miércoles, septiembre 25, 2024
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Puigdemont y Rajoy

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Con Carles Puigdemont viajó el escandalo a Bélgica donde lo incendia todo como si fuese un “cockail Molotov”. Le jalean separatistas de todo pelaje. Alcaldes catalanes, viajados probablemente con nuestro dinero, posaron junto al ex-President con sus largas varas, como si fuera a pintarles un resucitado Velázquez delante de Breda.

Se desplazan para animarle en Bruselas independentistas escoceses, galeses, padanos o flamencos, aunque el parlamento de Flandes ha rechazado, por una abrumadora mayoría, reconocer a una Cataluña independiente. Mucho ruido y pocas nueces, pero asoman sus orejas lobos separatistas y egoístas dispuestos a devorar la Unión Europea.

Con Mariano Rajoy el escandalo permanece en España. Manuel Morocho, Inspector Jefe de la Unidad de Delitos Económicos y Financieros de la Policía Nacional (UDEF) acaba de declarar en el Congreso de los Diputados que existen indicios de que la estructura del Partido Popular respondía al perfil de una organización delictiva por sus operaciones en la trama Gürtel. 

Ha manifestado, también, que existen “pruebas indiciarias” de que Rajoy y otros políticos del PP cobraron de la caja “B” de su partido. Muchas nueces y , sin embargo, poco ruido.

Veremos lo que dice el Tribunal encargado de juzgar esta trama, pero es inevitable recordar que Bárcenas hizo esa misma acusación cuando se revelaron sus “papeles” y que cuando le encarcelaron recibió de Rajoy unos SMS animándole y pidiendo que fuese fuerte. En otros países dimiten por menos hasta que las cosas se aclaren.

Conviene tener asimismo en cuenta, por otra parte, que Rajoy y Puigdemont fueron los fracasados maquinistas de los trenes que chocaron dramáticamente en tierras hispano-catalanas este otoño. Sería, pues, preferible que ninguno volviese a conducir otra máquina, y con más motivo considerando que tras el 21-D debiera abrirse una etapa, que no hay que desaprovechar, para el dialogo y acuerdos políticos dentro de los márgenes de nuestra Constitución, necesitada de reformas no solo en el ámbito territorial.

Un cambio de liderazgo en el PP tras el 21-D sería oportuno. Si las cosas salen mal porque le incumbirá la responsabilidad a Rajoy. Si salen bien, porque será un buen momento para apartarse entre aplausos y dar paso a un sucesor que, esperémoslo, sea capaz de dialogar más con los otros partidos, no espere al último segundo para tomar la iniciativa y sepa bien inglés. Y que sea “resultón” en pantallas españolas y extranjeras. ¡Alguno habrá!

Sería un relevo que beneficiaría al PP, partido que, según recientes sondeos, ganaría nuevamente las elecciones, aunque necesitaría apoyos para gobernar. 

Carlos Miranda es Embajador de Españ

Carlos Miranda

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