sábado, septiembre 28, 2024
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Rey y presidente

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Hace poco Felipe VI estuvo en Davos, un importante foro económico internacional, donde ofreció una magnífica imagen de nuestra Monarquía Parlamentaria. Reivindicó el respeto de la Constitución y de las leyes como base de cualquier democracia, subrayándoselo también a su hija Leonor al imponerle la semana pasada el Toisón de Oro. En Davos presentó, asimismo, el potencial económico de España. Su éxito en ese foro político-económico obedece a tres razones.

Primero, porque España es una democracia respetada. En segundo lugar, porque nuestro país está saliendo de la crisis económica sin perjuicio de que los que más la sufrieron sean los que menos se beneficien de la recuperación, algo por remediar. Finalmente, porque la preparación del Rey para la Jefatura del Estado fue excelente, incluyendo el dominio del inglés, un idioma que pocos políticos españoles saben.

Mariano Rajoy nunca comparece en Davos. ¿Por no saber la lengua de Shakespeare? ¿Acuden a ese foro la Reina británica, el Rey de los belgas o el de Suecia para promocionar a sus países? Los que van para ello son esencialmente sus primeros ministros o miembros del gobierno.

El 3 de octubre pasado, dos días después del referéndum ilegal para la independencia catalana, el Rey se dirigió a todos los españoles afirmando que el orden constitucional se había subvertido. Pidió, consecuentemente, que se restaurara. Su padre, Juan Carlos I, tuvo que defender nuestra democracia en febrero de 1981. Todo el Gobierno estaba entonces secuestrado en el Parlamento asaltado por unos golpistas y el Rey intervino como último recurso del Estado.

No era el caso en octubre de 2017. ¿Por qué tuvo que requerir Felipe VI la defensa del orden constitucional? ¿Por qué no lo hizo Rajoy? La explicación que dan algunas fuentes es que al ostentar el Rey el mando supremo de las Fuerzas Armadas era conveniente que fuese él quien realizara esa denuncia.

Tras ese 23-F de mal recuerdo, nuestras Fuerzas Armadas han tenido un comportamiento democrático. No obstante, señalan dichas fuentes, convenía que nuestros militares constataran la reacción del Rey ante el creciente separatismo de unos catalanes.

El Rey será el Capitán General de nuestros ejércitos, pero es el Presidente del Gobierno, asistido por su Ministro/a de Defensa, quien dirige la política militar y de defensa. No era imprescindible que interviniera el Rey. Otra explicación es que Felipe VI tuvo que hacerlo vista la pasividad de Rajoy.

Algunos políticos llevaban pidiendo la aplicación del 155 desde hacía mucho tiempo. En todo caso hubiera sido mejor ponerlo en marcha en septiembre de 2017 cuando se aprobaron en Barcelona las leyes inconstitucionales de “desconexión” con España. Pero hubo que esperar a la intervención del Rey.

¿Para qué queremos un Presidente del Gobierno si el Rey ha de suplir sus ausencias? ¿Para qué queremos a este Presidente si el que tiene que dar la cara en su lugar es el Rey? Rajoy carece de suficiente autoridad ante los españoles, incluidos los militares. Nuestra Monarquía debe asemejarse a la británica, belga o sueca, no a la marroquí, dicho sea, con todo respeto. No tendría el Presidente del Gobierno que esconderse tras el Rey, pero la corrupción del Partido Popular es un lastre imponente para Rajoy, al frente del PP desde 2004.

Algunos comentaristas afirman que Albert Rivera galopa hacia la Moncloa. El tiempo lo dirá. Pero, sea Rivera u otro, nos hace falta un Presidente del Gobierno que asuma todas sus responsabilidades, no uno que obligue al Rey a sustituirle.

Carlos Miranda es Embajador de España

Carlos Miranda

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