martes, noviembre 26, 2024
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Mientras paseamos por Washington, mi sobrino Evaristo inquiere si España es antiamericana. “Pregunto porque cuando en España mencionan a los EEUU, me parece oír a independentistas catalanes hablar mal de España”. ¡Menuda comparación! “No solo la izquierda”, añade Evaristo, “también la derecha, aunque menos”.

“Hay factores históricos que no ayudan”, le digo pensando en la guerra de Cuba, cuando nos vapulearon en 1898 y nos quitaron la Perla del Caribe, Puerto Rico, Filipinas y Guam, tan famosa ahora. De todos modos, ya se hubieran descolonizado hoy en día. Asimismo, le comento, se entendieron con Franco, aunque éste les censuró por su embargo a Cuba; su Secretario de Estado, Haig, miró para otro lado cuando el golpe de Estado del 23 F, en 1981; sus guerras en Vietnam e Irak, entre otras, no fueron populares.

Gajes de ser potencia mundial. De eso, España sabe porque lo fuimos del siglo XVI al XVIII. “Es cuando gestaron esa Leyenda Negra que tanto nos molesta por injusta”, le digo.

 “Quizás debiéramos empatizar más con ellos”, suspira Evaristo.

EEUU y España somos viejos aliados. Les ayudamos en su independencia. No lo recuerdan bien, pero nosotros tampoco. La ayuda francesa es mejor valorada. Francia tiene mejor estrategia comunicativa, aunque es verdad que tuvieron una contribución militar fundamental en la batalla decisiva de Yorktown, en 1781. Las tropas de Lafayette estuvieron allí y con su flota anularon a la británica. Los americanos ganaron entonces su independencia. España contribuyó más bien con dinero y pertrechos militares, aunque Gálvez impidió a los británicos el acceso al Misisipi. Prudentes, como siempre…

“Pero ahora somos de nuevo aliados, bilateralmente y, asimismo, en la OTAN donde la mayoría de sus miembros pertenecen a la Unión Europea”, observa Evaristo. Los europeos recuerdan que los EEUU acudieron decisivamente en apoyo de las democracias europeas tanto en la Primera como en la Segunda Guerra Mundial, sin olvidar su contención de la Unión Soviética durante la Guerra Fría.

España se benefició de ello por ser nuestro entorno inmediato. Ciertamente, no tumbaron a Franco. Churchill temía una posible España comunista y quería proteger su colonia de Gibraltar. Mejor con Franco.

La UE considera que tiene tres amenazas: Rusia, el terrorismo yihadista y “otras”, un necesario cajón de sastre. Nunca se sabe. Los terroristas matan en Europa y quieren recupererar Al Ándalus. Algunos se ríen por esto último, pero también matan en España. Son enemigos nuestros. Las orillas Sur y Este mediterráneas son, asimismo, focos de inestabilidad y también los hay en la África subsahariana.

Rusia está lejos, pero parece que “hackeó” en la cuestión catalana, como lo hizo en las elecciones americanas y francesas. Le interesa desestabilizar a la UE. Moscú es, asimismo, una amenaza seria para los países bálticos y otros aliados y socios de la UE en el Este europeo. No sentimos, como ellos, el aliento moscovita directamente en el cuello, pero hemos de ser solidarios con ellos. “Por eso, en rotaciones, tenemos cazas, buques militares y tropas en esos países”, recuerda Evaristo, sacando pecho.

Si hubiera un conflicto con Rusia, los EEUU serian imprescindibles para ayudar a los europeos. España, además, acudió a Washington cuando Marruecos tomó Perejil, siendo Aznar Presidente del Gobierno, y, ahora, por Cataluña, Rajoy ha buscado el apoyo de Trump. Es una realidad que no podemos ignorar, aunque hiera nuestro orgullo, generalmente exacerbado.

La UE quiere reforzar su autonomía estratégica, ser más fuerte económicamente y en defensa, como expresión necesaria de su entidad política. España lo apoya. Juntos somos más fuertes. Queremos codearnos con EEUU, Rusia y China. Tendremos, para ello, que tener una disuasión nuclear que solo puede proveer Francia y que, quizás, tengamos que ayudar a financiar (Evaristo se sorprende). Sin perjuicio de su autonomía estratégica, es evidente que la UE está más cerca de los EEUU en materia de intereses vitales.

“El Atlántico Norte es un vínculo poderosísimo”, le explico a Evaristo. Lo más parecido a Europa son Canadá y los EEUU y viceversa. España tiene también una especial vinculación con América Latina, pero, como europeos, pertenecemos a esa cultura prevalente alrededor del Mare Nostrum transatlántico, en temas económicos, comerciales, culturales, industriales, tecnológicos y de seguridad y defensa. Tampoco podemos ignorarlo.

Sin dejar de ser críticos con los EEUU, cuando toque, como con cualquier otro país, hemos de aprender a ver a los EEUU con otra mirada más amistosa que esa bastante hostil que le solemos dedicar. Una Europa unida podrá tutear a los EEUU, pero hemos de recordar que son nuestros amigos, no nuestros enemigos, como la propia UE señala en su estrategia global. “No sé” me dice Evaristo con juvenil escepticismo, pero sabe que tengo razón.

La manifestación española del domingo en Barcelona tuvo buen impacto en el extranjero, pero en Cataluña se mantiene la insensatez política y con ello siguen las puertas cerradas al dialogo.

Carlos Miranda es Embajador de España.

 

Carlos Miranda

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