Todas lo imáginábamos, pero, a diferencia de ellos, nadie nos atrevíamos a decirlo con claridad por no tener pruebas de ello. Ahora ha sido una integrante de esta especie de secta, Mila Ximénez, la que ha venido a reconocer que en la televisión son muchos los que dicen cualquier cosa por dinero, sabiendo de antemano que son mentira.
Se lo ha dicho a Risto Mejide, ya saben, ese madurito al que le gusta llevar gafas de sol en los platós de televisión y que está casado con el bombón de Laura Escanes, ni se sabe cuántos años más joven que él. Ante él, como si fuera el abogado o el sacerdote de todos ellos, les gusta confesarse a los invitados del Chester de Cuatro, y la ex de Manolo Santana, ese hombre que descubrió a los españoles la existencia de algo llamado 'tenis', no fue una excepción.
«Fue la colaboración más humillante de mi vida. Eramos como cerdos en un corral, todo insultar, a ver quién era más ruin». Eso es lo que dijo la 'cerda' de Sálvame, como ella misma se autocatalogó, para referirse a su paso por Crónicas marcianas, el programa que presentaba Javier Sardá, el hombre que ahora ejerce de filósofo erudito para espacios como Al rojo vivo, y que, según ella, «en aquel entonces era la única manera de salir de la vida que tenía». Eso sí, el sagaz 'sabueso' de Cuatro no le inquirió por qué vida tenía en esos momentos su invitada. ¿Tenía adicción a las drogas, estaba en la ruina, la habían violado…? Nos quedamos con las ganas de saberlo.
Lo que sí dejó claro, y no sólo por aquel programa sino por el que ahora trabaja, es que lo mejor que puede hacer cualquier telespectador del mismo es no creerse nada de lo que los mismos le puedan decir. Un ejemplo, todas las noticias sobre Isabel Pantoja y su entorno que se dan en ellos. Según Mila, «la gente no quiere conocer la auténtica vida de Isabel Pantoja porque se queda con la emoción de cuando entra en la cárcel por amor: es una tonadillera que nunca ha hecho nada, es una gran cantante… Pero los que sí conocemos la auténtica verdad, que ella luego ha convertido en una verdad en su beneficio, nos jodemos porque una verdad puede acabar incluso en una demanda».
Otro ejemplo. Risto le preguntó sobre la información de Kiko Hernández sobre que María José Campanario tenía «una caja de zapatos debajo de la cama llena de recortes con todas las noticias de Belén Esteban». Mila reconoció que «no tengo ni puta idea de si existe esa caja (ella, ante todo, 'fina') pero hay que decir que la familia Janeiro prefiere que hablemos de estas cosas, de esta posverdad que de la auténtica verdad, aquella que sí está demostrada. Esto es sólo el aperitivo y a la gente le gusta más saber esto que lo otro».
Curioso fue saber también el miedo que tiene a ir a un juzgado, por mucho que a diario tanto ella como sus compañeros hablen de ellas ante las cámaras como si fuera el pan nuestro de cada día. Ejemplo también de esto: Mila indicó que «yo sé la verdad de la relación de Isabel Pantoja con María del Monte, pero no la puedo decir. No es que sea fuerte, es caro. Los que conocemos las grandes verdades sobre la vida de la Pantoja nos jodemos, porque puede terminar en una demanda». Vamos, que no le tiene miedo a que la tonadillera le mande a su hijo Kiko a darle una paliza o un concierto, que para el caso es igual de desagradable y perjudicial para cualquier ser humano. Le tiene pavor a tener que pagar por sus palabras o incluso ir a la cárcel por ellas.
Claro está que Lydia Lozano no es la madre del DJ más famoso de España, y por eso con su compañera de plató no tuvo miedo en volver a meterse en Chester: «Es rigurosamente mentira que ella siguiera ningún rastro en el caso de la hija de Albano. Lozano adopta la información que le llega de un detective y la hace suya. La posverdad de esto dio tanta audiencia que ni unos pudieron parar por el share, ni ella podía parar por el protagonismo que tenía». Según ella, «no había ni un rastro de esta niña, así que imagino que le echaron una mano para que Lydia saliera de ese pozo, porque hacíamos datos increíbles y la cosa se retroalimentaba. En otro país estaría fuera de la televisión, pero esto fue una vergüenza total y absoluta». No hay más palabras señoría. Ahora, sigan disfrutando de Sálvame.
La mosca