lunes, noviembre 25, 2024
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Mantener la iniciativa

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La semana pasada La Vanguardia consideraba Cataluña «un país a la deriva» y un suicidio una declaración unilateral de independencia. Así fue. En Roma, tras un fracaso semejante, se empalaban en su espada o bebían cicuta. En Japón practicaban el “Harakiri”. En Cataluña nada de eso. Ni siquiera el honroso suicidio político de convocar a tiempo unas elecciones autonómicas. ¿Mejor una huida para pretender el exilio? ¡Cuánto ridículo!

Para seguir envenenando el ambiente, Puigdemont y su corte prefirieron morir matando con su DUI ilegal, en soledad y con cobardía, sin identificar a los asesinos del César. Muchos catalanes suelen quejarse de falta de cariño español. Un complejo obsesivo. Habrá que mimarles más, pero está claro que no tienen ahora ni el cariño de la Unión Europea ni el de importantes empresas.

Restaurado con el 155 el orden constitucional, como pidió acertadamente Felipe VI, hizo bien Rajoy en convocar enseguida, como recomendaba el PSOE, elecciones autonómicas. Debe mantener la iniciativa. Tendría que sustituir al Ministro del Interior. Sus fuerzas fueron incapaces de impedir el referéndum ilegal y emplearon el 1-O métodos inaceptables, dañando la imagen de España. El Presidente de la UE, Donald Tusk, en su tuit apoyando la unidad española, añadió una coletilla pidiendo que prevalezca la fuerza de la razón y no la razón de la fuerza. Un importante aviso.

Un fracaso del Gobierno ha sido no saber explicar bien a medios internacionales y en redes lo que pasa en España y desmontar la mentirosa propaganda secesionista. Aunque sea como un Ministro sin Cartera, debiera Rajoy incorporar a su gobierno a alguien con una personalidad proactiva que hable inglés perfectamente para abogar eficazmente por España.  

No debiera Rajoy llegar al 21 de diciembre sin alguna zanahoria, incluso modesta, tras el palo, merecido, del 155. Que rebusque entre las peticiones hechas desde Barcelona estos años pasados. Debiera intentar recuperar independentistas dubitativos. Todos los votos cuentan.

Estas elecciones serán una etapa más del cuento interminable en el que prima en el Principado, por parte de demasiados, la soberbia, el embuste, la ignorancia complaciente y el egoísmo de quien no quiere compartir a pesar de que sus riquezas son fruto de la vida en común con los demás españoles. No son así todos. El 21-D será una ocasión de oro para que una “mayoría silenciosa” desfavorable a la independencia, hasta ahora demasiado callada, pueda expresarse.

Un sondeo reciente de El Periódico señalaba un resultado semejante al de los últimos comicios catalanes. Sin embargo, uno publicado en El Mundo este lunes es más esperanzador. Esperemos que se serenen los ánimos de unos y que los sentimientos unionistas ya no sean vergonzantes para muchos que acusan la presión independentista.

El Gobierno de la Nación, del PP, cumple con su obligación de mantener la unidad de España. Le acompañan dos partidos con sentido del Estado, PSOE y Ciudadanos. A la hora de votar el 155 se ausentaron dos senadores socialistas, José Montilla y Xisco Antich, expresidentes de Cataluña y Baleares. No les pagan para ponerse de perfil. Miquel Iceta asistió a la última manifestación por la unidad española en Barcelona. Bien. En la anterior estuvo incomprensiblemente ausente. El que siempre da la cara es Josep Borrell.

El PNV votó contra la aplicación del 155. ¿Será que no descarta la vuelta al País Vasco de la locura secesionista? Parecían vacunados tras Ibarretxe. Sin embargo, les facilitará aprobar en enero los presupuestos de 2018, a reserva de lo que ocurra en Cataluña.

Como señala su fundadora, Carolina Bescansa, Podemos se interesa más por los independentistas que por los españoles. La ambigua Colau y la silenciosa Carmena les hacen el juego. Los podemitas catalanes participaron en la farsa del voto de la DUI.

Nadie puede exonerar a Puigdemont, Mas, Junqueras, Anna Gabriel y sus partidos, PDeCat, heredera de la corrupta CiU de los Pujol, ERC y la CUP, así como a otros conspiradores, los «dos Jordis» entre ellos, de la plena responsabilidad del desvío constitucional que deja desvalida a Cataluña, víctima de dos procesos pseudo revolucionarios con los que se justifica cualquier ilegalidad y desastre: el secesionista de los independentistas y el del derribo del Estado a cargo de la CUP.

No exime ello de pedir otras responsabilidades políticas. Especialmente a quien dirige el gobierno desde 2011. No será porque no le avisaron, sin olvidar su nefasta gestión del Estatut en 2006. Es hora de cerrar las filas constitucionales, pero no de suprimir la memoria que incluirá las inoportunas referencias al 155 hechas estos días por el PP en Castilla la Mancha, País Vasco y Navarra.

Para aquellos que siempre han trabajado para España, para todos los españoles, contemplar el viernes pasado la consumación del choque de trenes entre DUI y 155 fue una gran amargura.

Carlos Miranda es Embajador de España

Carlos Miranda

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