¡Buenos días! ¡Bienvenidos al campo de batalla de Waterloo, donde hoy, 18 de junio de 1815, se va a celebrar un encuentro decisivo para la historia de Europa!
A un lado, con uniforme azul, se encuentra el equipo francés, mandado por un entrenador de gran prestigio: Napoleón. En frente el equipo multinacional-Alemania y Holanda-, comandado por Gran Bretaña, de uniforme rojo, adiestrado por el Duque de Wellington, que en la línea tradicional británica, es un jefe aristócrata flemático y educado.
El campo esta embarrado ya que ha llovido toda la noche, así que ambos contendientes están aguardando a que el sol lo seque un poco para poder ejercitar sus maniobras.
El equipo rojo está situado en línea-muy delgada por cierto-, y no sabemos si aguantará las embestidas de las tradicionales columnas francesas. Son dos estilos de lucha diferentes ¡el resultado se nos antoja incierto!
Son las 11,30 de la mañana y comienzan los primeros movimientos. Los cañones franceses disparan contra la línea enemiga, pero los obuses son absorbidos por el barro, sin más consecuencias. Ahora vemos como tropas francesas atacan la granja fortificada de Hougoumont, que resiste los ataques con una defensa numantina por parte británica ¡Qué gran defensa señores!
Observamos que inteligentemente, el Duque de Wellington tiene las reservas intactas, dispuestas a salir del banquillo en cualquier momento. Son las 13,30 y uno de los capitanes franceses, D´Erlon, cumpliendo órdenes del entrenador está atacando al contingente holandés, que no aguanta y se retira al otro lado de la colina ¡Esto es una desbandada! Parce que el equipo francés se va alzar con la victoria, pero ¡ojo! Detrás de la citada colina se han encontrado con los hombres de Picton, veteranos de la guerra de España. Gente muy curtida en encuentros internacionales que están aguantando formidablemente el ataque francés
¡Lo increíble acaba de suceder, señores! Los jinetes pesados de los Scots Greys han contratacado dispersando a los franceses. El capitán Picton, que había perdido su espada ha utilizado un paraguas para golpear. Tenemos que lamentar su baja en combate.
Son las primeras horas de la tarde y el entrenador principal Napoleón se encuentra enfermo, por lo que se ha retirado del encuentro durante un tiempo ¡Esperamos que se recupere a tiempo de proseguir el combate!
El segundo entrenador francés Mariscal Ney, aprovechando que su jefe se encuentra ausente en estos momentos acaba de lanzar a la caballería contra el enemigo ¡Increíble espectáculo cinco mil jinetes contra la infantería! Parece que la van a destrozar, pero esta adopta una táctica defensiva muy compleja ¡Han formado cuados, señores, cuadros impenetrables para los jinetes y sus monturas! La caballería se retira, completamente destrozada. Esto debe suponer una amonestación muy seria para Ney, e incluso es muy probable que le cueste el despido.
A lo lejos, por el flanco derecho del equipo francés, se escuchan disparos. Parece ser que el equipo Prusiano, entrenado por el Mariscal Von Blucher, se ha presentado por sorpresa en el campo de juego y está atacando a los franceses ¡Vaya, no sabemos si va contra el reglamento, pero lo cierto es que están echando una mano a los británicos!
En estos momentos ha caído en manos francesas otra granja, La Haye Sainte, señores por lo que Napoleón-ya recuperado-, ordena a su mejor delantera la guardia Imperial, que ataque al enemigo frontalmente. Vemos cómo avanza en magnifica formación, pero ¿Qué ocurre? Parece que se tambalean, se detienen y retroceden ¡Increíble! ¡La Guardia imperial se retira! el equipo francés esta desmoralizado, no creo que aguante mucho más castigo, puesto que está completamente desordenado y sin coherencia entre la defensa, el centro del campo y la delantera. Efectivamente, en estos momentos, casi las nueve de la noche, se da por terminada la batalla con la victoria clara de Wellington y Blucher, que han sido más audaces tácticamente que su oponente.
Napoleón es desalojado del campo de combate, asistido por sus ayudantes. No parece muy satisfecho con el resultado del combate y ha denegado hacer declaraciones.
Vamos a pasar la retrasmisión a la sala de prensa, situada en La Belle Alliance donde el Duque de Wellington está atendiendo a los compañeros, Escuchémosle:
Reportero: Señor Duque ¿Qué le ha parecido el encuentro?
Wellington: Al margen de una batalla perdida, no hay nada más deprimente que una batalla ganada.
Con estas palabras del vencedor, despedimos la conexión ¡No dejen de sintonizarnos para el próximo encuentro.
Redacción