Si la próxima edición de los Óscar se antoja una pugna entre la excepcional “Dunkerque” y el resto del mundo, las candidaturas a los inminentes premios Emmy preludian una competencia de lo más igualada. Entre la pléyade de candidatos se encuentran actrices, director, guión, de una de las producciones más estimulantes de la temporada: se trata de “Feud”, cuyo propósito es narrar las cotas de rivalidad entre personajes públicos de nuestro tiempo.
Los ocho capítulos que componen la primera temporada describen, con talento y elegancia, el abrazo de espinas entre dos legendarias actrices: Bette Davis y Joan Crawford. Si en el transcurso de sus carreras y en el esplendor de sus victorias se contemplaron la una a la otra con un desdén calado de matices, el impacto se volvió inevitable en el momento en que aceptaron concurrir en el rodaje de la prometedora “¿Qué fue de Baby Jane?”. Corría el año 1962 y ambas advertían a disgusto los primeros estragos de su madurez así que su animadversión no les impulsó a rehusar las tentaciones de una pura película de actrices que parecía heredera de los delirios de “El crepúsculo de los dioses” y los temblores de “Psicosis”.
Bien conocidos son los pormenores del rodaje. Ya en la firma pública del contrato se desataron los celos, que irían adoptando expresiones tan insólitas como el empeño de Crawford –viuda de un ejecutivo de Pepsi Cola- en difundir dicho refresco, que tuvo como repuesta la instalación de una máquina de Coca Cola en el set de rodaje por parte de Davis. El propio argumento de “¿Qué fue de Baby Jane?” –la devastadora convivencia entre dos hermanas, una de ellas discapacitada, que en una edad lejana triunfaron en el mundo del cine y el espectáculo– permitía desahogar los sentimientos que una y otra se profesaban en la vida real: así, Davis llegó a provocar contusiones en la anatomía de su rival en la escena en que Blanche golpeaba a Baby en tanto que Crawford ocultó en su camisón algunos objetos que multiplicaron su peso y por tanto la fatiga de Baby en la secuencia en que arrastraba el cuerpo de Blanche.
Un argumento fascinante, una acertada dirección por parte de Robert Aldrich, y naturalmente el desempeño magistral de sus coprotagonistas, convirtieron a “¿Qué fue de Baby Jane?” en un éxito absoluto. Sin embargo no fue incluida por la Academia entre las candidatas al Óscar a la mejor película, tal vez por la embestida de calidad de otros títulos en liza como “Lawrence de Arabia”, “El día más largo”, o “Matar a un ruiseñor”. En todo caso Bette Davis fue nominada al Óscar a la mejor actriz, que le hubiera consagrado como primera intérprete capaz de reunir tres estatuillas. Ello encendió la ira de Joan Crawford, que a base de presiones a los académicos y a las propias nominadas influyó decisivamente en que la ganadora fuera otra actriz- en concreto Anne Bancroft por “El milagro de Ana Sullivan”- e incluso en que la propia Crawford recogiera el premio en representación de aquélla multiplicando así la derrota de su némesis.
Todos estos acontecimientos aparecen fielmente descritos en los primeros episodios de “Feud”, que en su desarrollo parte del divismo de sus protagonistas para después excavar en el predio de sus debilidades y de sus emociones. De la mano de hechos posteriores como el frustrado reencuentro –Crawford resolvió abandonar el rodaje- de actrices y director en “Canción de cuna para un cadáver”, la serie nos va descubriendo la soledad fuera de plano y las estremecedoras equivalencias de dos mujeres irrepetibles. Ambas sufrieron infancias emocionalmente depauperadas, ambas despilfarraron su amor en cuatro matrimonios, ambas acabaron litigando con sus propios hijos, ambas se desdibujaron en la falsa promesa del alcohol. “Soy Joan Crawford, la que creé para los demás. Cuando estoy sola no sé quién soy”.
Las magníficas interpretaciones de Susan Sarandon y Jessica Lange, el notable aporte de otros personajes como los que encarnan al paciente Robert Aldrich y a la fiel “Mamasita”, nos descubren con sutileza el común desamparo y la soterrada admiración entre Crawford y Davis.
Su paralela decrepitud –inolvidable el primer tercio del último capítulo a los sones del “The end” de The Doors- despertaría en ambas según los guionistas de “Feud” un sentimiento de aprecio que jamás llegaría a ser manifestado. En 1977 fallecía Joan Crawford –bellísimo su figurado adiós en un espectral encuentro con la mordaz crítica Hedda Hopper y el despiadado productor Jack Warner- en tanto que en 1989 Bette Davis fumaba su último cigarro: “Por las malas”, así reza su epitafio.
Fernando M. Vara de Rey