La adalid de la resistencia catalana y querellada, interventora general de la Generalitat, tras resistir un par de tés, decidió enviar la información que cinco días antes negó a Montoro.
Junqueras, se conmueve, pero litiga con los tribunales españoles, como si fuera una Comunidad de esas del montón. ¿Por qué no pidió las “cautelarísimas” que hubiera obligado al Supremo a decidir en 48 horas la intervención económica, en lugar de alargar el procedimiento? Es que él es un chico bueno, legal, ya me entienden.
Nadie del área de Junqueras quiere ser inhabilitado por la Ley española. Solo un juez, de oficio, e instruyendo la causa que provocó el senador bocazas que aseguró la existencia de partidas secretas para la independencia, ha roto la estrategia de ERC.
Las rupturas difícilmente se producen y las denostadas transiciones requieren negociación: Junqueras ansía su puesto en la mesa del orden recobrado
El marrón era para Puigdemont, que ha renunciado a presentarse a futuros comicios, y para los del PDeCAT, atrapados en el 3%, la trituradora de cargos de Puigdemont y su irrelevancia electoral. PDeCAT y la CUP, compañeros de viaje en este doloroso trance ya no convienen a ERC.
Recibido con honores por “la pandilla Roures”, aceptado como cabeza de un tripartito, Junqueras quiere cantar con Iceta y bailar en los mismos salones que Soraya y susurrarle al oído acuerdos de pacificación.
Salvad al soldado Junqueras, no sea que solo quede sin inhabilitar la artera Colau, especia en todas las salsas, excepto de aquellas que inhabilitan.
Las rupturas difícilmente se producen y las denostadas transiciones requieren negociación: Junqueras ansía su puesto en la mesa del orden recobrado. Junqueras junto a Colau, con Iglesias de carabina en Madrid, pretenden seducir a Iceta y Sánchez, ofreciendo un escenario transitorio (entiéndanme, más pelas, competencias y un baño de federalismo), mientras Iglesias y sus asambleas le arrebatan el poder a Rajoy.
Pero qué haríamos con el prócer inhabilitado. Tenemos que salvar al soldado Junqueras para tan arduo menester. Sin él, tendríamos que dejar a la izquierda federalista el sitio y, para eso no hemos hecho el “procés”.
Todo esto era para acabar con la izquierda y sumar el populismo independentista y el populismo de la radicalizada pequeña burguesía española, para hendir una cuchillada a la Constitución, los restos de la transición, la amnistía, los estatutos y todas las banderas históricas, incluida la cuatribarrada, convertida ya en trapo del autogobierno y que cualquier día quitaremos de los balcones oficiales.
“Han alterado las condiciones del juego”, ha declarado Junqueras, tras las operaciones judiciales y de la guardia civil. Nada como el inconsciente para traicionarse. Un “juego” terrible, en realidad una maniobra de calado electoral frente a la izquierda y el PDeCat, de consecuencias difícil de adivinar, salvo una: una frustración social de largo alcance y una división popular de consecuencias incalculables.
La radicalización de la gente de Pigdemont y de la CUP es solo una forma de conducir a Junqueras al precipicio. El “mambo” lo bailamos todos muchacho, le dicen al vicepresidente, mientras en España, ya ponen el mantel de las nuevas condiciones para el autogobierno catalán: solo esperan al compañero de festín, una autoridad, naturalmente no inhabilitada.
El astuto Durán i Lleida, les ha dado una salida, mientras le hacía un guiño al PP y al PSOE: dejad el referéndum y haced una comisión para estudiar el asunto…Créanme, este follón es para ver quien se sienta en el foro. Y solo se llega inhabilitado con un truco: convocar elecciones ya mismo, que para marzo será tarde, que a los jueces los carga el diablo
Juan B. Berga