martes, septiembre 24, 2024
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Diez años de Ley de Igualdad

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La Escuela Sindical de CCOO de Madrid marca el inicio del curso. Allí, hace escasas fechas, tuvimos la fortuna de escuchar unas ponencias especialmente potentes y ágiles. Me refiero a la mesa que versó sobre la Ley de Igualdad, de la que estamos conmemorando el décimo aniversario de su aprobación.

Como ponente de este tema estuvo la periodista y escritora especialista en violencia de género, Nuria Varela (autora de Feminismo para principiantes y la reciente Cansadas) con quien coincidimos en la dificultad para que se ejecuten las conquistas que alcanzamos. Además participaron Amaia Otaegui, socióloga de la Fundación Primero de Mayo y Pilar Morales, secretaria de Mujeres de CCOO de Madrid.

Un reto fundamental de las Comisiones Obreras es luchar contra la desigualdad, y la más asquerosa de las desigualdades es la que padecen las mujeres. En el mencionado Cansadas, Nuria Varela expone que hay ámbitos que lastran la igualdad: los medios de comunicación, la cultura y la escuela y educación. Con el objetivo de acabar con esa desigualdad se puso en marcha la Ley Orgánica 3/2007 de 22 de marzo, en la que la propia  Varela participó activamente y sobre la que existe la común opinión de que es muy buena, pero no se cumple.

Es evidente que el PP se ha encargado de vaciar de contenido la ley al no dotarla de recursos y es evidente que, en Madrid, Cristina Cifuentes ha recortado en más del 50 por ciento las partidas presupuestarias dedicadas a igualdad

A pesar del incumplimiento de la ley de Igualdad, gracias a ella, se modificaron más de una veintena de leyes porque su objetivo es incidir en todos los ámbitos de la vida. En palabras de Nuria Varela que comparto, “lo contrario de la igualdad es la desigualdad, no la diferencia”, así como que “la única medicina preventiva contra la violencia de género es la igualdad”.

Una década después de la aprobación de la ley, las dificultades para su aplicación también son inherentes a la propia ley porque tiene un enfoque realmente amplio abarcando demasiadas cuestiones ya que, por ejemplo,  nada humano le es ajeno. Además contempla mucha dificultad la aplicación de la transversalidad en la propia administración y por último, contempla actuaciones en ámbitos sobre los que las competencias están en las comunidades autónomas.

Sobre la relación entre la ley de Igualdad y el mercado de trabajo, Amaia Otegui traza un panorama de claros y oscuros. Así, asegura que la incorporación de las mujeres a la actividad laboral ha feminizado el empleo, pero desde pautas distintas y desiguales a las masculinas. Una incorporación que también presenta un importante desequilibrio que perjudica a las mujeres y que diez años después de aprobada la ley, según los indicadores, empeora.

Sin embargo, debe reconocerse que la igualdad forma parte de las agendas políticas y sociales y eso es una victoria de los esfuerzos de las organizaciones de mujeres y los movimientos sociales, con un papel destacado d los sindicatos, para hacer frente a las persistentes brechas de género.

En este contexto hay que destacar la segregación laboral, es decir, los puestos de trabajo ocupados por las mujeres suelen  concentrarse en un número reducido de ocupaciones, lo que da lugar a empleos predominantemente masculinos y femeninos. Y, como nos dice con retranca Otaegui, “las mujeres tienen la curiosa tendencia de concentrarse en los sectores y profesiones peor remuneradas y donde la valoración de su actividad es menor”.

Esta segregación aumenta la brecha salarial; ha disparado la tasa de pobreza y exclusión de mujeres en edad laboral; ha hecho que España haya descendido cuatro puntos en el ranking mundial de igualdad, según el Foro Económico Mundial. No podemos olvidar en este escenario la relevancia de la negociación colectiva, que debe garantizar la igualdad entre los sexos, con la aplicación de acciones positivas, así como la intervención sindical en los planes de igualdad.

Como elemento positivo de la Ley de Igualdad, Pilar Morales, como secretaria de la Mujer de CCOO de Madrid llama la atención sobre lo que ha influido en el sindicato el trabajo de las mujeres, de tal forma que CCOO es hoy un sindicato feminista. Entre ellas, destaca Morales a Eva Silván y Eva Urbano que participaron en la redacción de la ley de Igualdad en representación de las Comisiones Obreras.

También, desde CCOO, tenemos que valorar los cambios que la ley de Igualdad ha introducido en el Estatuto de los Trabajadores así como la relevancia de los planes de igualdad, marcando como reto de futuro la creación de delegadas y delegados de igualdad en las empresas.

Es evidente que el PP se ha encargado de vaciar de contenido la ley al no dotarla de recursos y es evidente que, en Madrid, Cristina Cifuentes ha recortado en más del 50 por ciento las partidas presupuestarias dedicadas a igualdad. Nuestro objetivo es combatir la igualdad, por eso, nuestro reto también es dar la vuelta como un calcetín las políticas de igualdad, o mejor, las no políticas de igualdad llevadas por el Partido Popular.

 

Jaime Cedrún

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