miércoles, septiembre 25, 2024
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Hay que negociar con Tejero

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Si la noche del 23F los demócratas españoles hubiéramos dialogado con el golpista Tejero hoy no habría golpe de estado en Cataluña. Porque hoy no habría estatuto de autonomía ni, por tanto, un enfebrecido presidente de la Generalitat que pudiera realizar una intentona separatista usando todos los resortes administrativos que la Constitución puso en sus manos. Tejero tenía miles de seguidores en España, y lo que es peor, muchos con uniforme y pesados galones. Los españoles tuvimos una tentación fácil: ¿Volver a la dictadura o aceptar la anulación de los estatutos de autonomía y pulverizar las libertades de Cataluña y Euskadi durante siglos soñadas? 

La noche del 23F no abandonamos sus libertades como pueblos para preservar las nuestras como ciudadanos. No aceptamos un estado de excepción en Euskadi. No aceptamos la restauración de la pena de muerte. Porque esa noche no negociamos con los golpistas sobre el futuro de España.

Por eso ahora no pedimos dialogar con el golpista Puigdemont. No porque sus ansías sean ilegítimas, como no lo eran algunas aspiraciones de Tejero (acabar con el terrorismo, ¿quién no firmaría tal vaguedad?).

Lo determinante es que el presidente de la Generalitat también ha escogido la ilegalidad como vía política: desoigo leyes y tribunales estatales; reniego de la mitad del Parlamento catalán y de sus garantes jurídicos; acorralo a los potenciales votantes del no y celebro el referéndum con urnas chinas, sin control de juntas electorales, ni interventores, ni censo verificable…Total, una votación que firmaría cualquier dictador bananero.

Pero como los demócratas españoles amamos tropezar mil veces con la misma piedra confíamos en una vía de diálogo, la única posible: que los catalanes independentistas hablen y pacten con los catalanes no independentistas. Si son capaces ahora, magnífico. Y si no, que el Estado (155) convoque elecciones autonómicas para que quede nítidamente dibujado qué quieren los catalanes.

Los demócratas españoles no podemos negociar una hoja de ruta con el golpista Puigdemont, pero sí podemos dialogar sobre un pacto de todos los catalanes. Los mariachis del sí deben reflexionar ¿Merece la pena experimentar el 155 para clamar ante la ONU que España nos tortura? ¿Merece la pena llenar las calles de odios tribales entre las dos Cataluñas para fortalecer el victimismo?  A veces los experimentos de «cuanto peor, mejor» acaban en guerra civil.

Acusan a Rajoy de fabricar separatistas. Pero Puigdemont fabrica españolistas a un ritmo de vértigo. Unos españoles que ya boicotean la compra de todo producto catalán. Una ruina empresarial para Cataluña que no puede parar ningún gobierno. Nace de la gente de este lado del Ebro, que también tiene su derecho a decidir: «no, esa marca catalana no, deme cerveza española».

 Sánchez e Iglesias piden a Rajoy que dialogue con el golpista Puigdemont. Parecen ignorar que hay una masa transversal de españoles hartos del golpismo catalán que puede cambiar su voto. El pucherazo electoral perpetrado por Puigdemont nunca se lo consentirían PSOE y Podemos a Rajoy. ¿Qué eligieron vuestros ancestros y los de vuestros militantes en el dilema Franco o República?

Podemos y PSOE han denunciado la dureza del Estado. Fue tan feroz que anunció, primer error, que iba a requisar urnas y papeletas. Y dio tiempo a los golpistas a fabricar urnas b, llenar los colegios de niños y abuelitas, crear redes informáticas paralelas….¿Se imaginan a Garzón anunciando el 1-O voy a desmantelar Batasuna? ¿Qué harían los batasunos? Pues huir, quemar documentos, organizar protestas callejeras…

Un Estado tan desalmado que, segundo error, creyó que Trapero le sería leal, aunque no daba órdenes sobre el operativo, no iba a las reuniones, cuestionaba todo y dio una guía a sus chicos para encontrar 1001 fórmulas para no cerrar un colegio electoral. Le faltó añadir: “Si el mosso ha tenido una especial sudoración ese día, dormido mal, padecido un desarreglo intestinal o desavenencia conyugal…el colegio podrá no ser clausurado”.

Envió agentes para requisar urnas y papeletas. Se encontró con catalanes que intentaban impedir esa acción con todos sus medios, pedradas incluidas. No fue una manifestación Fue una obstrucción a la justicia como mínimo. Ejecutaron una orden judicial con mayor peligro de ser linchados que de lo contrario. A veces dieron golpes, y a veces huyeron para salvar la vida.

El Estado desplazó agentes a Cataluña, pero, tercer error, aterrizaron en la Euskadi de los años 80 con una presión rayana en la kale borroka. Las FSE habrían tenido durante el conflicto vasco más cobertura para ejercer su defensa, pero el 1-O las órdenes eran las contrarias: usar el mínimo de fuerza. Porque estos policías que huyeron en diversos pueblos catalanes portaban su arma reglamentaria. Ninguno la usó. Habría sido un error y horror terrible. Pero no lo hicieron.

Más allá de la fabulación de dedos rotos y heridos (800 colapsarían las urgencias) se olvida que no era una votación legal lo que se reprimía. Era el decorado de un golpe. Los catalanes que piden la salida de las FSE de Cataluña cumplen el sueño de su expresidente: que se alejen los agentes que me acorralaron en la calle del 3%

 Ni la Policía ni la Guardia Civil han interrumpido nunca una consulta electoral en Cataluña. Pero ésta era ilegal. Y pese a los fantasmagóricos 800 heridos, los partícipes en golpes de estado fallidos suelen acabar peor: fusilados o presos.

Ningún director de medio ni político que se precie puede pedir a Rajoy que pida disculpas por combatir un golpe de estado. 

Toca elegir. Golpe o democracia. Si vale este golpe, Rajoy compra urnas chinas y cualquier noche…haz votar a tus votantes. Sólo a tus votantes. Y cuanta más veces vote tu votante más democracia habrá. Si te pasas del censo, no te preocupes, eliminas parte de los censados mediante extradición o ejecución. Lo importante es que tu mayoría sea nítida. Me ha votado el 100% del 3%.

Francisco Mercado

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