miércoles, septiembre 25, 2024
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Y si nos separamos, ¿qué?

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He reiterado en varios medios el absurdo del secesionismo catalán que, como todo nacionalismo, no atiende a razones sino a pasiones. Ni razón histórica, ni económica, ni cultural. Pero eso da igual, lo que importa es la percepción que muchísimos catalanes tienen y entre los que solamente una minoría se siente verdaderamente española.

A lo mejor lo que hay que hacer es separarse de Cataluña, separarse de esa región, prescindir de ella. Pensemos out of the box. ¿Por qué empeñarnos en la unión si no hay un deseo claro, afectivo, de ser españoles y catalanes? Como mucho, lo que habría sería un matrimonio de conveniencia, pero no de real afecto.

Ya sabemos que sería un desastre económico, que sería una separación dolorosa. Pero menos doloroso es eso que tener que atarlos a base de leyes, jueces y policías, cuando no ejército.

Planteo solo una hipótesis pero que no hay que desestimarla como un elemento de negociación. No hay nada sacrosanto en la historia ni en la geopolítica, todo se puede cambiar. Quizá es el principio del fin de los Estados que conocemos, salidos del Tratado de Viena de 1815. El eslabón más débil es España y por eso es lógico que se rompa por Cataluña. Otro eslabón débil era la Unión Soviética y Ucrania. Los dos extremos de Europa siempre fueron Estados con problemas. La revolución en Rusia y la guerra civil española fueron buena muestra de ello.

El problema es cómo, en qué forma, con qué plazos. Cómo se garantizan los derechos de todos, los independentistas y los unionistas. Sería un proceso largo, tipo Brexit, con altos y bajos, con muchos problemas económicos y financieros. Se quedarían sin UE, sin euro, sin Banco Central Europeo, perderían más que ganarían, pero allá ellos.

Como en todos los divorcios ninguno saldría contento del todo, los reproches durarían siglos (lo vemos con Portugal, que se separó de España en 1640 y todavía hay resentimientos y amores. Muchos medios portugueses no han disimulado su 'alegría' ante nuestro problema catalán). Pero más vale eso que seguir mal avenidos y con este tira y afloja agotador que nos chupa las energías para dedicarnos al desorden climático. A lo mejor, como muchos divorciados, cenaríamos juntos de tarde en tarde.

Uno de mis primeros recuerdos infantiles es Barcelona. Algunos escritores catalanes son mis preferidos y los seguiré leyendo en catalán. Uno de mis mejores amigos, Joan, es catalán y vive en St. Pere de Ribes. Pero todo tiene remedio menos la muerte.

Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye

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