martes, septiembre 24, 2024
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Cataluña en Madrid

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La librería Blanquerna y la Fundación la Caixa nos acercan a Cataluña. Así palian un poco esa carencia enorme de conocimiento de la cultura catalana en nuestra meseta, fuente de tantos malentendidos.

La exposición en la Caixa sobre Ramón Casas y su tiempo son una excelente ocasión para rememorar aquellos años brillantes de principios del XX. Els Quatre Gats era a finales del siglo XIX un centro del modernisme – aun entonces en boga-  cuando ya atisbaba el noucentisme. En aquel café  se reunían los pintores finiseculares y otros que comenzaban, tal Picasso. Allí tronaron el inefable Rusiñol con su amigo Ramón Casas, y pasaron todos los artistas que estaban renovando el gusto. Era un tiempo en que los cafés, tabernas y periódicos eran el caldo de cultivo de la vida política y cultural, como la del Café Pallot.

Ramón Casas amaba los nuevos artilugios, la bicicleta y el automóvil, pintaba patios y talleres, los rincones más pueblerinos de París, el gentío y las mujeres en posiciones heterodoxas, modelos que no posaban hieráticas sino leyendo -¡ah, que las mujeres ya leían!- o en posturas de la vida cotidiana. También diseñaba carteles y colaboraba con la publicidad, usaba el óleo, el pastel, el carboncillo y la acuarela. Nos ha dejado el testimonio de una época. 

Hay que leer a Josep Pla para adentrarse en esos grupos sembrados de creatividad, humor y gusto por la vida. Era una bohemia alegre y cosmopolita, que se trasladaba a París, a Mallorca o al Rosellón, la cosa era no parar. Allí estaban Joaquim Mir, Pere Romeu, Josep Codina, hasta el compositor francés Erik Satie. 

Creo que los catalanes son los que más sentido del humor tienen en España. Desde el mismo nombre del café fundacional, Els Quatre Gats, hasta esos retratos y autorretratos de Casas, la bicicleta tándem con Pere Romeu que se convierte en la enseña del café, todo muestra unas ganas de no tomarse muy en serio. Pla recogerá esa tradición de humor y desparpajo en sus chispeantes biografías de Mir, Manolo Hugué o Rusiñol. Hoy, muchos siguen esa estela, como Quim Monzó o Pérez Andújar.

Felizmente la sala de la Caixa estaba el otro día llena de visitantes pues muchos madrileños están ansiosos de conocer mejor Cataluña. Que tomen nota los victimistas nacionalistas que lloran porque no les quieren en España que, además, «les roba». Y que tomen nota también esos que en algunas tribunas agitan el anticatalanismo primario.

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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