viernes, septiembre 20, 2024
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Franceses en España por Macron

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Los franceses votarán el domingo en la primera vuelta de las legislativas. Entre las candidaturas destaca por su novedad y frescura, la de 'En marche!', de Emmanuel Macron. Dos candidatos de la candidatura de Macron se han presentado estos días en Madrid, una profesora y un empresario.

Ambos han puesto el énfasis en la Francia que abre puertas, en la necesidad de consolidar una dinámica que puede ganar, o recuperar, la confianza de los ciudadanos, que se han sentido en gran parte alejados, excluidos, de las decisiones políticas. Para ello cuentan con la actividad de comités abiertos donde los ciudadanos franceses, antes y después de las elecciones, podrán exponer sus necesidades, preocupaciones, prioridades.

Ya hay setecientos cincuenta 'marcheurs', voluntarios comprometidos en dotar de dinamismo a estos comités que se van formando (hay constituidos varios, siendo los de Madrid, Barcelona y Valencia los más numerosos). España, junto con Portugal, Andorra y Mónaco forman la quinta Circunscripción electoral en el extranjero (de un total de once). Cuenta con 120.000 electores aunque se calcula que puede haber casi otros 80.000 franceses no inscritos en los consulados.

Como dijo la candidata Samantha Cazebonne, no prometen nada, no quieren hacer promesas fútiles, electoralistas, sino trabajar junto a los ciudadanos, sin tiempo que perder, con cordura y seriedad. Se trata principalmente, recalcaron, de que haya más legitimidad democrática y de que los expatriados puedan participar y sentirse parte de la nación.

Entre los residentes en España, los candidatos y los 'marcheurs' han dado prioridad a tres temas: la primera, el apoyo a las escuelas y liceos franceses. Hay que reconocer que Francia es el país con la mejor red de liceos y de centros culturales por los cinco continentes. Pero no se contentan sino que quieren seguir mejorándolos y ampliándolos pues también sirven a los ciudadanos españoles, ya que una gran parte de alumnos son españoles. La educación y la cultura han formado siempre parte de las señas de identidad de Francia y así lo subraya la candidatura de Macron.

La segunda, atender mejor a las empresas creadas por franceses en España. Por el momento, afirmaba el candidato suplente, Stéphane Vojetta, el Estado francés sólo apoya a las empresas que contribuyen a la mejora de la balanza comercial, es decir a las que exportan, pero no a las creadas por franceses en el extranjero, con tecnología francesa y con muchos empleados franceses. Francia es el primer inversor extranjero en España desde hace más de treinta años. Pero también hay numerosas empresas, pequeñas y medianas, de origen francés pero bajo legislación española. Se trata de apoyarlas en lo posible, por ejemplo, en lo que se refiere a la formación de licenciados en Francia que deben realizar practicas en empresas o en el acceso al crédito en entidades financieras francesas.

La tercera preocupación es mejorar la accesibilidad de los ciudadanos franceses a las gestiones administrativas mediante una plataforma digital mejorada que funcione 24/24 y 7/7. Facilitar a los ciudadanos a las gestiones administrativas es siempre una necesidad, pero Francia es un país donde el servicio público es un emblema republicano.

En todos los discursos han predominado las palabras 'dinámica' y 'reto'. Y también, sin ninguna arrogancia, » j'aime mon pays, j'aime la France» (algo que nuestros políticos no se atreven a afirmar en público ni en privado). Francia abre sus puertas a una generación europea que quiere superar la separación dogmática entre izquierda y derecha y quiere pluralidad y compromiso con el futuro. Es algo que ya se percibe cuando la nueva ministra de cultura es Françoise Nyssen, hija de Hubert Nyssen, el belga que fundó la maravillosa editorial Actes Sud, en Arles, o cuando el ministro de la transición ecológica es Nicolas Hulot, un activista de la naturaleza. Macron ha elegido a sus altos responsables por su cualificación, no por su carnet.

El trabajo de estos candidatos, que ilustra el interés de Francia por involucrar a los ciudadanos expatriados, podría ser un buen ejemplo para la Administración española y los partidos cuando haya elecciones, sobre todo facilitando el voto a los residentes en el extranjero, que ahora es un laberinto disuasorio. Los obstáculos burocráticos han hecho que millones españoles fuera de España -entre ellos, una de mis hijas, que vive en Dakar- se queden frustrados, sin votar.

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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