martes, septiembre 24, 2024
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21 de diciembre

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Esta vez no he podido ir. Se ha celebrado una inmensa manifestación en la bellísima Barcelona, que este domingo de otoño se ha vestido de grana y oro una vez más y yo he sentido mucho no estar. Otro sucedido que atañe también al mundo de mis afectos personales me retuvo en Madrid. Manuel Martínez, cabeza de una familia profundamente amiga, agonizaba con la serenidad y la elegancia con la que había vivido. Hombre alegre, pacífico, viajero, gran lector nos dejaba con el recuerdo de su bondad en el profundo y machadiano sentido de la palabra.

No he podido ir, pero lo he visto y seguido por televisión y por las imágenes que me enviaban Nacho y Pati. Otro exitazo. La Cataluña unionista y bailonamente botifler y reivindicativa ha salido del armario con tanta fuerza que va a pedir matrimonio a Sociedad Civil Catalana. Borrell, espléndido, brillante; Frutos, vivamente rabioso contra el sectarismo, Teresa Freixes, Ovejero…  Todos con un cimiento común unionista, lúcido. La misma música con variantes en las letras.

Ahora se avecina en nada de tiempo un día electoral que también debe ser unionista y alegre. No es fácil. El nacionalismo independentista es minoritario pero fuerte, lleva décadas trabajando estrategias, manipulando tácticas, tiene mucha militancia subvencionada que se movilizará con todas sus artimañas para conservar privilegios. Y el constitucionalismo unionista siempre ha sido torpón y hasta ahora, espero que esta vez cambie, la suspicacia y el diferencialismo ha favorecido su quiebra y su inoperancia como opción clara de gobierno. Lo repito y me recreo en ello, esta vez tiene que primar la fuerza de la unión para que, de una vez por todas, si se consigue una mayoría que pueda gobernar no se eche a perder y no se claudique ante la tentación y blandenguería de una equidistancia sobrevenida. Los votos existen, ahora hay que conducirlos a las urnas. Y después, si fuera posible, al gobierno.

Digo que existen esos votos porque tanto en las elecciones municipales como en generales como en europeas esa mayoría unionista se ha producido en muchas ocasiones.

Este domingo se han publicado dos encuestas contradictorias. Una en Madrid, que es arriesgadamente optimista, y otra en Barcelona, que es conservadoramente quietista.

Habrá que ver cómo se desarrollan los parámetros que harían variar el resultado. Si todos los constitucionalistas votan como en las generales creo que el cambio es posible. Si se despiertan los que votan en generales y no en autonómicas, y el clima invita a ello, se puede ganar. Cómo reaccionarán los votantes de Podemos que se hayan sentido lejos de las propuestas supremacistas del independentismo, si se irán a otras opciones no secesionistas como cabe imaginar, es otra de las incógnitas.. Hasta ahora los separatistas han votado con disciplina y en bloque, no se les ha escapado un voto. Ahora el unionismo debe tener la inteligencia de hacer lo mismo.

Por primera vez, el PSC, el Partido Popular y Ciudadanos pueden tener una agenda común por encima de sus grandes diferencias. Ha sido tanto el desgarro, tanto el dolor infringido, se han destruido tanto las bases de la convivencia, el empeño en dinamitar los consensos ha primado sobre tantas cosas que han dibujado nítidamente la posibilidad de un acuerdo de mínimos que reponga la ley y el respeto a la Constitución, que trabaje al menos una legislatura para restaurar la convivencia pacífica, que retorne a un lenguaje de acuerdos en catalán y en español, que reconstruya la economía que destruyeron la corrupción, la ineficacia y los gastos suntuarios del nacionalismo secesionista.

Es un camino difícil, lleno de peligros y de trampas, hay poco tiempo pero también muchas ganas. Los estadounidenses siempre dicen que Dios bendiga a América, en esta ocasión queremos que Dios bendiga a Cataluña. El 21 de diciembre.

Juan Soler es Senador de España.

Juan Soler

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