miércoles, septiembre 25, 2024
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¿Por qué es Madrid la región de la desigualdad?

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Aunque la llegada de nuevas opciones políticas, con un cambio generacional incluido, a muchos ayuntamientos de Madrid, incluido el de la capital, la comunidad de Madrid en estos dos últimos años padece las mismas carencias y las mismas preocupaciones siguen presentes. Algunas en un estado de mayor gravedad.

En este periodo, el crecimiento se ha consolidado y ha mantenido un ciclo ascendente. En el año 2015 aumentó el PIB en un 3,4 por ciento; en 2016 lo hizo en un 3,7 por ciento y todo indica que ha vuelto a crecer un 3,7 por ciento durante 2017. Es decir, la economía madrileña ha crecido en más de 20.000 millones de euros.

Pero de igual manera se han consolidado e incrementado los niveles de desigualdad económica,  reflejado en los salarios y pensiones, al igual que la desigualdad social y territorial de la región.

Así, territorialmente, la desigualdad continúa en aumento, con dos realidades socioeconómicas que conviven en la región. Existe una frontera no visible que separa al noroeste rico y próspero frente a un sureste pobre y decadente. Así, mientras en el municipio de Pozuelo la renta per cápita es de casi 60.000 euros,  en el municipio de Parla,  a sólo 16 kilómetros, la renta per cápita apenas supera los 20.000 euros.

 

Este modelo de desarrollo desigual del territorio se ha consolidado aún más en las últimas décadas debió a las políticas aplicadas por los diferentes gobiernos regionales. El resultado -según el libro editado por el Consejo Europeo de Investigación, de la Unión Europea, “Socio Economic Segregation in European Capital Cities” (Segregación socioeconómica en las capitales región )- ha sido que en el año  2015, Madrid se había convertido en la región  más segregada de la Unión  Europa y en la segunda con mayor desigualdad social.

 

En resumen, se evidencia que estamos ante un crecimiento que genera poco empleo, muy precario, temporal, parcial, mal pagado, y generador de desigualdad y pobreza salarial y social.

 

¿Pero cuáles son las claves para entender esta evolución? ¿Qué factores están interviniendo y por lo tanto son imprescindibles de cambiar? En mi opinión la clave se encuentra en cinco pilares: el deterioro de las relaciones laborales en la empresa; la ausencia de políticas de creación de empleo de calidad; los recortes y la calidad de los servicios públicos; las pensiones, factor de cohesión durante la crisis; y la pobreza.

 

El deterioro de las relaciones laborales en la empresa. La desigualdad se ha disparado en el ámbito de la empresa porque la riqueza producida se ha desviado hacia los excedentes empresariales y los salarios de los directivos, mientras trabajadores y trabajadoras han visto reducidos sus salarios año tras año. Esta situación, que la crisis haya sido soportada por la clase trabajadora, se ha visto favorecida por la reforma laboral que refuerza el poder del empresario y limita la capacidad de intervención colectiva, fomentando la persecución a los sindicatos de clase.

 

El buen momento que atestiguan las cifras macroeconómicas en España en la región de Madrid, no se está repartiendo de forma equilibrada. Por contra, la brecha de la desigualdad se ensancha, tal como demuestran diversos informes, incluido el recientemente publicado por Oxfam Intermón, según el cual, mientras el 10 por ciento de las personas más pobres han visto disminuir su participación en la rente nacional en un 17 por ciento, el 10 por ciento más rico lo ha visto incrementarse en un 5 por ciento. Todo ello entre 2007 y 2016.

 

La ausencia de políticas de creación de empleo de calidad. Todos los indicadores, incluida la EPA, alertan de que el empleo que se genera en la comunidad de Madrid es precario y vinculado a sectores poco productivos y estacionales, como son la hostelería, el comercio y los servicios a la comunidad, con un alto grado de fraude en la contratación temporal. Alentada por la reforma laboral de 2012, una consecuencia trágica de este mercado laboral es la siniestralidad. El incremento en 2017 ha sido de un 2,19 por ciento, con el resultado de 57 muertes, que ciertamente ha disminuido, y 422 accidentes con lesiones graves o muy graves.

 

Más allá de la “Estrategia de empleo” acordada con el Gobierno regional, que no era un plan de empleo, los sindicatos seguimos exigiendo y proponiendo un gran acuerdo por el empleo y el cambio de modelo productivo. Y es que en la región, la industria se ha quedado reducida al 10 por ciento del PIB y la I+D+i se ha recortado hasta el 1,7 por ciento del PIB.

 

Los recortes y la calidad de los servicios públicos. Las políticas ultraliberales llevadas a cabo en estos tres últimos lustros se han caracterizado, en primer lugar, por la descapitalización de la fiscalidad regional a través de exenciones y bonificaciones fiscales a favor de los contribuyentes con mayor renta y patrimonio. En segundo lugar, se ha activado una descapitalización de los recursos humanos y de las inversiones en los servicios públicos fundamentales como sanidad, educación, servicios sociales o transportes. Todo ello bajo el paraguas ideológico del liberalismo económico que en realidad era un “capitalismo de amiguetes” que ha dado lugar a múltiples corruptelas: Gürtel, Púnica, Leto, Canal de Isabel II, Ciudad de la Justicia…

 

Las pensiones, factor de cohesión durante la crisis. Un millón cien mil pensionistas de la región están alarmados tanto por la actual pérdida de poder adquisitivo, como por el futuro. Con los datos de crecimiento y evolución del IPC, mantener una subida del 0,25 por ciento es injusto en injustificable. Mantener esta situación, nacida de la reforma de 2013, nos llevará a perder el 40 por ciento de poder adquisitivo en veinte años.

 

La pobreza. Paro de larga duración sin prestaciones, empleo precario, salarios bajos y recortes en los servicios públicos dan como resultado que la pobreza se ha disparado durante la crisis y después de la crisis en la región. Según datos del INE, al finalizar el  año 2016, el 21,7 por ciento de la población de Madrid estaba en riesgo de pobreza y/o exclusión social es decir,  1,4 millones de personas, 200.000 más que en 2008.

De estas,   425.000 personas viven en condiciones de carencia material severa, con problemas para el pago de luz, agua, vestido o  alimentación.  La mayoría de este colectivo lo componen  250.000 menores de 16 años. El 52 por ciento de estos hogares lo representan familias  monoparentales, caracterizados por la presencia de la mujer y sus hijos menores. Todos estos datos son consecuencia de un modo de organizar la economía y la política inservible para la mayoría, por eso es imprescindible un “Plan integral de garantía de rentas”.

En mi opinión, actuar sobre estos ejes es clave para cambiar la grave situación actual. A pesar de vivir en un mundo globalizado y estar sometidos a las políticas de la UE, hay margen de maniobra en los distintos niveles: estatal, regional y local, así como en el de la autonomía de los agentes sociales. Sigo creyendo que esta Comunidad de Madrid tiene fortalezas suficientes para salir de verdad de la crisis, demos una oportunidad para que así sea.

 

 

Jaime Cedrún

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