lunes, noviembre 25, 2024
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El sindicalismo europeo clama por la subida salarial

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La pasada semana participé en uno de los principales eventos internacionalistas del sindicalismo europeo. Me refiero a la Conferencia de Sindicatos de Regiones Capitales (ECTUN) que este año se ha celebrado en Malta y en el que han participado 22 organizaciones sindicales de Lisboa, Roma, París, Atenas, Belgrado, Sofía, Bratislava, Budapest, Vilnius, Moscú, Helsinki, La Valeta, Berlín y Oslo, además de Madrid.

Todos nos hemos comprometido en centrar y ejecutar la lucha por el incremento salarial, contra la desigualdad salarial y en defensa de los sectores más vulnerables.

La rotundidad de la exigencia de un aumento salarial viene tras el diagnóstico de la situación, de la reciente recesión y de las terribles medidas adoptadas desde la Europa de los gobiernos, basadas en la austeridad letal y los recortes.

En este escenario reciente es de destacar el ejemplo de Malta, un país en el que no hubo intervención de la “troika” porque ellos buscaron su fórmula para enfrentar a la crisis, siendo capaces de respetar la negociación colectiva y salir de la crisis mejorando las condiciones salariales, de empleo y de calidad de vida  con acuerdo con los agentes sociales.

O Lisboa / Portugal donde la intervención de la “troika” destrozó las relaciones laborales, anulando los convenios, bajando pensiones, salarios y empeorando las condiciones de vida de la ciudadanía. El resultado un fracaso social y económico que solo ha empezado a cambiar con el cambio de gobierno por el triunfo de la izquierda.

En definitiva es evidente que el “austericidio” no ha servido más que para empeorar las condiciones de los trabajadores e incrementar la desigualdad. Unas consecuencias económicas que han tenido su lógico traslado a la política haciendo resurgir el monstruo de populismo pseudofascista en muchos países europeos.

Los recortes y reformas laborales que tan bien conocemos en España está afectando a toda Europa, donde tampoco ha habido convergencia entre países ricos y pobres, siendo los del Este los más afectados. Así, en la Conferencia, los sindicalistas de Moscú han dejado claro que su principal problema es la diferencia entre ricos y pobres.

Con todo, las organizaciones sindicales europeas de clase estamos comprometidos con el incremento salarial y la reducción de la desigualdad, habiéndose ya alcanzado acuerdos de subida en el SMI (Salario Mínimo Interprofesional) en países como Portugal, España, Polonia y otros.

En este escenario, Luca Visentini, secretario general de ETUC-CES (Confederación Europea de Sindicatos), ha presentado la campaña por el incremento salarial y de la capacidad de negociación, de los salarios mínimos interprofesionales, así como la reducción de las brechas entre países y de género. Los ejemplos de la desigualdad territorial son sangrantes. La Volkswagen en Chequia tiene unos trabajadores con una productividad que supone el 70 por ciento que en Alemania, mientras los salarios son el 20 por ciento de los alemanes. La convergencia laboral y salarial no puede ir al ritmo actual.

Asimismo la recuperación y desarrollo de la negociación colectiva están deterioradas por la intervención de la Comisión Europea y los gobiernos nacionales en muchos países como España. Especialmente grave es la situación en los países intervenidos o en los países del Este que no tenían negociación colectiva ni experiencia sindical reivindicativa.

El horizonte de los sindicatos europeos es la recuperación de los salarios y de la capacidad de negociación como un factor clave en la lucha por el reparto del crecimiento y la recuperación de los derechos recortados durante la crisis. Todo el movimiento sindical europeo sitúa 2018 como un periodo clave para avanzar en salarios.

Y en este horizonte tienen un papel fundamental las capitales región. Para bien y para mal, la tendencia es que las grandes ciudades sean los motores económicos y demográficos de los países al modo de ciudades-estado. Ya hay una realidad específica en las regiones capital. Es común un salario medio mayor que en todo el país pero contrarrestado y superado por una mayor carestía de la vida.

Asimismo, en las grandes urbes se padecen problemas mayores y específicos en asuntos como la movilidad, el coste del transporte, carestía de la vivienda, dificultades de conciliación y los mayores tiempos de trabajo y desplazamiento al mismo. En Madrid ya conocemos  los inherentes a la contaminación o los derivados de la necesaria inclusión de una mayor presencia de trabajadores y trabajadoras inmigrantes, así como una mayor intensidad en la desigualdad.

Por ello, hemos de reclamar un tratamiento salarial acorde con el coste de la vida e impulsar fórmulas de salarios mínimos negociados en las regiones capitales en consonancia con su carestía de la vida.

Por último, destacar que se constata el gran peso del PIB regional en el estatal, llegando en algunos casos al 50 por ciento, y un sistema productivo con preeminencia del sector servicios que alcanza en muchos casos el 90 por ciento. Vinculado a esto, se detecta una mayor penetración de las nuevas realidades como las plataformas digitales con sus nuevas/viejas fórmulas de explotación a sus trabajadores y el extraordinario reto sindical que ello supone.

En Malta hemos vivido jornadas de internacionalismo frente al individualismo que crece. Conjuntamente, la clase trabajadora de Europa clama contra la desigualdad y a favor de unos salarios justos, dignos, para vivir y no sobrevivir.

Jaime Cedrún

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