lunes, noviembre 25, 2024
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¡Al fin, solos!

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Este jueves, 8 de junio, tendrán lugar unas elecciones generales en el Reino Unido y el domingo la primera vuelta de las francesas. Ya hablaremos de éstas antes de la segunda vuelta. Las británicas fueron convocadas con antelación y suficiencia por su Primera Ministra, Theresa May, esa misma que, una vez dimitido el temerario David Cameron tras perder su referéndum sobre la Unión Europea, se apoderó con ansias del bastón de mando al grito de «Brexit is Brexit» a pesar de haber abogado por la permanencia. 

Según los sondeos, la amplia ventaja de la que disfrutaban los conservadores sobre los laboristas hace apenas un mes se habría esfumado quedando en unos pocos puntos. Nuestro corazoncito podrá, quizás, preferir al Partido Conservador o al Laborista pero aunque estos últimos prometen tratar mejor a los extranjeros su líder, Jeremy Corbyn, siempre fue hostil a la presencia británica en la UE y a esta última. Consecuentemente, cualquiera que ostente la jefatura del gobierno tras las elecciones pertenecerá a la estirpe del «no es no» a Europa, esa cosa que queda aislada de las Islas británicas cuando hay temporal en el Canal de la Mancha. 

Europa debe profundizar su Unión y realizar una negociación con Londres en la que los contornos de la UE queden nítidamente definidos. Ello no impide una relación de necesaria amistad entre la UE y el RU sin perjuicio de que se la seguirán jugando a la UE en beneficio suyo. La Unión debe apostar decididamente por una gobernanza económica, financiera y fiscal común. El globo europeo, azul con estrellas de oro, debe ascender decididamente al quedar liberada su barquilla del lastre británico. Incluso debiera elegirse al Presidente de la UE por sufragio directo popular. Mejor un Macron o una Merkel al frente de la Unión que Tusk y Juncker juntos.

Donald Trump es otro federador externo para la UE. Su gira europea ha sido un desastre tanto para él como para la relación transatlántica. El egoísmo ha prevalecido sobre la generosidad y los intereses sobre los valores. Algo preocupante porque lo más parecido a los EEUU es Europa y viceversa, añadiendo Canadá que también participó con los Aliados en la Guerra Fría y antes en las dos Guerras Mundiales como atestiguan numerosos cementerios militares. 

El Papa no bendijo a Trump ante sus votantes católicos. La OTAN no será ya obsoleta, pero el nuevo Presidente americano dejó en el aire si acudiría en defensa y apoyo de Europa como siempre aseguraron sus predecesores. Dejó claro que es un adversario de la UE. En el G7 de Taormina evidenció que en cuanto los demás se darían la vuelta rompería con el Acuerdo de Paris sobre el cambio climático. A los alemanes les puso a caldo. Estuvo más a gusto antes con los machistas saudís y los segregacionistas judíos.  

Esta fisura transatlántica no es plena y puede que circunstancial porque Trump, antes o después, pasará, pero los distanciamientos actuales con Londres y Washington subrayan la necesidad de mayor unión interna y autosuficiencia europea, incluso en materia de defensa. ¡Ahí no es poco! La relación transatlántica ya no será dual, Europa y EEUU, sino triangular, Europa, EEUU y RU. Ello dará más margen a Canadá como ya lo ha entendido su Premier, Justin Trudeau. 

Los europeos deben gestionar este reordenamiento con firmeza, pero con la sonrisa en los labios. Cada cual defiende lo suyo, sin duda, pero a cada lado del Mare Nostrum atlántico hay parientes, amigos, una cultura semejante y unos mismos valores. Incluso intereses comunes.

¡No vamos a lanzarnos ahora en brazos de Putin y de Xi Jinping! Un régimen autoritario y una dictadura comunista por mucho que ambos sean capitalistas. Uno es amenazante para sus vecinos, interviene ilegalmente en Ucrania y anexionó Crimea militarmente. El otro quiere sus manos libres en las aguas internacionales del Mar de China Meridional en detrimento de sus vecinos y se distancia frecuentemente de sus responsabilidades en el Consejo de Seguridad de la ONU. 

Una necesaria firmeza no impide mantener con ellos las mejores relaciones posibles. Puede que sea más fácil ahora con China, aspirante a emparejarse con los EEUU como líder mundial, que con Rusia donde Putin cultiva a Trump sin que sepamos aun si le tiene cogido por alguna parte sensible. Dicen que los extremos se tocan, pero los parecidos aún más….

Son, pues, cuatro razones externas federadoras para una UE inteligente junto a dos amenazas mundiales: Corea del Norte con su agresiva postura nuclear y el terrorismo yihadista, que acaba de atentar en Londres, fomentado desde el Califato del Estado Islámico con la bendición de quienes con la misma esperan alejarlo de sus casas. 

Todo muy sencillo porque nos lo han puesto a tiro. Al fin, solos y mayores de edad. Queda lo difícil: ser inteligentes….

Carlos Miranda es Embajador de España

Carlos Miranda

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