La próxima semana celebramos el 11 Congreso de CCOO de Madrid, un momento idóneo para mirar por el retrovisor del tiempo a nuestra reciente historia y saber dónde nos encontramos y a dónde nos dirigimos. Para avanzar es imprescindible reconocer el genoma que nos inyectaron en médula los fundadores de CCOO.
Cuando asumí hace cuatro años la Secretaría General de CCOO de Madrid veníamos de realizar dos huelgas generales y a los sindicatos de clase nos atacaban por tierra, mar y aire en el escenario de la más grande crisis económica padecida por este país en democracia.
Hace cuatro años, al inicio del trabajo del equipo surgido en el 10º Congreso de CCOO de Madrid, padecíamos una espantosa crisis económica, con efectos alentados por una terrible reforma laboral. Una consecuencia, en el orden interno, fue la caída de la afiliación por millares y los recursos correspondientes. Las Comisiones Obreras de Madrid hemos convocado o participado en más de catorce mil movilizaciones, especialmente laborales.
En definitiva, han sido cuatro años de unidad, cohesión y complicidad que ha supuesto que las siglas CCOO continúen siendo “duras como el acero”.
La estrategia ha funcionado y las cifras lo demuestran. CCOO en Madrid y en España ha vuelto a ganar las elecciones sindicales. CCOO sigue contando con el respaldo mayoritario de trabajadores y trabajadoras y en unión con UGT supone que el sindicalismo de clase no sólo no ha salido derrotado de estos convulsos tiempos, sino que ha salido reforzado.
Esta fuerza y credibilidad también ha influido en propiciar cambios políticos y sociales. El rodillo ultraderechista ya no es lo que era. Nuevas correlaciones de fuerzas están permitiendo abordar cambios e incluso reabrir el diálogo con el Gobierno regional, con quien acordamos, ahora hace un año, la Estrategia Madrid por el Empleo. Y en breve, se firmará el V Plan Director de Salud Laboral y se constituirá el Consejo se la Comunidad de Madrid para el Diálogo Social, de nueva creación.
Han sido pues unos años de cambios en la sociedad y también de renovación en las Comisiones Obreras de Madrid, cuya Ponencia congresual fue aprobada por unanimidad en el Consejo Regional.
Han sido unos años en los que hemos ido abordando cambios en nuestras formas, comenzando por la composición de la Ejecutiva Regional en la que hay una mayoría de mujeres. Una Ejecutiva unida que ha propiciado dar batallas e ir ganándolas. Este es el caso de la ultractividad de los convenios o su desbloqueo y firma, como el reciente de Contact Center. Batallas en las que hemos utilizado nuevos métodos, como los utilizados en la huelga de limpiezas de Madrid, donde el movimiento sindical contó con la complicidad de la ciudadanía. Hemos dado batallas con las federaciones regionales a una riada de EREs y conflictos como Telemadrid o Coca Cola. O contra las privatizaciones en Sanidad y Educación, saldadas con victorias conocidas.
Y nos hemos plantado con todas nuestras fuerzas para defender derechos conquistados como el derecho de huelga. Han querido criminalizar el derecho de huelga procesando a más de trescientos sindicalistas en todo el Estado. En Madrid esta batalla no les ha salido. La Justicia ha hecho justicia y ningún sindicalista de la región ha terminado en la cárcel como era deseo de la Fiscalía en complicidad con la Delegación del Gobierno.
Los 8 de Airbus; Pedro Galeano, de Coslada; Juanjo, de Alcalá de Henares y recientemente Juan Carlos Asenjo, de Coca Cola han sido absueltos tras pasar por sendos calvarios.
Hemos resistido con mucha dignidad y sobre todo cohesionados y unidos. Parafraseando a Nicolás Sartorius es el momento de “pasar a la ofensiva” y recuperar derechos, fundamentalmente para las personas más castigados por la crisis: mujeres, juventud, pensionistas, inmigrantes, refugiados… en un mundo que ya no es el que era. Se imponen los cambios que de una forma natural ya van llegando. Se impone la unidad, la cohesión y la complicidad para poder avanzar. Y eso me propongo lograr en el 11 Congreso.
Porque fuera tenemos un ingente trabajo sindical para recuperar salarios, pensiones, rentas de protección, empleo y servicios públicos, así como, la derogación de la reforma laboral, la ley mordaza, el 315,3 del Código Penal o la LOMCE, por señalar algunos retos prioritarios.
Jaime Cedrún