Resulta “trasnochado y aburrido” hablar sobre la Revolución Rusa, me han comentado a raíz del artículo que en este mismo medio escribí la semana pasada. Y es que el 17 de octubre se conmemoraba el centenario de la revolución más relevante del siglo pasado, que tanto ha influido en el mundo, y fundamentalmente en Europa. Aunque la historia nunca se repite, no aprendemos de sus lecciones.
Actualmente, el reparto de la riqueza se empieza a parecer mucho a lo que había hace cien años. Me refiero a un panorama con similitudes que llevaron a sociedades que se desvertebraban. Hoy, las ocho personas más ricas del mundo, poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la humanidad. Mientras, la FAO acaba de anunciar que el hambre en el mundo crece por primera vez en catorce años y afecta a 815 millones de personas.
Vienen a cuento estas palabras porque el ruido que estamos viviendo en España hace que los medios de comunicación, los poderes, la ciudadanía no prestemos atención a asuntos de verdadero calado que pueden llevar a este país a una irremediable desvertebración, más allá de banderas. También el pasado 17 de octubre tuvo lugar un hecho internacional relevante: el Día Internacional contra la Pobreza y la Exclusión Social.
En ese día, las Comisiones Obreras estuvimos junto a movimientos y organizaciones que impulsamos Pobreza Cero en una concentración frente al Congreso. Tras el acto, entregamos a los diputados miembros de la Comisión de Presupuestos una carta que explica el contexto de la campaña contra la pobreza #DesigualdadObscena, y recoge las reivindicaciones del manifiesto, “Muévete contra la desigualdad obscena”.
Son muy pocos los oídos que se prestan a escuchar las cosas importantes que se dicen desde la ONU: “la pobreza no es solo una cuestión económica. La pobreza es un problema de Derechos Humanos que tiene que ver con la falta de capacidades básicas para vivir con dignidad”. Coincidiendo con la mencionada jornada de erradicación de la pobreza, la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN) hacía público un informe con datos trágicos: casi un 28 por ciento de la población vive en riesgo de pobreza o exclusión social en España. Es decir, trece millones de personas.
De estas personas, un 82,1 por ciento son españolas y un 17,9 por ciento, extranjeras. Algo que puede resultar especialmente llamativo es que la mayoría trabaja, concretamente el 32,6 por ciento; una de cada cinco ha tenido que pedir ayuda a familiares o amigos para conseguir alimentos u otros bienes básicos y un 14, 7 por ciento ha tenido que acudir a una ONG para conseguir alimentos u otros bienes básicos.
Los estudios muestran que, además de pensionistas y personas con baja cualificación; una parte importante de los pobres de ahora son adultos, con nivel educativo medio o alto, con trabajo e hijos menores a su cargo y, fundamentalmente, mujeres responsables de familias monoparentales. Es en este escenario en el que la ministra de Trabajo, Fátima Bañez, aseguraba el pasado mes de agosto que la recuperación de la economía “a la española”, es una recuperación “sólida, sana y social”.
Las interminables cifras escandalosas conviven en nuestro país con la existencia de 12 billones de dólares en paraísos fiscales de todo el mundo Además, haciéndome eco del manifiesto “Muévete contra la desigualdad obscena”, el desarrollo sostenible en el planeta está seriamente amenazado porque una quinta parte de la población mundial consume y contamina irresponsablemente.
También ha aumentado el drama de las migraciones forzosas, con 60 millones de personas involucradas, de las que se calcula que 20 millones están vinculadas a causas asociadas al cambio climático, y el resto que han huido de sus países al sufrir persecución por motivos de raza, género u orientación sexual, religión, nacionalidad, opiniones políticas, hambrunas, guerras…
En Madrid, paradigma del neoliberalismo y el pelotazo, la situación no es mucho más halagüeña. En un solo año, el número de familias pobres asciende a 84.000 y el número de personas bajo el umbral de la pobreza crece hasta el 21,7 por ciento. Detrás de estas cifras nos encontramos con una sociedad cada vez más dual y fragmentada. Mientras aumenta la pobreza en la región, la renta media del Área Urbana Funcional de Madrid (capital y municipios situados a menos de 20 kilómetros con elevada densidad poblacional), encabeza la renta media de los hogares españoles, con unos ingresos medios de 35.286 euros, seguido de Donostia, Bilbao, Barcelona o Vitoria.
Soluciones hay en el mundo, en España y en Madrid. Solo hace falta voluntad política y abordar el problema con tres patas fundamentales: protección social, cooperación para el desarrollo y justicia fiscal.
Esta voluntad, en nuestro país pasa por asuntos tan fundamentales como la derogación de las reformas laborales y la reforma del sistema de protección por desempleo para dar cobertura a las personas en paro. El futuro de la vertebración auténtica de este país está en juego. No podemos mirar para otro lado.
Jaime Cedrún
Secretario general de CCOO de Madrid
Jaime Cedrún