beneficios privados de empresarios.
Si no hubiera Guardia Civil no habría hombre que a la carretera saliera. Y si no fuera por el Seprona nuestros campos serían vertederos, pues los ayuntamientos pasan del tema. Y si no fuera por los guardias civiles habría muchos más cazadores furtivos, perros abandonados y maltratados, y más robos de aceituna y más asaltos de casas en pueblos y aldeas. Sin guardias civiles morirían ahogados muchos más africanos en sus pateras.
Los políticos están en otro planeta. Los ciudadanos para ellos no contamos más que para ir a votar. Y los Guardia Civiles, esos, ni para eso. A lo mejor no saben ni que existen. Una asociación de guardias civiles ha iniciado una campaña para pedir apoyo a los ciudadanos, www.danosvalor.org. Menos mal. A ver si se enteran.
Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye