jueves, octubre 3, 2024
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Dilemas socialistas

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El PSOE necesita tiempo para recomponer su unidad, meter en un oscuro desván los recuerdos de todos los errores y bufonadas cometidos no hace mucho y desmontar los espejismos de Podemos que encandilan a un electorado en parte radicalizado. Entre 2008 y 2016, el PSOE ha perdido seis millones de votos.

En esta situación, los militantes socialistas elegirán el 21 de mayo para la Secretaría General de su partido entre Susana Díaz, Patxi López y Pedro Sánchez. Escogerán al nuevo secretario general y no al candidato para las próximas elecciones generales, aunque el interesado tendrá parte del camino recorrido si aspira a la Moncloa.

Este partido tiene un pasado de lucha y de éxitos para la democracia en España y el bienestar económico-social de los españoles, pero los electores viven en el presente y, si acaso, en el futuro. La crisis económica, iniciada en los EEUU donde su gestión por Obama fue menos dolorosa que la realizada en la Unión Europea por conservadores como Merkel o Rajoy, ha dañado al socialismo europeo abandonado por los más desfavorecidos, desconcertados.

Quizás esta crisis hubiera sido menos traumática en España gestionada por Alfredo P. Rubalcaba de haber ganado las elecciones de 2011. Cabe preguntarse, asimismo, si en 2010 con Draghi al frente del Banco Europeo en lugar de Trichet, muy restrictivo monetariamente, el propio Zapatero no hubiera podido suavizar la crisis. 

Sin embargo, la mayoría de los electores prefirieron confiar en Rajoy en 2011 y luego en 2015 y 2016 a pesar del “austericidio” y de la corrupción. Bastantes se dejaron tentar, asimismo, por Iglesias cuya aspiración prioritaria es, en realidad, la de destruir al PSOE para ocupar su sitio.

Hay que preguntarse por qué no está en esta carrera para la Secretaría General Javier Fernández, presidente de la Gestora. Su talla personal y política es grande y reconocida. Que su rol en el PSOE se limite a la Presidencia de una Comunidad, Asturias, y a salvar los muebles en Ferraz evidencia un fracaso socialista a la hora de seleccionar a sus dirigentes nacionales.

Respecto a Sanchez, hay que distinguir entre el anterior a marzo de 2016, cuando su Investidura fallida, que sacó petróleo de los escasos 90 diputados que consiguió en diciembre de 2015 (una decepción) y el posterior, después de junio de 2016, cuando solo obtuvo 85 diputados socialistas (otra decepción, aún mayor), aparentemente tentado por Podemos y dispuesto a unas terceras elecciones seguidas.

Sufrió por todo ello en octubre de 2017 un motín interno. El secretario general es el guardián de la unidad del partido. No supo mantenerla y evitar ese golpe de timón. Debiera de haber dado entonces Sánchez un humilde paso atrás en lugar de enrocarse, agravando el conflicto. Su aspiración a volver ahonda la fractura interna. En su campaña han abundado rectificaciones importantes sobre Cataluña y respecto de Podemos.¿Qué Sánchez primaría si gana?

López, congrega pequeñas audiencias. Ello puede ser engañoso. Nadie contaba en Francia con Fillon frente a Juppé y Sarkosy y, sin embargo, se llevó el gato al agua. En López destaca su buen mandato como lehendakari tras la destructiva presidencia de Ibarretxe. Ofrece, quizás, una más fácil reconciliación interna. Entre sus partidarios hay bastantes ex-sanchistas.

Díaz dio el paso adelante eternamente sospechado. Representa más explícitamente la continuidad de la tradición socialdemócrata al estar arropada por la gran mayoría de la flor y nata del partido, aquellos que llevaron al PSOE al gobierno con Felipe González y José Luis R. Zapatero. No reniega de ellos porque ambos aportaron mucho más de lo que algunos les puedan reprochar. Se presenta como la que mejor recuperaría votos de Podemos sin enfeudarse a la demagogia paulista.

Los tres aseguran, naturalmente, que llevarán de nuevo al PSOE al liderazgo nacional. Improbable mientras Podemos tenga más del diez por ciento del voto. El realismo lleva, más bien, a que el partido socialista condicione desde un centro izquierda el rumbo político español en la oposición o, eventualmente, en algún gobierno de coalición. Cuando conozcamos al vencedor, veremos si es factible una necesaria, aunque difícil, reconciliación interna sin la que poco futuro tendrá el PSOE.

Comprobamos en Francia la atracción gravitatoria de Macron para muchos socialistas que, como Valls, consideran que su futuro no está ya en un PSF radicalizado y fracasado con Hamon. En España, algunos intentan establecer un paralelismo entre Rivera y Macron. Sin embargo, este último viene de la izquierda y Rivera de la derecha. Además, Rivera cerró inoportunamente la puerta de Ciudadanos al centro izquierda en diciembre pasado al haber eliminado la socialdemocracia de su ideario. ¿Falta de intuición política?

Mientras, la Gestora socialista está preparando el 39 Congreso Federal del PSOE de los 17 y 18 de junio con unas ponencias de marcado sustrato socialdemócrata. Esperemos que la nueva dirección socialista sepa asumirlo.

Carlos Miranda es Embajador de España

Carlos Miranda

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