martes, septiembre 24, 2024
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Una Constitución de muertos

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 Manuel Monereo, insigne diputado de Podemos, dice que un «una Constitución debería durar lo que dura una generación, los muertos no pueden estar dirigiendo eternamente a los vivos». La brillante portavoz parlamentaria magenta, Irene Montero, lo tuitea. Está de acuerdo.  Y Pablo Iglesias lo considera una lección magistral del Demóstenes de Jaén. Una de sus mayores obras intelectuales, según el PSOE, es la pinza de IU y PP contra el gobierno de Felipe González. Nada más revolucionario que aliarse con Aznar.

Esta soflama la pronuncia un político que tiene edad para saber que nuestra Constitución se firmó para que no hubiera muertos otra vez. Por tanto, sí: la nuestra es una Constitución de muertos, de nuestros muertos de la guerra civil. Porque nuestros muertos de la guerra civil pelearon por una Constitución así.

No vivieron para verla. Nosotros sí. Estamos vivos y no nos matamos porque se firmó esta Constitución que deseaban los muertos. Todas las constituciones descansan en muertos. Todas nacieron de la lucha sangrienta por dotarse de libertades. Los franceses deberían reprobar su legislación: nació de los muertos de la revolución, la norteamericana de la lucha contra los ingleses, la alemana de las cenizas del holocausto nazi, la inglesa de decenas de revueltas para arrinconar el poder de la monarquía.

Sólo nuestros muertos por las libertades están caducos y apestan para los dirigentes de Podemos. Y si ha durado varios generaciones de españoles esta Constitución es que ha salvado varias generaciones de guerras civiles. Por eso es la mejor Constitución española. Hubo otras más excelsas pero su texto acabó siempre arrumbado por falta de concordia o exceso de botas militares. Pero esta Constitución tiene un grave defecto: hay que ganar en las urnas su reforma o pactarla. No admite madurazos.

Una izquierda radical hace avanzar la sociedad, una izquierda demagógica sólo fabrica memes y memos. Pero si es tan indecente la Constitución, que no usen las prerrogativas que brinda la ley para protegerse de las detenciones, que no usen abogados, que no planteen recursos, que no usen la libertad de expresión para promover videos sobre las cloacas de Interior mientras llevan a los tribunales a los periodistas que dan noticia de sus presuntas corruptelas, que no acudan al Parlamento ni cobren. Están cobrando de los muertos. Qué dicha vivir de la Constitución para dinamitarla.

Choca que esta Constitución asfixie a Monereo.  Su extinta fundación CEPS cobró más de 4,2 millones de euros por asesorar al Gobierno venezolano. ¿La Constitución venezolana no precisaba reformas para imposibilitar que se detengan rivales políticos? ¿O Venezuela era una paraíso que no merecía ampliar libertades? ¿Y si no debía ser reformada la Constitución venezolana para qué cobraban? ¿Para enseñar a Chávez y Maduro cómo combatir la oposición? ¿Desarrollar el discurso pseudorevolucionario para un país pobre cuesta 4,2 millones de euros? ¿Cobró Che Guevara por impulsar la guerrilla en Bolivia? ¿Cobró Lenin por guiar la revolución?

Sorprende que un diputado por Córdoba se sienta atenazado por esta Constitución cuando en su provincia se siguen buscando cadáveres de fusilados por el franquismo por luchar por una Constitución que defendía las mismas libertades que esta caduca Constitución. 

Nuestra Constitución es tan grande que permite que un jubilado congele su pensión y cobre como diputado para reformar la Constitución mientras alterna colaboraciones con medios de comunicación, conferencias y coloquios. Es tan grande que no se inquieta cuando un diputado tiene  tres bienes inmobiliarios, dos hipotecas que suman 80.000 euros de las que debe aún la mitad y sólo tiene un saldo en cuenta de 400 euros. Y explica en tres minutos que Venezuela no es una dictadura. Haciendo posible lo imposible, es el lema de Monereo.

P.D. Forcadell, no vives un golpe de estado, si no estarías presa en el Nou Camp con todos los sediciosos. Estás libre, tienes libertad de expresión y periodistas suficientes para invertir la realidad. ¿Qué es golpe de estado?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Y tú me lo preguntas? Golpe de estado… eres tú. 

Francisco Mercado

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