¿En qué quedamos?
Siempre que ocurre alguna tragedia con un menor, o un asesinato atroz, el gobierno de turno dice que no hay que legislar en caliente. Sin embargo leo en la prensa que se está estudiando reformar algunos artículos del Código penal, para castigar duramente a los que ataquen a turistas o bienes relacionados con el turismo.
Aparte de la hipocresía de los políticos, que son incapaces de cambiar la ley del menor por muchos delitos graves que estos cometan-incluidos barbaros asesinatos-, lo que me hace gracia es el rollo este de la turismofobia.
Resulta que durante muchos años, organizaciones de izquierdas se posicionaron en contra de los hoteles de lujo, de los campos de golf de lujo y todo lo que sonase a turismo de calidad. Yo lo viví en primera persona cuando el Partido Popular perdió la alcaldía de Zaragoza por Plan Hidrológico Nacional, que trasvasaba agua del Ebro a los ríos del Levante español. Recuerdo con claridad los argumentos de una chica muy mona y muy progre-en el fondo muy cateta-, que me decía que dar agua para regar campos de golf para turistas era algo inmoral. Por supuesto que se olvidaba de las huertas murcianas, pero eso no importaba.
Además, resulta que los anticapitalistas de la CUP, odian el turismo pobre, el de las masas de británicos que vienen a divertirse, a follar y a beber como si no hubiese un mañana. Que por culpa de estos ruidosos y desconsiderados turistas, el centro de determinadas ciudades se está despoblando porque suben los precios de los alquileres. Pero no conozco ninguna gran urbe del mundo cuyo centro sea barato y vivir en él no sea un privilegio para algunos tipos con pasta suficiente para pagárselo. Con respecto a su comportamiento, para eso está la policía, para explicarles los buenos modales que deben de tener en nuestro país.
Resulta que los anticapitalistas no caen en que si actualmente, millones de personas pueden hacer turismo, es porque es asequible a muchísimos bolsillos. Es decir, se ha democratizado la posibilidad de viajar, lo que hace cincuenta años era algo impensable, tan solo al alcance de gente muy rica. Los pobres no salían de su terruño de por vida, y los mozos solo si eran alistados para alguna guerra, llegaban a conocer otros países, aunque no les hiciera ninguna gracia dejarse la piel en África, Francia, etc.
Esgrimen otro argumento: el turismo es el culpable de los sueldos basura de camareros y personal del sector servicios. Olvidan que si no existiese ese sector, posiblemente muchos no tendrían trabajo, porque no todos tenemos la preparación suficiente para trabajar de ingeniero o activista social. Otra cosa es que se deban subir los salarios, pero eso es otro tema que no tiene nada que ver con el turismo, sino con el sistema productivo español.
Sin embargo, estos anticapitalistas no ponen reparo alguno a que masas de pobres asalten nuestras fronteras-por la fuerza si es necesario-, y sea obligatorio darles alojamiento, un mínimo de supervivencia y sanidad gratis. ¿Sera que los anticapitalistas necesitan pobres para poder afirmar que el capitalismo es una mierda?
¿En qué quedamos?
José Romero