Con humildad y en mi condición de ciudadano europeo, me veo en la necesidad ética y moral de escribir unas líneas en señal de agradecimiento al haber tenido conocimiento del fallecimiento del ex canciller alemán, el sr. Helmut Kohl.
El proyecto de integración europea que, junto a otros líderes europeos, nos legó el canciller alemán es “el causante” de que hoy en día podamos afirmar con rotundidad que Europa es un proyecto de Paz, Estabilidad y Bienestar.
Helmut Kolh empujó y apoyó la unificación de las dos Alemanias. Con ello se creó y consolidó el mayor Estado miembro de la Unión Europea en el mismo centro del continente europeo. Me consta que en la “Alemania rica” había determinadas corrientes contrarias a esta unificación habida cuenta el costo económico que ello iba a suponer. Sin embargo, y una vez más, el gran Renano, Helmut Kolh había nacido en el año 1930 en el länder de Renania-Palatinado, antepuso lo Político a lo Económico. ¡Acertó en su propósito!
Tuvo una infancia difícil. Siendo niño, cuando él tenía nueve años, comenzó la II Guerra Mundial. Al final de la Segunda Gran Guerra fue movilizado, contando él solo catorce años. Fue afortunado al no tener que ir al frente aunque fue capturado y rendido y tuvo que caminar en columna de refugiados, según contaba el propio Kolh. Desgraciadamente, su hermano mayor, sí murió, como muchos otros jóvenes, en el frente de batalla. Helmut Kolh y su mujer Hannelore pertenecían a una generación que vivió y sufrió la guerra. Precisamente ella fue violada siendo niña por parte de los soldados soviéticos cuando éstos entraron en Alemania. Estoy seguro que estas circunstancias influenciaron de manera notable en sus reflexiones y actuaciones posteriores.
El Gran Renano era un firme defensor de la idea que dio origen al proyecto de Europa de Schuman, Monnet, Adenauer, Churchill (quizás Theresa May tenga que leer y aprender más del antiguo primer ministro británico), De Gasperi, Spaak, Spinelli,…, Europa no podía ni debía entrar en nuevas guerras en su seno, y los diferentes Estados miembros debían diluirse, también la gran Alemania, en una Europa federal y fuerte.
El gran canciller alemán, podría decirse que parecía más latino que germano, al haber sabido generar y construir un camino de amistad y confianza con otros líderes europeos de su época. Por cierto, líderes como François Mitterand no siempre fáciles de tratar. Recordemos a los dos mandatarios europeos en el Muro de Berlín. Una vez más antepuso lo político a lo económico. Construyó un bloque franco alemán fuerte y con toda su determinación y poderío empujó el proyecto europeo hasta donde pudo. Asimismo, apoyó decididamente a Jacques Delors como presidente de la Comisión Europea, perteneciendo ambos a familias políticas distintas.
Me permito traer a estas líneas una vivencia con Helmut Kolh que considero muy ilustradora de su manera de ser y actuar y que ayudará al lector, sin duda, a conocer más en profundidad la personalidad europeísta del gran Kolh. Se trataba de una reunión del buró político del Partido Popular Europeo (PPE) sobre los años 1995-1996. Una diputada del PPE, en presencia del mandatario alemán, comienza a quejarse del mensaje “excesivamente europeísta” del PPE alegando que dicho mensaje restaba votos al PPE ya que los ciudadanos veían a Europa como el causante de muchos problemas: pesca, agricultura, cierre de acerías,… Por eso dicha diputada solicitaba moderar el mensaje europeísta. Inmediatamente el canciller Kolh dio un manotazo encima de la mesa y dijo a la señora diputada: “señora, hay dos tipos de políticos, aquellos que leen la encuesta por las mañanas mientras desayunan y hacen la política en base a eso, y los que tiene un proyecto y actúan siguiendo el mismo aunque tengan que ir en contra de lo que la sociedad piensa en un momento determinado, o ¿qué cree usted que hubiesen contestado los alemanes si en los años ochenta les hubiesen preguntado si querían desplegar los misiles Cruise y Pershing? ¿Cree usted que así hubiera terminado la guerra fría?”.
Modestamente entiendo que esta experiencia ayudará al lector a entender al Helmut Kolh con proyecto propio, correcto o incorrecto, y con gran convicción y decisión para empujar hasta las últimas consecuencias el proyecto en el que creía y se llamaba y se llama EUROPA. Ahora entiendo la anécdota que se cuenta del sr. Kolh que en el marco de una cumbre europea, en un desayuno de trabajo en un carmen del Albaicín de Granada bajo presidencia comunitaria española se “tragó” doce croissants seguramente necesarios para afrontar con fuerza y determinación las larguísimas reuniones en el ámbito comunitario.
Descanse en paz.
Iñaki Rica