miércoles, noviembre 27, 2024
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Centristrismos y maquiavelismos

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Macron, el nuevo inquilino del Elíseo, es un centrista de origen socialista que intenta pescar en caladeros de la derecha, del centro y de la izquierda. No hay semejanza en España. El centrista español, Rivera, viene de la derecha y, por ahora, desea nutrirse esencialmente de insatisfechos del Partido Popular. Salvo que los socialistas se escoren demasiado a la izquierda.

El adalid del centro-derecha francés, Alain Juppé, mantiene que hay que reunir a una izquierda sensata, un centro constructivo y una derecha razonable (los adjetivos son intercambiables) porque, señala, estos tiempos requieren superar la brecha ideológica entre derecha e izquierda. Es un discurso que recoge Macron al afirmar que la fisura real no es entre derecha e izquierda sino entre quienes quieren progresar y los que no desean abandonar esquemas anticuados.

Juppé lo presenta culinariamente señalando que desea una tortilla, francesa naturalmente, a la que se le hubieran quitado sus dos puntas, quedando así un centro amplio. Esta forma de ver las cosas considera que los sentimientos políticos pueden cruzar fronteras ideológicas.

Un acercamiento lejano a la cuestión lo podemos ver con los dos partidos preponderantes estadounidenses. Tanto entre los Demócratas como entre los Republicanos los hay más progresistas y más conservadores. Ocurre muchas veces que son más cercanos entre sí los progresistas o conservadores de cada partido. También ocurre en otras latitudes.

En junio, tras las elecciones francesas veremos si es realista el reordenamiento “progresista” al que aspira Macron, o Juppé, y si los extremos de la tortilla, siempre francesa, ceden ante una fuerte coalición de centroizquierda, centro y centroderecha. El futuro francés y europeo pende ahora en buena medida de esta receta.

Tras el sonado fracaso de la gira europea de Trump, Merkel se ha vuelto más europeísta dando este fin de semana pasado un auténtico pistoletazo de partida para una profundización de la UE. Incluso en materia de defensa. Merkel está desencantada de americanos y británicos. Esto es muy grave, pero, ahora mismo, un regalo para Macron, que se lo juega casi todo, valientemente, a la carta europeísta de cara a las legislativas francesas de junio. Queda que el ministro alemán de Finanzas, Schäuble, un tío Paco de rebajas europeístas, siga el paso.

Macron ejerce un efecto magnético sobre los socialistas que llegan a transfuguismos hacia su partido, La República en Marcha. En la derecha también ha conseguido importantes cabezas de puente. Casi 150 diputados del partido conservador, Los Republicanos, firmaron tras su elección al Elíseo una carta tendiendo la mano al nuevo Presidente. Destacados miembros de LR, como el nuevo Primer Ministro, Édouard Philippe, cercano a Juppé, se han incorporado al primer gobierno de Macron, junto a socialistas y centristas, si bien han sido expulsados por el aparato de su partido.

Además de estas situaciones de hecho que recortan la entidad de los dos partidos clásicos franceses, hay pretendidos maquiavelismos. Al Presidente François Mitterrand le acusaron en su día de cambiar el sistema de elección uninominal a dos vueltas por uno proporcional solo para debilitar a los conservadores franceses. Con el primer sistema, al que se volvió a los dos años, la extrema derecha tiene muchas dificultades en conseguir escaños al costarle conseguir apoyos de otros partidos en la segunda vuelta.

Los acusadores de Mitterrand aseguran que el cambio de escrutinio en 1986 fue para facilitar el acceso al Parlamento de la extrema derecha para erosionar la derecha tradicional. Ese año el Frente Nacional de Jean Marie Le Pen, padre de Marine, consiguió 35 escaños y cuando en 1988 se volvió al sistema anterior, con el conservador Chirac de Primer Ministro, el FN solo consiguió uno. Veremos este mes de junio cómo se traducirá en escaños el fuerte apoyo a Le Pen en la elección presidencial. Ahora el FN solo tenía dos diputados.

En cambio, los éxitos lepenistas en las presidenciales de 2002 y 2017 nada tienen que ver con Mitterrand. Fue el General De Gaulle quien en 1958 elaboró una nueva Constitución en la que la elección del Presidente pasó de hacerse en el Parlamento por los diputados a una de carácter popular para fortalecer al Presidente.

En Francia, con un voto proporcional el FN crece en detrimento de la derecha tradicional. En España una pinza entre el Partido Popular y Podemos desgasta al PSOE, como hemos visto en la Investidura fallida de Pedro Sánchez. Aznar lo intentaba con el Partido Comunista, cuna de Iglesias y muchos de los suyos. Algunos achacan ahora, pues, al partido de Rajoy un apoyo a Podemos para debilitar al PSOE.

La Moción de Censura de Iglesias, irrealista, tiene como autentico objetivo fragilizar al PSOE. Veremos si durante el oportuno debate, Rajoy y su gobierno confrontan al líder de Podemos solo lo justo como para no desdorarle demasiado en la verdadera confrontación con los socialistas.

Carlos Miranda es Embajador de España

Carlos Miranda

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